"Confieso que tal suerte de casi identificación entre la técnica y un poder impersonal que escapa a todo control también está inspirada por la experiencia específica que vivo como ciudadano europeo de nuestro tiempo. La creciente pérdida de interés por la política, que hoy es un fenómeno general –⁠no sólo en Italia, sino en la mayoría de los países europeos⁠– está estrechamente vinculada con una percepción común descrita por la expresión que acabo de mencionar: ¿por qué te quejas? Es la economía –⁠es el capitalismo, es la técnica, etc.⁠–⁠, y está bien, ¡tiene su belleza! Esta expresión adopta más o menos el mismo significado que en el francés c’est la vie! [¡así es la vida!], que usamos para aceptar resignados ciertas leyes de la realidad inmodificables, que no podemos cambiar y que tampoco parecen depender de la decisión de nadie… 1 En este periodo en Italia existe lo que llamamos un «gobierno técnico», una especie de coalición que no está compuesta por políticos electos, sino por economistas y expertos convocados por el jefe del Estado y aceptados con resignación por los partidos políticos. Los partidos, con todas sus diferencias programáticas, aceptaron tal solución con el objetivo de restablecer una situación económica que parecía desesperada e irresoluble si no dejaban de lado los programas políticos opuestos. Hubo una especie de aceptación «realista» de las leyes del mercado (¡es la economía, y su belleza!). Más o menos como en la antigua Roma, donde, en caso de guerra, el Senado atribuía todo el poder a un dictador. Cito estos ejemplos de Italia y de la antigua Roma para evidenciar que la técnica, en el uso cotidiano de la palabra, implica una especie de neutralización de conflictos en nombre de los intereses «supremos», es decir, del funcionamiento de un sistema que tiene su propia lógica interna, de la cual dependen todas nuestras vidas («leyes que el corazón no comprende», diríamos con Pascal).
¿Y entonces? ¿Deberíamos quizá lamentar los conflictos políticos entre los partidos, las costosas campañas electorales, la corrupción tan frecuentemente conexa a los mecanismos de la democracia representativa? Sólo quiero subrayar que el efecto de neutralización producido por el gobierno técnico ejemplifica esquemáticamente la razón por la cual las personas, desde el comienzo de la Revolución Industrial y especialmente durante el siglo XX, han tendido a manifestar una fuerte sospecha en sus confrontaciones con la técnica. La experimentamos como un poder fuera de nuestro control, que (recordamos ciertas páginas de Max Weber) tiende a adquirir los caracteres de una divinidad oculta y temible. Sobre la base de tales observaciones, propongo la siguiente tesis: la técnica se manifiesta como una amenaza no solamente, o no principalmente, porque se la ve como una especie de hýbris [desmesura], un poder que presume de competir con Dios mismo –⁠lo cual explica muy bien el miedo que late en sus confrontaciones⁠–⁠. Como he señalado antes, este temor se ha desarrollado a medida que la técnica se ha ido determinando como sistema global que no se puede modificar sin destruir su funcionamiento global. Too big to fail [demasiado grande para fallar], como los bancos estadounidenses que fueron salvados con fondos públicos para evitar un desastre global que nos hubiera involucrado a todos (este era, al menos, el modo de justificar la intervención de los gobiernos en la última crisis financiera). Lo que asusta a las personas en la globalización técnica no es, pues, su agresividad hacia (aquello que llamamos) la naturaleza y sus leyes, sino el dominio y la negación de la libertad que se requieren para el correcto funcionamiento del sistema. Adorno y la Escuela de Fráncfort la llamaron total Verwaltung, la administración u organización total. Una anticipación distante de esta tendencia interna de la técnica, que se habría vuelto opresiva y autoritaria (de hecho totalitaria), puede verse también en el modo en que Max Weber describe la importancia decisiva del monoteísmo en el desarrollo de la ciencia moderna. Solamente si todos los elementos del mundo material están sujetos a una única autoridad y no a diversas deidades, como en el politeísmo, deviene posible construir una ciencia general de la naturaleza, con leyes universales, válidas en todas partes (como la ley de la gravedad, por ejemplo). Es como decir que Newton y Galileo nunca podrían haber hecho sus descubrimientos fuera de una visión monoteísta de la naturaleza. En el caso de la técnica como sistema global, la importancia de un «comando» unificado es aún más evidente que en el caso de las ciencias naturales."

Gianni Vattimo
Alrededores del ser



"Cuando alguien quiere contarme la verdad absoluta, es que quiere ponerme bajo su control."

Gianteresio Vattimo conocido como Gianni Vattimo
Tomada del libro En defensa de Dios de Karen Armstrong, página 431




"El hombre de nuestra época se pasea como un turista por el jardín de la historia; lo considera como un almacén de máscaras teatrales, que puede ponerse o abandonar a su antojo."

Gianni Vattimo


" Lo único que realmente no me convence de Girard es su confianza en el poder salvífico de la verdad, ya sea revelada o descubierta por la ciencia."

Gianni Vattimo

"No toda metafísica ha sido violenta, pero todas las personas violentas de grandes dimensiones han sido metafísicas."

Gianni Vattimo
Tomada del libro En defensa de Dios de Karen Armstrong, página 431



"Parafraseando un dicho que circulaba hace tiempo, se podría comenzar esta discusión sobre el humanismo reconociendo que en el mundo contemporáneo "Dios ha muerto, pero el hombre no lo pasa demasiado bien". Es sólo un dicho, pero también algo más ya que en el fondo recoge y señala la diferencia que opone el ateísmo contemporáneo al ateísmo clásico, expresado por Feuerbach, La diferencia consiste precisamente en el hecho macroscópico de que la negación de Dios o la admisión de su muerte no puede dar lugar hoy a una "reapropiación", por parte del hombre, de una esencia suya alienada en el ídolo de lo divino. Mucha obra apologética continúa extrayendo precisamente de aquí, de manera implícita o explícita, uno de sus argumentos contra el ateísmo, al que se acusa de preludiar necesariamente una destrucción general del hombre, en virtud de una especie de némesis que, como la torre de Babel, arrastraría al hombre rebelde a su propia dependencia metafísica constitutiva. Aun cuando, como creo, hay que rechazar esta burda obra apologética de tipo punitivo, es innegable que subsiste una conexión entre crisis del humanismo y muerte de Dios. En primer lugar, ella caracteriza de manera peculiar al ateísmo contemporáneo que ya no puede ser un ateísmo de "reapropiación". Pero, en segundo lugar y más profundamente, ella distingue de manera determinante al humanismo en crisis, que se encuentra en esta condición también porque no puede ya resolverse en una apelación a un fundamento trascendente. Desde este último punto de vista, se puede también aceptar la tesis de que el humanismo está en crisis porque Dios está muerto, es decir, que la verdadera sustancia de la crisis del humanismo es la muerte de Dios, no por casualidad anunciada por Nietzsche, quien es también el primer pensador radical no humanista de nuestra época."

Gianni Vattimo
El fin de la modernidad



"Pero experimento sobre uno mismo, experimento extremo, es también la hipótesis, la idea, el "descubriendo" del eterno retorno, con todo su alcance disolutivo (...). Los predicados de unidad y "ultimidad" del yo que la traición filosófica nos ha transmitido como último baluarte de la certeza (del cogito cartesiano a la razón kantiana) resultan todos cuestionados. la conciencia de sí, sobre la que se fundan nuestras concepciones del yo, no es en absoluto un carácter esencial, primero o fundamental del hombre (...). Un hombre, empero, que se dé cuenta de que es un efecto de superficie y que haga consistir su propia salud, precisamente en ese conocimiento, no podrá ciertamente ser un yo fuerte, potenciado, como se ha considerado a menudo al "trans-hombre"; por el contrario es problemático si aún se le puede llamar, en cualquier sentido sujeto."

Gianni Vattimo







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