"Para los historiadores extranjeros, así como para los nacionales que siguen sus orientaciones, la causa esencial de la decadencia de España, lo mismo en el orden intelectual que en el puramente material, fue ésta. No sabemos en qué se fundan para asegurarlo, porque basta ahora la verdadera historia del Santo Oficio está por hacer. No tenemos de él más noticias que las debidas al traidorzuelo de Llórente, que arregló a su antojo los datos, utilizó aquellos que le parecieron bien y quemó los demás. Sólo conocemos ataques furibundos y apologías no menos entusiastas y ni los ataques ni las apologías pueden considerarse como documentos históricos. Por lo tanto, es muy difícil formar juicio exacto acerca de lo que fue la Inquisición y de las consecuencias que pudo tener su actuación en los diversos órdenes de la vida española. Sin embargo, creemos no apartamos de la verdad histórica diciendo que el Santo Oficio no cometió los abusos que le achacaron los protestantes españoles refugiados en Alemania y en Inglaterra; que respondió al sentir unánime o casi inánime del pueblo español, y que, a la vez que era un instrumento en manos de los Reyes para mantener en la península una cohesión espiritual que faltó por completo en los demás países, impidió que España fuese teatro de guerras de religión que hubieran causado, a no dudarlo, un número de víctimas infinitamente superior al que atribuye a la represión inquisitorial el más exagerado de sus detractores. Más adelante veremos a qué extremos se llegó en la Europa que no tenía Inquisición en materia de guerras, desolaciones, persecuciones y matanzas. No creemos que influyó tampoco de la manera que se dice en el desenvolvimiento intelectual de los españoles y no lo creemos por la razón sencilla de que los tres siglos de Inquisición corresponden precisamente al período de mayor actividad literaria y científica que tuvo España y a la época en que más influimos en el pensamiento europeo. Todo eso que se suele decir de que nuestra intolerancia levantó una barrera entre España y Europa, son cosas que ya no creen ni los niños de la escuela. Las traducciones de obras españolas de todo género que se hicieron en el extranjero hasta en las naciones más remotas, como Suecia y Rusia, demuestran precisamente lo contrario. Tampoco creemos que la Inquisición persiguiera a los sabios por ser sabios, ni que los merecedores de este nombre perecieron en las hogueras inquisitoriales, y aun suponiendo que el número de los castigados por la Inquisición fuera grande, hay que tener presente que entendía este Tribunal, no solamente en materia de fe, sino en muchas otras que en aquellos tiempos se creían peculiares del fuero eclesiástico y que hoy no le pertenecen o no se consideran delitos en el verdadero sentido de la palabra. La moneda falsa y la sodomía dieron contingente crecido a las cárceles de la Inquisición y no menor lo suministraron las brujas y los nigromantes, con los cuales tampoco anduvo remisa la justicia secular o eclesiástica en el extranjero."

Julián Juderías y Loyot 
La leyenda negra




"Por leyenda negra entendemos el ambiente creado por los fantásticos relatos que acerca de nuestra patria han visto la luz pública en casi todos los países; las descripciones grotescas que se han hecho siempre con el carácter de los españoles como individuos y como colectividad; la negación o, por lo menos, la ignorancia sistemática de cuanto nos es favorable y honroso en las diversas manifestaciones de la cultura y del arte; las acusaciones que en todo tiempo se han lanzado contra España, fundándose para ello en hechos exagerados, mal interpretados o falsos en su totalidad, y, finalmente, la afirmación contenida en libros al parecer respetables y verídicos y muchas veces reproducida, comentada y ampliada en la prensa extranjera, de que nuestra patria constituye, desde el punto de vista de la tolerancia, de la cultura y del progreso político, una excepción lamentable dentro del grupos de las naciones europeas.
En una palabra, entendemos por leyenda negra la leyenda de la España inquisitorial, ignorante, fanática, incapaz de figurar entre los pueblos cultos lo mismo ahora que antes, dispuesta siempre a las represiones violentas; enemiga del progreso y de las innovaciones; o, en otros términos, la leyenda que habiendo empezado a difundirse en el siglo XVI, a raíz de la Reforma, no ha dejado de utilizarse en contra nuestra desde entonces, y más especialmente en momentos críticos de nuestra vida nacional."

Julián Juderías y Loyot 
La leyenda negra




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