"¿Qué se puede aprender de la experiencia de la era revolucionaria? Que el hombre, sin Dios, aun con las circunstancias a su favor, nada puede hacer sino obrar su propia destrucción. El hombre debe romper el círculo vicioso revolucionario: debe volverse a Dios cuya sola verdad puede resistir el poder del error. Si alguien considera que esta lección trascendental de la historia es más un lamento sentimental que un consejo para la política está olvidando que el poder del Evangelio para la realización del orden, la libertad y la prosperidad ha sido demostrado por la historia del mundo. Tenga presente que todo lo que es útil y beneficioso para el hombre, es promovido por el temor de Dios, y es frustrado por la negación de Dios. Debe tener presente especialmente que la teoría revolucionaria fue un desarrollo del germen de la incredulidad, y que la planta ponzoñosa cultivada por la apostasía se marchitará y asfixiará en una atmósfera de avivamiento de la fe."

Guillaume Groen van Prinsterer
Incredulidad y Revolución

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