Ciudad de los reyes

Pero esta noche Clayton es tan solo una carta,
entre cuyos renglones deambulan tres o cuatro carajos,
referencias más o menos precisas al porqué y para qué,
y la sueco rumana descarada que hizo de mi vida
el paraíso más negro de que tengo memoria.

Ingenuamente Clayton quema sus naves en la quinta página,
y habla de la vida que puede terminar en el amor,
aunque supone que hemos de estar en pie toda la noche
para alcanzar esa aurora.

Carta la suya que no leí antes debido me imagino
a un sorprendente instinto de conservación
y también, aceptémoslo, a que ignoro el inglés

Ya que se insiste en ella sobre lo que subyace debajo de los muertos,
el arte no es el mar sino tan solo lo que sostiene al mar y flota en él,
y me pregunta Clayton, se pregunta,
¿porqué nos es tan duro vivir en este mundo?
y luego de maldecir la reputación Maidenform de las limeñas
a fin de cuentas, que sentido tiene, porqué debo morir.

Entre tanto, es de noche, no hace frío y han pasado tres años.

Puedo decir que vivo, que he vivido como un condenado,
que escribí dos poemas aceptables
y mandé traducir el postergado y largo mensaje del buen Clayton.

Tres años han pasado, se han pedido refuerzos,
distintos personajes dicen las mismas cosas,
la sueco rumana fornica en la platea,
alguien grita y se arroja desde un palco, llueve en el escenario,
el público cansado de aplaudir y pifiar
se entretiene en desvestirse mutuamente, como quien no quiere la cosa
y yo dale que dale, impenitente, cubierto de basura,
preguntando porqué debo morir.

Cosa grave dirás, cuando ya no se busca el famoso sentido de la vida
y se rastrea en cambio una razón para irse al otro mundo
de allí que esto no sea sino una piedra para romper semáforos,
una señal de alarma, nada de soluciones,
aunque alguna palabra por su cuenta se lance a quitar hierbas del camino puesto que no hay camino, puesto que mi camino son mis pies
y tus pies son el tuyo.

Aquí entiendo porque te hablé al comienzo de Clayton y su carta,
todo este ansioso tiempo que pase sin leerla
he caminado sobre el mismo sitio,
como suele decirse, estuve cavando mi propia tumba,
y la inmovilidad no es precisamente la razón que buscaba.

Tú podrás explicarme
como fue que concebimos la peregrina idea de vivir,
la pendejada del amor eterno, toda esa gran fachada de cartón,
con destinos reducidos más tarde a tu saliva.

Séame permitido recordar ya en escena,
la platea colmada de verdugos oír sus manos rotas aplaudiendo
la caída del telón sobre nuestras cabezas, la triunfal seda de la Guillotina.

Séame permitido recordarte antes de ello,
largo gemido de oro en hoteles cubiertos por la nieve
y recordarme, verme, zapato desconfiado dibujando tu nombre
entre las hojas de la Place de Pepluie.

Creía, entonces, cosas, buscaba una palabra para sobrevivir.

Era Paris entonces un altillo del Hotel des Nations
y el amor como un pozo que cavamos a golpes en las noches feroces
sin saber que la vida requiere de la muerte, muriendo sin morir.

O es que una sola vez, bajo mi cuerpo
me viste tras de un vidrio humedecido, ordenaste llorando mis cabellos.

Si alguien ahora nos preguntara que cosa es un altillo, una moneda, Frank Sinatra cantando por un franco en la Gallerie de L´Odeon
sonara tu memoria como una casa sola
y yo envejecería estoy seguro en algún aeropuerto de esta tierra, esperándome.

Clayton tiene razón,
las únicas estrellas nos aguardan en el fondo del pozo
y solo son posibles cuando ya no lo son.

Nadie durmió jamás en un altillo,

Paris no existió nunca.

¿Que cosa es una noche frente al mar?

No hay mas ciudad que esta ciudad vacía
ni más sueño dorado que el insomnio,
estos papeles húmedos y vanos.

En las Casas de Cita, a estas alturas del verano
se insiste mas que nunca, hay buenos tragos.

Y si no hacemos el amor este año,
al menos, mirando hacia otro lado, haremos el amor.

No estaremos en pie toda la noche esperando la aurora
no por ello, querida, seremos más amargos,
no por ello seremos menos ágiles,
acaso así encontremos una buena razón para morir
y dejemos de ser, como dice Clayton
el cuerpo solitario en la ribera,
para ser la ribera, el río mismo,
dos cuerpos abrazados que al hundirse, se salvan.

César Calvo


“Duermo donde me sorprende la noche y el deseo... no puedo dormir muchas veces bajo el mismo techo, ni en la misma ciudad ni con el mismo cuerpo...”

César Calvo


El sabio
               
Permaneció en la ventana 
durante largos, largos años, viendo 
caer las hojas, la nieve, viendo caer 
las hojas 
la nieve.
Cuando se acordó de sus hermanos 
éstos ya eran un pedazo de hierba.
Él durmió feliz: aquella noche 
descubrió que los árboles 
pierden sus hojas, que la nieve es blanca.

César Calvo


El retorno
               
Todos los rostros se desprenden
De nuestros ojos caen como cáscaras los años
Sin embargo debemos sonreír como ese espejo
Donde un soplo borró la imagen más amada
Y desteñidos paisajes se aniegan en lo oscuro

Hasta que sentimos sobre nuestros ojos
Las primeras paladas de tierra
La última caricia inacabable
Y nos reconciliamos con nuestra procedencia

Así ha ocurrido siempre y así tendrá que ser
Y luego de la helada corriente y luego
De enterrada la luna entre sus aguas
En el siguiente día
El mismo solo muere por una sola vez
Caerá como un río sobre campos sin memoria

César Calvo


Homenaje a freud
               
Tú dirás que en el vientre de mi esposa 
aguardé nueve meses para nacer, y es cierto 
que he nacido, pero luego 
como que nos dejaste confundidos 
hablándonos del mar desde tu tina 
de porcelana rosa, Segismundo, mi viejo.

César Calvo


“No sé, hermano… no podemos hablar de las mujeres porque cada mujer es diferente de todas las demás, y es diferente de sí misma, cada mujer es un mitin, un montón de gente, que varía de un momento a otro. Yo tengo la suerte de que la memoria me sea visitada todos los días por algunas de las Chabucas que conocí. Y me alegra la memoria y me la llena de sol.”

César Calvo


Nocturno de vermont
               
Me han contado que también allá las noches 
tienen ojos azules 
y lavan sus cabellos en ginebra.

¿Es cierto que allá en Vermont, cuando sueñas, 
el silencio es un viento de jazz sobre la hierba?

¿Es cierto que allá en Vermont los geranios 
inclinan al crepúsculo, 
y en tu voz, a la hora de mi nombre, 
en tu voz, las tristezas?

O tal vez, desde Vermont enjoyado de otoño, 
besada tarde a tarde por un idioma pálido 
sumerges en olvido la cabeza.
Porque en barcos de nieve, diariamente, 
tus cartas 
no me llegan.
Y como el prisionero que sostiene 
con su frente lejana 
las estrellas: 
chamuscadas las manos, diariamente 
te busco entre la niebla.

Ni el galope del mar: atrás quedaron 
inmóviles sus cascos de diamante en la arena.
Pero un viento más bello 
amanece en mi cuarto, 
un viento más cargado de naufragios que el mar.

(Qué luna inalcanzable 
desmadejan tus manos 
en tanto el tiempo temporal golpeando 
como una puerta de silencio suena).

Desde el viento te escribo.
Y es cual si navegaran mis palabras 
en los frascos de nácar que los sobrevivientes 
encargan al vaivén de las sirenas.

A lo lejos escucho 
el estrujado celofán del río 
bajar por la ladera 
(un silencio de jazz sobre la hierba).

Y pregunto y pregunto:

¿Es cierto que allá en Vermont 
las noches tienen ojos azules 
y lavan sus cabellos en ginebra?

¿Es cierto que allá en Vermont los geranios 
otoñan las tristezas?

¿Es cierto que allá en Vermont es agosto 
y en este mar, ausencia…?

César Calvo


Preguntas y penunbras

¿Y si de pronto huyeran
el valor y el destino
-como alas- de este pájaro
que me lleva a los vientos
o a la muerte?
Tal vez mañana mismo.

Si de pronto volara
de mi pecho
el corazón, cayera
como llave en un pozo:
¿Tú abrirías la puerta, cruzarías
al umbral a mi paso señalado?
Buscando entre los muertos

Es a ti a quien hablo,
a ti que creces
como una larga herida
en mi memoria, a ti que ignoras
como yo
los tatuajes de mi brazo. Es
a ti a quien hablo.
El cuerpo del hermano.
Bajo mi cuerpo
tiéndete, acerca tus oídos
a la tierra: ¿Oyes cómo mis manos
te acarician, como el mar suena
todavía
desde tu corazón?
Nuestro cuerpo encontremos.

Tras la puerta, otro fuego
devora las montañas,
los sueños
y los hombres. No digas
nunca: “hay tiempo,
hay tiempo”. Tal vez
mañana mismo,
buscando entre los muertos
el cuerpo del hermano,
nuestro cuerpo encontremos.

César Calvo


Se escribe un poema para sentirse el centro del
mundo.

Se escribe un poema para hacer más fraternos a
los hombres,
o sea para intentarlo,
o sea para que la poesía sirva para alguna cosa.

Se escribe un poema para no sentimos el centro
del mundo.

Se escribe un poema para ahuyentar a una
muchacha.
Se escribe un poema para sacarle un par de libras
a un amigo.

Se escribe un poema para ayudar a la Revolución.
Se escribe un poema para que los maridos nos
odien mucho más.

Se escribe un poema para que el poema nos
acompañe,
para no estar tan inexplicablemente solos.

Se escribe un poema para duplicar el orgasmo
o al menos para ponerle un espejo delante.
Se escribe un poema para no tener tiempo de hacer
otras cosas,
como por ejemplo para no tener tiempo de sufrir.

Se escribe un poema para que nuestra tía más
querida
pueda decir a todos que tiene un sobrino que
escribe un poema.

Se escribe un poema para rascarse la barriga en
la playa,
para emborracharse en Surquillo sin que a uno lo
asalten los señores chaveteros,
para darse un descanso entre polvo y polvo,
para hablar de ello en el Instituto Italiano de Cultura,
para que a uno le consientan todo,
para que a uno no le consientan ni un comino.

Se escribe un poema para que los psiquiatras no
nos cobren,
y para que aquella rubia se sienta inmortalmente
poseída,
y para que los hermanos como Angel Avendaño no
sientan tanto frío
en las prisiones,
y para que el general Velasco lea estas líneas
y sepa que Avendaño sigue preso
por orden de una culebra disfrazada.

Y se escribe un poema para viajar a los congresos
de escritores
con todos los gastos pagados,
y para ponerle el cascabel al gato, .
y para poder comer con la mano en los salones
Si nos viene en gana,
y para morirse de hambre,
y también para no morirse de hambre,
y para quedar como un perfecto cojudo en todas
partes,
y para usar calzoncillos de colores sin que se nos
acuse de maricas,
y para que ciertos cadetes nos dejen a solas con
sus novias
creyendo que lo somos.

También se escribe un poema para no afeitarse
nunca,
para ir al baño sin remordimientos,
para ir al comedor sin remordimientos
para ir al dormitorio sin remordimientos,
y se escribe un poema para sentirse culpable de
todo
y con esos materiales llegar a escribir algún poema.

Y también se escribe un poema para reírse a gritos
y para vivir también se escribe un poema.
Y para tener un pretexto para no vivir
etcétera.

Y a propósito de etcétera:
se escribe un poema para no escribir cosas peores,
como cartas de amor, cartas financieras, facturas
por pagar, tratados de filosofía miraflorina,
y se escribe un poema por incapacidad,
cuando se ha fracasado como wing derecho en la
selección del colegio, cual es mi triste caso.

Y se escribe un poema para intensificar la vida,
como dice Stéfano Varese.
y se escribe un poema, finalmente, se escribe
un poema
para que en algún lugar del mundo, mañana o
para que en algún lugar del mundo, mañana o dentro
de veinte años la pareja que está por suicidarse
alcance a leerlo, y desista, desista por
lo menos unos días, y comprenda que la vida
es siempre hermosa
a pesar de la vida … y a pesar del poema.

César Calvo


“Ser poeta es ponerse en manos del destino.”

César Calvo Soriano











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