Contemplación de fuego

 Menos mal
siempre hay algo que se abandona
a la incandescencia
de su desaparición

Vilma Tapia Anaya


Desde la cima de la Montaña

"Desde la cima de la Montaña descubro el mundo.
La música de una gaita recorta el horizonte
y mis ojos reverentes siguen su filo preciso.

Extiendo mis brazos
la cebada y mis ropas son mecidas
por el viento que me crucifica
¿Habrá mayor contento?
El sol arrodillado en la Montaña
dice su última oración conmigo.

La voz de la Montaña envuelve
en su propio juego a los niños.
Gobierna los sueños.
Conduce largos rebaños de ovejas
hacia escondidos valles de trébol
y pequeñas flores rojizas.

La Montaña derrama una densa neblina
detrás de ella se confunden
inviernos con inviernos
veranos con veranos
nombres, visiones
puentes, caminos. Orillas.

Al pie de la Montaña yo alimento a la vida
soy mis manos y otras manos.
Soy la tierra.
Memoria de la memoria.
Liberada de la pena
en un cuévano voy reuniendo las uvas."

Vilma Tapia Anaya


Imágenes previas a la tuya


La juntura del color del musgo y el de la piedra

carece de sentido                pero hoy tarde

con pulcritud escalo su acantilado


Mi cráneo es también lugar

para los pájaros

adquieren innumerables voces

y presumo:

el gorrión que brinca a mi vista

de alguna manera

me ignora

como la hierba ignora la indecisión del sol

y la flor única de la retama el pastar

que en soledad se cumple


Esta inmovilidad mía es asistida

por una caricia

tuya

repentina

y otras

                       palabras me arrastran

Vilma Tapia Anaya


Puerta

"En ti se inicia cada acto
alta, firme
eres señal de la memoria.

Tu densidad se hace
(lo mismo que la sangre)
de voces que se confunden.
Eres una boca grande
que devora
las muecas del alma.
Infatigable, das el pecho por nosotros
a la impiedad."

Vilma Tapia Anaya







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