"La más elevada de las regiones es la del ser supremo, su residencia. Consiste en espíritu puro no mezclado con materia de ninguna clase y libre de todo tipo de imperfecciones. Es denominada Sat Desh o Sach Khand. Allí no hay mente, solo espíritu puro. Esa región es tan extensa que todo el resto de la creación por debajo de ella no parece más que una pequeña nube flotando en su cielo. Está habitada por vastas multitudes de espíritus puros que no están sujetos a la muerte ni a cambio alguno. Sus habitantes son completamente felices. Luego viene la segunda gran división llamada Brahmand, la división central. Es de un orden de creación muy elevado, en su mayor parte espiritual, pero esta división está mezclada con mente y otras clases muy finas de materia. En realidad la mente está hecha de un tipo de materia muy sutil, no tiene conciencia propia y para su vida y funcionamiento depende completamente del espíritu. Esta gran división es el reino de la mente universal. En su descenso de Sach Khand, todas las almas se revisten aquí de su aparato mental con el propósito de entrar en contacto con los mundos inferiores. Esta mente es desechada en su viaje de regreso ascendente hacia la fuente. En esta gran división están situados todos los paraísos de las grandes religiones del mundo, la mayor parte de ellos en las partes más bajas de ella. Comparada con los mundos físicos, esta región es también muy extensa y está subdividida en innumerables regiones o planos, mundos sobre mundos, habitadas por una infinita cantidad de seres muy refinados, muchos de los cuales piensan que están en el cielo más alto. Luego viene la tercera gran división, la más baja, el universo físico. Se le conoce con el nombre de Pind. En ella están todos los soles, lunas, estrellas y planetas y todos los innumerables mundos observados por nuestros astrónomos y mucho más allá del alcance de sus más potentes telescopios, aún existen muchos otros universos cuyo número es imposible de calcular. La tierra es solo uno de los planetas pequeños pertenecientes a uno de los soles de este sistema...
Su sustancia, aunque muy tosca si la comparamos con los mundos más finos que hay sobre ella, es extraordinariamente muy sutil si la comparamos con la sustancia de la tierra… Su luz posee una intensidad mucho mayor que la que vemos en nuestro universo físico. Tiene sus leyes y características particulares. Es un plano de vida específico, el primero de las innumerables series de tres dimensiones que se extienden hacia arriba más allá de los planos terrestres. Así que incluso este plano físico nuestro es únicamente una de estas series de tres dimensiones dispuestas en escala ascendente. Por debajo de nosotros hay otros planos de vida más toscos y pobres y sus habitantes son de un orden de ser más bajo que el nuestro. Por regla general, los habitantes de un plano ignoran totalmente la existencia de todos los planos que hay sobre ellos… En esa región hay soles, lunas y estrellas… sus habitantes son de muchas clases, viviendo de distintas maneras y dedicados a varias ocupaciones… Viven y mueren aproximadamente como nosotros y pasan a otras regiones según les impelen sus karmas. Tal es el orden de la creación, plano sobre plano, mundo sobre mundo, universo tras universo, en una infinita sucesión y variedad. Constituye una hazaña el romper las ataduras de un plano y llegar hasta regiones más altas. Para hacerlo, uno ha de capacitarse para una residencia permanente en la región superior. No es necesario que se quede allí permanentemente pero tiene que capacitarse para ello. Tiene que dominar cada región antes de pasar a la siguiente más alta. Hecho esto, ha de aprender los secretos que le permitan derribar las barreras interpuestas en su camino… no será inoportuno el hacer, a propósito de esto, una ligera mención del más importante y vital de los principios de todo progreso: obtén maestría del lugar donde te encuentras; luego pasa a un grado más alto… Habiendo roto las ataduras del cuerpo físico, nuestro viajero sube ahora al primero de los mundos superiores. Pero aún no ha entrado en la ciudad que constituye la primera estación verdadera del Camino Real...
En cada región por la que pasa el viajero descubre nuevos continentes, nuevos mundos y se encuentra con sus habitantes. Contempla sus moradas y sus modos de vida. Los estudia. Quizá esté allí de visita durante meses o incluso años antes de seguir adelante. Luego pasa a planos superiores. Puede que el viaje requiera muchos años, dependiendo todo de las dificultades que cada uno encuentre dentro de sí mismo, de su karma y de la aptitud general con la cual empiece el viaje."

Julian Philip Matthew Johnson
Con un gran maestro en la India. Nueva Delhi: RSSB. 1996, pp. 235-236
Tomada del libro El cerebro invisible de Carlos L. Delgado, página 268-269-270




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