A MIS HERMANAS EN CREENCIAS
LAS ESPIRITISTAS ALICANTINAS

!No os conozco!… ¿Qué importa? Libros espiritistas
Para quereros, habéis leído,
y admirar como es justo y vuestro entendimiento
vuestro desvelos. ha comprendido:
que hay otra vida,
Lo merecéis, que el tiempo nadie puede
¿Y cómo no admiraros poner medida.
por lo que hacéis?
De la verdad suprema Que el espíritu lucha
la propaganda, por su progreso,
la hacéis con ardimiento, que no hay limbos un glorias
con cuerpo y alma. ni hondos avernos.
Y con gran tino, no hay mas que mundos,
habéis formado el grupo que son para los hombres
alicantino. Centros de estudio.
Mujeres decididas, ¡Muy bien hermanas mías!
con entusiasmo yo os felicito,
que sacáis a la crédulas porque estudiáis la historia
de su marasmos: del infinito.
Bien merecéis, porque sois buenas,
que se os quiera y admire y queréis de los pobres
por lo que hacéis. calmar sus penas.
¡Tanta mujer inútil Seguir la hermosa senda
fanatizada, del adelanto,
creyendo buenamente enjugad compasivas
que condenada el triste llanto
será algún día: de los que lloran
sino cree en los misterios y solos y angustiados
que hay en María! clemencia imploran.
Con su parto anunciado Sed de virtud modelo,
desde la altura, que los que os siguen,
virgen después y antes… vuestro amor y dulzura
¡Sin mancha!… ¡Pura! por siempre admiran.
¡Aún siendo madre!… ¡Hermanas mías!
sin saber de aquel niño atraed con vuestros hechos
quién era el padre!… las simpatías.
Tanta fábula mística De mi vos cariñosa
¿Qué enseña? Nada; guardad el eco;
la inteligencia sombras en vuestros corazones
tan solo halla. Hacedme un hueco.
Y entre tinieblas Y unidas todas,
la humanidad aturdida digamos al Pasado
camina a ciegas. “¡Duerme en la sombra!”
Por eso hermanas mías “Duerman tus tradiciones
os felicito; y tus sofismas;
por que leéis en la historia ¡Paso a la nueva escuela
del infinito. espiritista!
Porque vosotras, ¡Paso al progreso!
no aceptáis religiones calor, aliento y vida
llenas de sombra. del Universo!

Amalia Domingo Soler


A Salvador Sellés

"¿De dónde vienes poeta?
¿En qué región, di, en qué mundo Recogió tu mente inquieta
Algo de bardo profeta,
¿Algo gigante y profundo?

No es de aquí tu pensamiento, Ni cuanto en tu ser se encierra De ternura y sentimiento,
¡Es tan distinto tu acento De los hijos de la tierra!

¡Genio entusiasta y ardiente! Cuéntame algo de tu ayer,
¿Por qué has dejado tu Oriente?
¿Por qué has venido a Occidente Para amar y padecer?

¿Tanto has llegado a pecar, Que a este mundo de expiación Te tuvieron que enviar?
¿Te llegaste a rebelar En tu ardiente inspiración?

Algo de esto deber ser; En tu pasada existencia Quizá llegaste a creer

Que era omnímodo el poder De tu osada inteligencia.

Y hoy por eso estás aquí, En tu humilde rincón, Soñando en tu frenesí; Viendo pasar ante ti
Mil sombras de tentación.

Porque tu genio fecundo, Tu inspiración sobrehumana Y tu talento profundo,
Non son de este mundo Pertenecen al mañana.

El que llora sus amores Cuenta triste desconsuelo, Y lamenta los horrores
De esos genios destructores, No es de la tierra, es del cielo.

¡Espíritu noble y fuerte!
¡De otras regiones cantor! Aquí llorarán tu muerte, Aquí sentirán perderte, Genio de paz y de amor.

Más, aquellos que soñamos En otros mundos mejores,
Tu estancia aquí lamentamos; Aunque aliento recobramos Con el ámbar de tus flores.

Pero tú debes vivir Donde brille la verdad; Quien cual tú sabe sentir,
¡Su vida…, su porvenir…

Su mundo es…, la eternidad!"

Amalia Domingo Soler
La Revelación 1873


Ante el cadáver de Fernández

Ha perdido la escuela espiritista
uno de sus más firmes campeones;
¡feliz aquel que con valor conquista
la fe de sus profundas convicciones!

¡Feliz el que consagra una existencia
a defender su credo sacrosanto;
y busca en los misterios de la ciencia
el medio de enjugar mares de llanto!

¡Feliz el que proclama con anhelo
de la verdad sublime enseñanza;
y a todos los que gimen abre un cielo
y al náufrago da un puerto de bonanza!

Esto Fernández hizo; convencido
que la verdad suprema poseía,
con un trabajo nunca interrumpido
ni en sus postreras horas de agonía.

Dejó de difundir los resplandores
del astro que su mente iluminaba;
matizando con vividos colores
cuanto en su nombre anhelo pronunciaba.

Fue el Kardec español, a su memoria
debemos erigir un monumento;
¡que bien merece perpetuar su gloria
el que tuvo tan claro entendimiento!

El que supo luchar con heroísmo
aunque sus libros consumió la hoguera
¡apóstol del moderno espiritismo…
de la fe racional clara lumbrera!

Duerma tu cuerpo, no en humilde fosa,
(que mármoles merecen tus despojos)
para el que tuvo vida tan honrosa
y por su ideal sufrió tantos enojos.

Debemos levantar a su memoria
¡gigante monumento de granito!
Para su nombre… la terrena gloria
Para su alma… ¡la luz del infinito!

Amalia Domingo Soler




"De la casa de nuestro amigo (se refiere a Fernández Colavida) salían diariamente cestos llenos de impresos cuyos bultos simulaban envíos de dulces y frutas, facturándolos para todos aquellos puntos de la península donde más encarnizada estaba la lucha. Los ordinarios de los pueblos eran inconscientemente los instrumentos de que se valían los delegados de nuestro hermano para esparcir por doquiera sus mensajes de paz.
Inmensos eran los sacrificios que este trabajo le ocasionaba y él los soportaba sin la ayuda de nadie, pues cuando se trató de recompensárselo enviándole remesas de fondos de los destinados por el Estado y por el mismo Cabrera a la propagación de la paz, Fernández los devolvía diciendo que cuanto ejecutaba era muy poco para que pudiera saldar la cuenta que tenía pendiente por su campaña de la juventud. (La luz que nos guía)"

Amalia Domingo Soler


“El hombre recto no satisface su conciencia hasta que no trata de hallar para los demás el bien en el que él descansa.”

Amalia Domingo Soler



"Es el Espiritismo, el gran consuelo
que los mortales hallan en la tierra,
sin el imbécil limbo, sin el cielo,
ni del infierno la espantosa guerra:
el hombre encuentra en él, clara y sin velo
la lógica razón, donde se encierra
la causa y el efecto del problema
sin pecado de origen ni anatema.

Justa, evidente, fácil y sencilla
se ostenta la verdad sin duda alguna;
en él la preferencia a nadie humilla,
ni existen preeminencias de fortuna;
que en el Espiritismo sólo brilla
la nobleza del alma y no la cuna,
porque el espiritista es el obrero
del único progreso verdadero.

Las religiones todas han pintado
un Dios a sus caprichos y a sus antojos;
en todas le busqué, pero no he hallado
quien calmara mis angustias y mis enojos;
que el Dios que los mortales han formado
le cercan de la duda los abrojos,
y nada más horrible que la duda…
¡Feliz aquel que tras la fe se escuda!

Yo en los templos, al pie de los altares,
quería hallar a Dios, oyendo misas,
y escuchando monótonos cantares
del incienso entre nubes indecisas.
Envidiaba a los hombres que, a millares,
escuchaban con plácidas sonrisas,
las historias de luengas tradiciones,
de milagros, de santos y visiones.

Los envidiaba, sí; porque en mi anhelo
yo no encontraba a Dios en mi agonía;
un mito fue para mí siempre el cielo,
y el purgatorio, estafa y mercancía;
buscando a mi dolor algún consuelo
crucé los mares, y en tan fausto día,
al contemplar el piélago profundo
rendí homenaje al Hacedor del mundo.

Encontré a Dios en medio de los mares,
en sus noches tranquilas y serenas,
dejé de recordar mis patrios lares
y olvidé mis dolores y mis penas;
yo no había visto a Dios en los altares
mas lo hallé de la playa en las arenas,
en las montañas de nevada espuma
y en las rocas veladas por la bruma.

Al conocer de Dios el poderío
y al comprender Su sabia omnipotencia,
hallé en la humanidad un gran vacío:
que la unidad faltaba a esta existencia.
Entre honores y glorias, vi al impío,
y a la virtud sumida en la indigencia,
y dije: la creación es una obra
en donde un algo falta, o algo sobra.

¿Por qué unos gozan mil y mil placeres
y otros sufren tormentos sin medida?
¿Por qué, Señor, distingues a los seres,
para unos muerte, y para otros es vida?
¿Porque a los miserables los prefieres
dándoles recompensa inmerecida?
¿Y en tanto un alma pura y delicada,
no encuentra la felicidad soñada?

Tú que diste perfume a las flores,
y a las eternas olas su murmullo,
y al refulgente sol sus resplandores,
y a la enamorada tórtola su arrullo,
y a las aves plumajes de colores,
y al gusano de seda su capullo,
¿cómo hiciste al hombre desgraciado,
cuando Tu misma esencia lo ha formado?

Estas quejas al viento yo lanzaba,
cuando escuché una voz, pura y suave,
que estas sentidas frases murmuraba
“ Dios ha querido que tú duda acabe;
si ves la humanidad gimiendo esclava,
sufriendo una expiación penosa y grave,
no creas que retrocede en su adelanto,
la perfección se riega con el llanto”.

“ Recuerda de Jesús la triste historia,
que diecinueve siglos han pasado,
y aún los hombres veneran su memoria,
y sus leyes al mundo han dominado;
pues con la muerte conquistó su gloria;
y Él que fue escarnecido y humillado,
¡ha sido de la tierra el gran profeta,
el regenerador de ese planeta…!

“ No pienses que en la tumba está la muerte
porque ves disgregarse la materia
nada en la tierra permanece inerte
todos circulan por distinta arteria;
en mi revelación vengo a ofrecerte,
la causa que da efecto a la miseria:
porque Dios en su justa omnipotencia
para ninguno tiene preferencia”.

“ A cada cual le da lo que ha ganado:
al espíritu dio libre albedrío,
y éste por sus antojos dominado
vive según su loco desvarío:
para el progreso eterno destinado,
prefiera el lodazal, o el limpio río,
que dure años o siglos su jornada,
hacia el Todo camina, no a la Nada”.

“ Hay mundos mil y mil donde los seres
encuentran elementos de arte y vida,
mezclados con acervos padeceres,
armonía universal no comprendida:
pues si fueran eternos los placeres
sería su sensación desconocida;
y tienen peso igual en la balanza,
la realidad del bien y la esperanza”

“ La esperanza es la voz de las edades
y el Espiritismo su idioma,
manantial de las lógicas verdades
que en la fuente de Dios raudales toma;
consuela mil penalidades,
astro del luz que en el Oriente asoma:
y es el Espiritismo la gran ciencia
que os puede definir vuestra existencia”.

Cesó la voz de modular sonidos,
latió mi corazón, sentí en mi mente
brotar los pensamientos confundidos
cual brotan del volcán su lava hirviente;
la luz fue penetrando en mis sentidos,
comprendí la justicia omnipotente,
y ví que la creación es una obra
que nada le hace falta ni le sobra.

¡Humanidad que vive sumergida
en la más dolorosa indiferencia,
y que por tu ignorancia eres deicida;
reconoce y admira a la gran ciencia,
que descifra el problema de la vida
demostrando el por qué de esta existencia,
y el pasado, el presente y el mañana,
las tres edades de la raza humana!

¡Qué presentan cien mil generaciones
en sus dioses, sus ritos y misterios,
en las ruinas de pueblos y naciones,
y en los bosques, primeros monasterios,
las sectas de diversas religiones,
que existen en distintos hemisferios,
los mundos que en su eterno movimiento
obedecen a un solo pensamiento!

Por el Espiritismo se eslabonan
formando una cadena bendecida,
los unos en los otros se aprisionan
y componen el Todo de la vida.
¡Atrás los orgullosos que blasonan
de haber marcado al tiempo una medida,
para el tiempo no hay límite prescrito,
porque éste, como Dios, es infinito!"

Amalia Domingo Soler


“Es preciso comenzar a regenerar al pueblo, iniciando la educación por las mujeres. Para eso trabajamos. Nuestro lenguaje es simple, nunca tratamos de hacerlo difícil. Nuestro objetivo no es ser alabada por los intelectuales y sí entendida por nuestros necesitados y los carentes de conocimientos nuevos. Los luchadores del progreso universal no podemos permitir el estacionamiento de la mujer.”

Amalia Domingo Soler



Escollos de ignorancia

Siendo, como somos, amantísimos de la verdad, y fieles adoradores del progreso, lógico es que consideremos el estudio del Espiritismo tan necesario al hombre, como le es indispensable el aire que respira, los rayos del Sol que le vivifican; el agua cristalina que calma su ardiente sed, el ropaje que le abriga, el techo que le cobija, el lecho donde reposa el alimento que sácia su hambre, sin el profundo conocimiento de la vida ultra-terrena se vive completamente a la mitad, mejor dicho, se vive sin vivir; por que no es vivir ignorar el porqué de esa misteriosa fatalidad que pesa sobre algunos seres, que sin haber cometido ningún crimen sufren todas las persecuciones, tiranías, angustias y humillaciones del esclavo, y todas las contrariedades que puede crear la perfidia humana.

Considerarse uno inocente y aparecer ante el mundo como un miserable, tener sed de amor, y no encontrar más que indiferencia y desvío, o un cruel desengaño después de un cariño efímero, luchar de continuo con un imposible, viendo al mismo tiempo que otros seres sin poseer grandes virtudes, sin ser merecedores, al parecer, de ninguna recompensa, se les ve sonreír gozosos, disfrutando de mil satisfacciones sin ni siquiera haberlas deseado, esta injusticia aparente subleva al Espíritu pensador, y sólo el estudio del Espiritismo es el que puede dar solución a los grandes problemas sociales, es el que puede pacificar los pueblos.

¿Será beneficioso, será útil, será necesario, será indispensable conocer las verdades de la filosofía espiritista?
Sí; sin el Espiritismo la humanidad camina a ciegas; pues bien, a pesar de ser tantas las ventajas que le ofrecen al hombre las comunicaciones de los espíritus: no quisiéramos que ciertas fracciones de la sociedad tuvieran la menor idea de que existen espíritus, porque se les hace un daño inmenso. La ignorancia en todas partes encuentra escollos, y en el Espiritismo más que ninguna otra escuela, porque en la lucha con los invisibles casi siempre es segura la derrota, y sólo un esfuerzo potentísimo de voluntad, es lo que puede salvarle a uno del abismo.

Como ejemplo de utilísima enseñanza, vamos a referir un hecho ocurrido hace poco tiempo a D. Anselmo Pérez, hombre que, como otros muchos, quiso entrar en la escuela espiritista, sin tomarse el trabajo de leer una sola de sus obras fundamentales.
Asistió por curiosidad a una sesión espiritista, vio a un médium escribiente (mecánico) que escribía con la rapidez del relámpago, y sintió vivísimos deseos de hacer él lo mismo.

Se fue a su casa, y enseguida puso manos a la obra; el primer ensayo no le dio resultado alguno; esto le desconcertó algún tanto, porque él creía que era cuestión, como se dice vulgarmente, de llegar y besar el santo. Durante muchos días insistió en sus ensayos, sin decir a nadie que probaba a ser médium; cuando una noche que su frente ardía y sus sienes latían con violencia, sintió en el brazo derecho una brusca y desagradable sacudida, sus dedos se crisparon y sin soltar el lápiz se quedó algunos momentos dominado por una fuerte contracción nerviosa, que fue cediendo cuando escribió con letras grandes y desiguales esta palabra fatídica. ¡Mátate!?

Nuestro amigo leyó con doloroso asombro aquella frase, y escuchó voces confusas que se la repetían en sus oídos.
Anselmo no quedó muy contento de su primer escrito, pero a nadie le confió sus impresiones, y aprovechando todos los momentos que tenía libres, tomaba el lápiz y siempre escribía estas o parecidas palabras. ¡Mátate! No cometas la cobardía de permanecer en un mundo que te insulta, que te desprecia, que te tiene relegado al olvido, si sufres tanto es porque eres un cobarde.

Anselmo se quedaba atónito con semejantes consejos, su razón los desechaba mirando el suicido con horror, pero un día y otro día, un mes y otro mes, un año y otro año, oyendo siempre lo mismo, concluyó por creer que quizá tendrían razón sus amigos invisibles y se decidió a poner fin a sus días escribiendo antes una carta concebida en estos términos.

No sé que pasa por mí, no sé qué influencia me hace dar un paso que he rechazado siempre por considerarlo un acto degradante para todo hombre de razón sana y cuerpo fuerte. Me mato contra mi voluntad, cometo la más indigna cobardía, cuando entre mis compañeros he tenido fama de valiente. ¡Cúmplase el deseo, de no sé quién!.
Dejó la pluma y cogió una pistola que apoyó contra su sien, mas tembló, cambió la puntería y salió el tiro hiriéndole gravemente quedándole la bala en la cabeza, bala la que no se le ha podido extraer.

Después de horribles sufrimientos Anselmo se puso bueno, perseguido siempre por sus invisibles enemigos hasta que un día hizo un esfuerzo supremo, y cuando murmuraban en su oído. ¡Repite la prueba, repítela! ¡Nunca la repetiré! ¡Atrás, miserables, atrás para siempre! ¡Ayúdame razón! ¡Ven en mi auxilio, inteligencia mía! ¡Quiero ser libre!.

Y como si le hubiesen quitado de sus sienes abrasadas una corona de hierro, como si de su pecho dolorido le hubiesen separado planchas de plomo, como si de su cerebro hubiesen extraído una gran cantidad de hirviente lava, como si de sus muñecas hubiesen quitado pesadas esposas, y de sus pies apretados grilletes, como si de su cintura hubiesen separado cadena de muchos eslabones, del mismo modo Anselmo después de su exclamación sintió un bienestar agradabilísimo, y una alegría dulcísima le hizo sonreír, se sintió ágil, corrió en todas direcciones como el prisionero que, después de muchos años, recobra la ansiada libertad. Y ávido de luz y sediento de verdad, fue a una librería y compró todas las obras de Allan Kardec, dedicando a su lectura y a su estudio todo el tiempo que antes dedicaba a escribir medianimicamente.

Mientras más lee, más se convence de la locura que cometió probando de ser médium antes de saber lo que era la mediumnidad y a los riesgos a que se expone el que se relaciona con los invisibles sin haber estudiado lo más indispensable.
La ignorancia, es muy mala consejera, y el espiritista ignorante es el ser más perjudicial a sí mismo y a cuantos le rodean.
No hace muchos días que vino a vernos un hombre que frisará en los 60 años, de fisonomía franca y bondadosa, el que con acento dolorido nos dijo así:

-Señora, yo sigo la senda de lo espiritual, pero o mucho me engaño, o mi camino no es el mejor ni el más seguro.
-Explíquese usted.
-Soy espiritista, creo firmemente en la supervivencia del alma, creo que los espíritus se comunican con los terrenales, pero lo que yo no comprendo es como los médiums que reciben inspiraciones de inteligencias elevadísimas, descienden a ser unos entes vulgares y hasta maléficos que arrastran al hombre a cometer actos impuros.
-¿Qué ha leído Vd. referente al Espiritismo?
-¡Leer!? nada; ¿Para qué? Yo conocí hace cinco años a una mujer que posee no sé cuantas mediumnidades; estando a su lado he oído golpes en todas direcciones, he visto moverse las sillas, oscilar las lámparas colgadas del techo; he oído como el galope de muchos caballos y el paso acelerado de varios pelotones de infantería. La he visto después dormida por los espíritus, dar comunicaciones parlantes y escribientes de Jesús, de María, de Juan el Bautista, de Pablo el apóstol y otros muchos espíritus.
-¿Y qué decían esas comunicaciones?
-Que debía someterse todo a la voluntad de la médium, que rezara mucho, que llamara al Señor en todas mis tribulaciones, que me bañara diariamente para purificarme, que no usara para mis dolencias corporales de ninguna medicina de la Tierra; y sí únicamente del agua magnetizada, pues sólo con dicho procedimiento saldrían de mi cuerpo los centenares de espíritus que me atormentan.

Me aconsejaban también que faltase a mis deberes conyugales, siendo la médium la designada para guiarme en todo y por todo en los diversos senderos de mi vida. Y yo, aunque mi razón rechazaba mucho de lo que oía cedía después y hacía cuanto me ordenaban los espíritus: rezaba oraciones repetidas; y continuamente clamaba ¡Señor!

¡Señor! ¡Ten misericordia de mí! Pero Dios no me oye, y mi casa es un trasunto del infierno, mi esposa maldice al Espiritismo todas las horas del día, mi hijo mayor me ruega con lágrimas y caricias que no arruine la familia, pues en dádivas a la médium he gastado más de mil duros, producto sagrado de las economías de mi esposa.

Me encuentro mal, muy mal, yo no tengo sosiego en ninguna parte, estoy enfermo, muy enfermo, mi hijo quiere curarme que es médico, la médium dice que sólo ella puede salvarme, pues solo por su medicación se separan de mí los innumerables espíritus que me atormentan, y hastiado de mí mismo, sin saber a quien creer, descontento de mis acciones, vengo a que Vd. me diga qué debo hacer, porque la verdad es, que hay momentos que digo: ¿Si habré perdido la razón?

-No hay miedo que le suceda tal desgracia, porque en medio de todo Vd. ve claro, puesto que no le satisface la miserable farsa que están representando delante de Vd.
-¡Ah! No señora no; yo no puedo creer que espíritus elevados aconsejen el olvido de todos los deberes sociales.
-Ciertamente, Vd. es juguete del engaño más miserable.
-Es que la mediumnidad de esa mujer es innegable, que otros muchos han presenciado en su casa verdaderos fenómenos.
-Si yo no le niego que su mediumnidad sea efectiva, pero no todas las
mediumnidades son aceptables; no crea Vd. que el ser médium es sinónimo de ser un dechado de virtudes, hay médiums que trastornan medio mundo ayudados de espíritus afines a su modo de ser, y hacen un mal uso de su mediumnidad como indudablemente lo hace esa mujer que le induce a Vd. a vivir de un modo inmoral, convirtiendo su casa en un infierno, haciéndole malgastar los ahorros de su familia, quitándole por completo su fuerza moral, puesto que su mismo hijo tiene que reprenderle por su mal proceder.
-Y de nada sirve mi continuo ruego, pues yo siempre estoy diciendo: ¡Señor! ¡Señor! ¡Ilumíname!
-Palabras huecas son sus exclamaciones, ahora es cuando ha dicho Vd. de corazón ¡Señor! ¡Señor! Puesto que ha venido a pedir un consejo, y se lee en sus ojos una verdadera decisión.
-¡Ah! Sí, sí; quiero salir de esta situación angustiosa, que en mal hora conocí el Espiritismo.
-Es que Vd. del Espiritismo no conoce más que una amarga irrisión porque no se ha querido tomar el trabajo de leer, de estudiar, de aprender el porqué del porqué.
-Lo creí innecesario puesto que el fenómeno lo veía ante mí.
-Pero ignoraba la causa que producía aquel efecto, no sabía Vd. que los buenos espíritus no podían aconsejarle que abandonara su familia, ni que desechara los adelantos de la ciencia. Bueno es que se acuda al consejo espiritual cuando en la Tierra se hayan agotado todos los medios, cuando los hombres más sabios digan: no hay esperanza de salvación, entonces, y solo entonces, es cuando se debe preguntar a los espíritus si tienen algún remedio para aliviar aquel mal, cuando se haya trabajado, cuando se haya atendido debidamente a la ciencia terrena.
Parta Vd. del principio que los espíritus no vienen a convertir a los hombres en seres inactivos, que todo lo dejan a la iniciativa de los de ultratumba, porque entonces la comunicación sería perjudicial en grado máximo.

Los espíritus, téngalo Vd. muy presente, vienen únicamente a demostrarnos que la vida es eterna, que el Espíritu es el artífice que construye su infierno o su paraíso, que no hay mal pensamiento sin correctivo, ni buen deseo sin recompensa; vienen a decirnos que en las grandes tribulaciones nunca estamos solos, porque nuestros padres, amigos, o guías y protectores, nos acompañan de más cerca o de más lejos, según la inminencia del peligro y según nuestro adelanto moral o intelectual.

Vienen a decirnos que no atentemos contra nuestra vida, porque sería el remedio mil veces peor que la enfermedad, vienen a evitar el suicidio de muchísimos desventurados, vienen a pacificar a innumerables familias que viven en una guerra continua, vienen a unir a muchos matrimonios desunidos por los vicios de él, o por el mal carácter de ella, vienen a demostrar de un modo innegable la grandeza de la vida, y en manera alguna a producir disturbios, escándalos y atropellos, y si hay espíritus que conservan odios implacables, si en el espacio tenemos enemigos de otras existencias, para defendernos de sus asechanzas, tenemos nuestro criterio, nuestra razón, y obras muy bien escritas por Allan Kardec, que están al alcance de todas las inteligencias, donde se encuentran las aclaraciones necesarias para conocer quienes son los espíritus que se comunican, no precisamente por su nombre, pero sí por sus intenciones, por la índole de sus consejos.

-¿Y cuando falta el tiempo para estudiar?
-Cuando hay voluntad nunca falta: El tiempo que se emplea en asistir a la sesión, puede ocuparse en leer primero lo más esencial.
-En eso ya tiene Vd. razón.
-Y lo creo que la tenga; los médicos, los abogados, los notarios, los ingenieros, los militares, todos estudian varios años, ¿Y quiere Vd. que el Espiritismo, la relación con los seres invisibles no necesite más estudio que todas las carreras terrenales?
-Por desgracia tendré que convencerme que dice Vd. la verdad.
-No se apesadumbre por eso, que perdiendo se aprende, pero la razón natural dicta que si nos engañan nuestros parientes y amigos, con los cuales tenemos íntimo trato desde los primeros años de nuestra vida, mucho más expuestos estamos de ser engañados por aquellos que no vemos.

Sabemos que los muertos viven, porque la comunicación ultra-terrena es innegable, pero no sabemos las intenciones que abrigan respecto de nosotros, no podemos confiar en sus palabras, sino en nuestros hechos, porque ningún Espíritu nos dará más que aquello que legítimamente nos pertenezca.

Es tan perjudicial tener fe en los espíritus, como creer en la intercesión de los santos. Los primeros podrán, si nos aman, inducirnos al bien, podrán ser un elemento poderosísimo para nuestro adelanto, pero no nos pueden quitar ni un adarme del peso de nuestras culpas.

-De manera, que no tengo más remedio que leer y estudiar.
-Ante todo separarse por completo de esa médium engañadora, si se siente
predispuesto estudie, y si su Espíritu lo rechaza como tarea enojosa, olvide por completo el Espiritismo, que a pesar de ser luz esplendorosa; es tan densa la sombra de la ignorancia, que consigue a veces extender un velo de espesa niebla sobre el sol resplandeciente de la verdad; y el que como Vd. vive envuelto en tan negros crespones, un rayo de luz le ciega; para Vd. el racionalismo quizá no le dé fruto sazonado, piense únicamente en el bienestar de su familia, que es lo que más le interesa.

Se fue nuestro interlocutor y serias y dolorosas reflexiones llenaron nuestra mente, lamentando que la ignorancia haga tantas víctimas y convierta el día del infinito en tenebrosa noche.

El Espiritismo, que viene a descifrar tantos misterios y a dar solución a tantos problemas, que viene a producir tanto bien, en poder de seres ignorantes es materia explosiva que puede ocasionar la muerte, porque muerte es la desunión de la familia y el desconocimiento de la ciencia.

Terrible es la ignorancia en todos los terrenos, pero en el Espiritismo es más perniciosa su influencia, y por lo mismo los espiritistas racionalistas debemos levantar una cruzada en contra de ella.

El espiritista ignorante es fanático, supersticioso, se deja arrastrar al ridículo y es el arma poderosísima de que se vale el jesuitismo para derribar la fortaleza de las verdades reveladas; y a su trabajo de zapa tenemos que responder con nuestros incesantes consejos en favor de la instrucción.

El espiritista tiene que leer mucho las obras de Allan Kardec, primero porque contienen las principales enseñanzas; las de Flammarión, después, porque se engrandecen las aspiraciones del hombre ante la contemplación del infinito; las de Pezzani, Jacolliot y Torres-Solanot, porque demuestran la antigüedad del Espiritismo y otras muchas más que no queremos enumerar por no pecar de difusos.

No hay que decir que no se escribe en Espiritismo para todas las inteligencias, no; el sabio y el ignorante encuentran en la prensa espiritista todo el alimento que necesita su Espíritu, y debía ser obligatorio esa instrucción no admitiéndose en los centros espiritistas a ninguno que no hubiese acreditado haber estudiado los preliminares del Espiritismo; que hasta el que no sabe leer puede estudiar, pues nunca falta en ninguna agrupación, alguno que sepa leer y explique lo que lee. El que carece de instrucción es porque quiere, y lo repetiremos cien y cien veces: nada en el mundo nos causa miedo, nada; pero donde decae nuestro ánimo, donde temblamos presintiendo un gran peligro, es ante los escollos de la ignorancia.
Es necesario conocer la verdad porque sólo ella nos libertará de la ignorancia.

Amalia Domingo Soler



"[…] Fernández Colavida me mandó la colección completa de su Revista, las obras de Allan Kardec y una carta cariñosísima. Cuando yo me vi dueña de los libros de Kardec por los que tanto había suspirado, mi alegría fue inmensa​​."

Amalia Domingo Soler


“Hablan de ropas, comentan la vida ajena, se quejan del servicio y de la caristia de la vida. ¿Son solamente capaces de hablar a las otras mujeres? Nada de imaginación activa, sentimientos desbordados, racionales que las eleven de la marginalidad común. Son indolentes en instruirse. Adoran los esplendores de la ciencia pero si las sustenta con el enorme numero de páginas de un libro que les es ofrecido para que se documenten, las asombra.”

Amalia Domingo Soler


Justa, evidente, fácil y sencilla
se ostenta la verdad sin duda alguna;
en él la preferencia á nadie humilla,
ni existen preeminencias de fortuna;
que en el Espiritismo sólo brilla
la nobleza del alma y no la cuna,
porque el espiritista es el obrero
del único progreso verdadero.

Amalia Domingo Soler
Ramos de Violetas



La calumnia

¡Calumnia abominable!… el luto y el espanto

difundes por do quiera: ¡Fatal es tu misión!

Los ojos más serenos anublas con el llanto

y arrancas despiadada, la paz del corazón.

.

En todas partes dejas tristísima memoria;

unida estás al hombre con invisible imán.

Profanas con tu aliento el libro de la historia

y crédito los siglos a tus sofismas dan.

.

A veces el acaso te arroja de tu trono

y pierdes en un soplo tu fuerza y tu poder;

mas tornas a la lucha con implacable encono

y a la verdad humillas volviéndola a vencer.

.

La condición humana acepta a la impostura

y la verdad rechaza cual sombra que da horror,

y si al mortal no halaga la ajena desventura

escucha indiferente la queja del dolor.

.

Es triste confesarlo; mas con desdén profundo

contempla la desgracia la turba mundanal.

¡Ay!… Pobre del que llora, que le desdeña el mundo

porque sus ayes turban su impura bacanal.

.

Amaos unos a otros, nos dice la escritura,

y odiarnos mutuamente, nos pareció mejor,

la envidia y la calumnia que son de igual hechura

buscáronse y se unieron con fraternal amor.

.

¡Qué mundo tan pequeño es este que

habitamos!…

sin duda por sarcasmo se llama a esto vivir,

cobardes y mezquinos en todo nos mostramos:

la educación tan solo nos llega a corregir.

.

Mas queda la semilla del mal en nuestro pecho

y siempre fructifica con tal fecundidad,

que el más leve accidente presenta claro hecho

que el hombre lleva el germen en sí de la impiedad.

.

¿En esos otros mundos será mejor el hombre?

Sin duda debe serlo si está cerca de Dios.

¿Tendrá distinta forma…? ¿tendrá distinto nombre?

¿irá como en la tierra de su codicia en pos?

.

No, no; debe ser grande y hallarse revestido

de un algo poderoso que irradie clara luz:

debe ostentar su frente el sello bendecido

que a la virtud legara, el que expiró en la cruz.

.

¡Oh! ¡cuánto anhela mi alma llegar a esas

regiones!

aquí me falta espacio, aquí me falta fe:

pues veo luchar tan solo mezquinas ambiciones

y no encuentro los seres que en mi ilusión soñé.

.

¡Oh! Ser Omnipotente; que acabe mi destierro.

¡Qué lenta es mi agonía…! termine mi sufrir;

aquí mi frente oprime un círculo de hierro…

permíteme que muera para después vivir.

.

Vivir entre otros seres, sin que calumnia impía

arroje en mi camino su rayo destructor;

en donde siempre brille el luminar del día

en donde encuentre el alma inextinguible amor.

.

Ese amor noble y grande, inmaterial, profundo,

amor que desconoce la pobre humanidad;

¡oh! tu Dios bondadoso: arráncame de un mundo,

donde hay hombres que niegan la luz de tu verdad.

Amalia Domingo Soler




La Confesión

Tiene la Iglesia Romana

algo humillante en su rito,

que el pecador más contrito

lo tiene que rechazar.

En su culto hay servilismo,

en su dogma hay vasallaje,

y si del hombre el ultraje

a Dios pudiera llegar.

.

Ciertamente que se ofende

a la majestad divina,

con esa forma mezquina

que han dado a la religión.

De Roma, bolsín sagrado,

sale, se extiende y circula

el gran papel de la bula,

de fácil aceptación.

.

Las reliquias y rosarios,

los breves y las dispensas

reportan sumas inmensas…

a la casa del Señor.

¡Parece como imposible

que el hombre, un ser tan pequeño,

se haya convertido en dueño

del poderoso Hacedor!

.

Le asocian a sus miserias,

le unen a sus mezquindades,

a sus torpes liviandades,

y a su loca vanidad.

Esa religión cristiana

le exige al hombre un tesoro;

según ellos, con el oro,

de Dios se alcanza piedad.

.

Ministros del fanatismo,

¿por qué os dais falsos derechos,

para analizar los hechos

del infeliz pecador?

¿Y con oculto espionaje

profanáis el santuario,

y vais al confesonario

en nombre del Redentor?

.

Y absolviendo a vuestro antojo

a esos cristianos ilusos.

conseguís con vuestros usos

sus decretos sorprender.

¿Quién sois, míseros mortales,

para juzgar los pecados?

¡Ciegos por ciegos guiados,

todos tendrán que caer!

.

Dios tan solo debe oír

nuestra confesión contrita;

¡pobre humanidad! medita

y comprende la verdad.

No des a otro pecador

un espíritu divino,

no le entregues tu destino,

ni tu propia voluntad.

.

No hagas tu casa en la arena

que el mar sus cimientos baña;

edifica en la montaña

que no arrastra el aluvión.

No hay ningún hombre en la tierra

que no conozca el pecado;

a todos ha dominado

una vez la tentación.

.

Es el sublime Evangelio

la voz del Omnipotente,

en él brilla refulgente

la razón y la verdad.

Se han sucedido los siglos,

y pasó ¡oh! mundo tu infancia;

ya es tiempo que tu ignorancia

se pierda en la eternidad.

.

¡Oye, siglo diez y nueve!

Tu adelanto es poderoso;

mas te falta ¡oh! gran coloso,

ir de la verdad en pos.

Porque la ciencia no basta

para evitar pesadumbres;

moraliza tus costumbres

¡y conocerás a Dios!

Amalia Domingo Soler



"Nunca el hombre en su carrera solo se encuentra, jamás; siempre adelante y atrás encontrará quién le guíe; alienta vive y sonríe, ten valor y llegarás."

Amalia Domingo Soler











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