Almuerzo de domingo

El viento golpea los palos de la luz, los cables no tensados.
Altísima es la tensión aunque aquí no sucede
nunca nada. Se eleva y camina la gran sombra
de la tierra al cielo, de la cama al salón.

El domingo tintinean los sonidos
de los cubiertos en los bordes de los platos.
Las mujeres enseñan a estar callados y compuestos
con trayectorias de miradas indirectas

Sara Ventroni
Traducción: Beatriz Castellary y Maria Grazia Calandrone


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