Fábula

"En la mañana cuando la gente despierta en las aisladas celdas de sus casas,
las bocas repletas de un sabor extraño a canto de libertad, el vacío también despierta.
Tan pronto como está allí el vacío desea que la gente desaparezca
afuera en el hueco de las maquinarias 
que los aguardan para laborar el día entero. 
El vacío espera disfrutar para sí mismo la posesión 
de todas las casas de aislamiento.
Invisible y tenso el vacío simplemente espera.
Cuando está seguro de que todas las madres y padres y niños salieron
Aparece de sopetón como un fantasma y se dedica a husmear en toda cosa.
Nadie se alcanza a imaginar lo que es un vacío perverso 
cuando se apodera de las casas aisladas de la gente.
Husmea cartas y aparadores. Se viste
con toda suerte de ropas y a si mismo se refleja en toda clase de espejos.
El vacío todo lo maneja con la imagen de sí mismo. La gente odia al vacío
y el vacío odia a la gente. El tiempo que deben compartir es miseria.
Ambas partes tragan su disgusto por la otra.
El vacío se traga su disgusto por la gente 
porque siempre habrá en frente una nueva y feliz mañana libre 
de gente, que desaparece para ir a trabajar. Cómo es posible que la gente se trague 
su disgusto por el vacío, si en cambio no existe una nueva mañana libre
del vacío que los espera en las factorías. Eso es cierto,
pero en las factorías la gente aprenderá a unir sus manos, y cuando
la gente una sus manos el vacío simplemente se evaporará entre el aire. 
Las gentes hablan siempre de reunirse para desterrar al vacío
de allí de donde viven y trabajan."

Marianne Larsen
Traducción: Rafael Patiño







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