"Volveré más tarde. Al parecer su hermano había desaparecido y luego encontró a la niña y de repente quiso lanzarse al mar pero una mano providencial sobre su hombro lo evitó. 
Se sentó en un coche celular de la policía, al lado de su padre. Sus ojos estaban cansados y mojados. Le susurraron que intentara dormir, pero estaba demasiado cansada, no respondía y la llevaron a casa. En el umbral su madre la esperaba con sus zapatillas en las manos y la niña se deslizó junto a ella y vio a sus abuelos en la cocina.
Siéntate, preciosa, le dijeron.
¿Nunca os habéis dado cuenta de que sufro? Su padre la sujetó por los brazos y su madre, que estaba justo detrás de ella, la acarició en silencio el pelo. La niña tenía miedo de moverse hasta que su padre la soltó y se sentó:
Tu hermano está muy cansado. Necesita dormir.
Oyó cómo su madre le pedía a la gente que se marcharan y que ya se pondría en contacto con ellos. Cerró la puerta, entró en la sala y besó a la niña en el cuello, la boca y los ojos susurrando: Ayúdame. La niña se coló en la habitación del hermano y se inclinó sobre él, pensando en la Nochebuena, la ingenuidad de la muerte, la tristeza, el equilibrio de la vida y en el cielo que se oculta tras la oscuridad y la lluvia."

Vigdís Grímsdóttir
Grandavegur 7


"Voy a pensar en ti en Nueva York. Te imagino en la cafetería Fourth Avenue, mientras una china con delantal blanco te sirve un café. No puedo entender por qué siguen señalando con el dedo la mesa junto a las escaleras. De repente me doy cuenta de por qué. Es porque estás ahí sentado con tu espalda hacia mí y no sabes que estoy aquí. Susurro que no permaneceré más de un minuto, paso ante tu mesa y te toco ligeramente el hombro. Llevas un vestido azul, me miras y me sonríes. ¡Qué hermosa sonrisa tienes! Hay una cortina a través de las escaleras, nos sentamos en un punto intermedio en los escalones. Nunca olvidaré es rato en las escaleras del restaurante Fourth Avenue. 
Voy a pensar en ti en Nueva York. Te imagino en un bar de New Hafran bebiendo piña colada, en realidad es ya la cuarta ronda. Quizás estás algo borracho y hablas de mudarte a un nuevo apartamento. Pienso en el parquet de la sala de estar. Tu piel es preciosa, pero tu espalda es realmente hermosa. Cuando el camarero trate las bebidas, me empuja. Me las arreglo para abrir el bolso y sacar una carta tuya. Te sigo en la calle de manera frenética. Te imagino en todas partes."

Vigdís Grímsdóttir
Z: una historia de amor










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