A Dios le digo

"Tú me habías entregado
este cariño tan claro,
no me dejes, por favor,
solita sobre esta tierra.
Lo amo tan solo a él
eso lo sabes muy bien;
si se ha marchado tan lejos
no ha sido por no quererme;
transparentes se deslizan
las lágrimas en su rostro
y en cuanto a mí, me he quedado
huérfana y sin alegría,
llorando, mi pobre alma
vaga detrás de sus huellas,
en el día y en la noche
como la tierra más clara
hierve en medio de mi alma;
se desliza por mis venas
y solo soy para él.
Que regrese sin tardanza
a abrazarme bajo el sueño,
que me acompañe un ratito
mientras alumbre la luna;
y que su boca sonriente
se apriete a mí con fuerza;
entonces he de sentir
sobre el olvido, alegría."

Ida Talavera
Traducción del guaraní al castellano: Susy Delgado


Lo que yo sé

Lo que yo sé no lo aprendí en los libros
ni me lo dijo nadie,
surgió como surgen las lágrimas,
como el grito de un niño
traspasando las sombras,
como el agua que surge de la tierra
para calmar la sed infinita del hombre.
Lo aprendí de los rostros macilentos,
del correr silencioso de las lágrimas
de todos los hambrientos,
de los cuerpos raquíticos y enfermos
de una legión de muertos
que marchan por criminal desierto.

Lo aprendí del error y del desprecio,
lo aprendí de las mujeres grávidas
abandonadas por los hombres necios,
que una vez satisfechos sus instintos
primitivos , no emulan a las fieras,
que en medio de las selvas
cuidan a sus cachorros y sus hembras.

Lo aprendí de los niños harapientos
que se ganan el pan por esas calles,
aprendices precoces de la vida,
sin fe, sin ilusiones ni esperanzas,
pero llenos de angustias y de heridas!

Lo que yo sé no lo aprendí en los libros
ni me lo dijo nadie,
lo aprendí de las negras amarguras
y la crueldad humana
que sin cesar emana
como un manantial de la espesura,
como la sangre tibia que borbota
de las arterias rotas.
Lo aprendí del veneno
que algunas almas vierten
sin medida ni freno,
sembrando la calumnia en su camino
como negra vendimia,
fruto del egoísmo y de la envidia.

Lo aprendí de los parias , los mendigos,
los infelices que no tienen nada,
los que llevan la sombra de la noche
en el fondo del alma agazapada,
los que caminan solos por criminal desierto,
para quienes el hambre y el tormento
jamás tienen un puerto!

Lo aprendí de los tristes,
de los guachos,
para quienes no existen
ni leyes ni justicia,
victimas indefensas
de la estulticia humana.

Lo que yo sé no lo aprendí en los libros
ni me lo dijo nadie, no te asombres,
lo aprendí del cansancio que he leído
en el rostro del hombre,
que marcha tropezando en la tiniebla
sin encontrar solaz,
llevando la tragedia dibujada
por la mano cruel de la injusticia
en su pálida faz.

Lo que yo sé no lo aprendí en los libros
ni me lo dijo nadie,
lo aprendí de los ricos, los avaros,
los que adoran los cobres,
los grandes financistas que succionan
la sangre de los pobres,
los que nunca sintieron la miseria
empobrecer su sangre,
ni fueron golpeados en el rostro
por el puño esquelético del hambre.

Lo que yo sé no lo aprendí en los libros
ni me lo dijo nadie,
lo aprendí en los ranchos miserables
donde viven los pobres,
seres analfabetos, visionarios!
que esperan la justicia de los hombres,
pero los hombres todos de la tierra
están aun en la sombra , quieren guerra!
envueltos por la noche que los cubre
como un inmenso manto,
no ven ni les importa el triste llanto
de los desamparados,
que viven en pocilgas, como bestias!
de la mano de Dios , casi olvidados.

Ida Talavera


Mujeres de mi tierra

A todas las mujeres de mi tierra,
mujeres campesinas
que luchan por el pan de cada día,
llevando entre sus brazos
el pedazo
de su propia existencia,
dedico esta poesía .

La mujer guaraní,
la valiente, la mártir, la impagada,
el mástil de la Fe,
la cumbre del dolor.
La del manto raído,
la que sostiene el cesto en su cabeza
y va hollando, descalza, los caminos,
la frente erguida, la mirada firme,
enfrentando serena su destino.
La que soporta el frío y la tormenta,
llevando sobre el hombro
la cruz de su martirio,
la heroína de los ranchos de adobe
que es la madre y el padre
de sus hijos,
la que jamás pidiera recompensa;
la mujer guaraní,
fiel en su amor y dulce y olvidada,
fuerte como el lapacho florecido,
fuerte como ninguna y resignada.
Yo beso en este instante,
reverente,
las sayas que las cubren
y el manto de percal
que las preserva
del sol y de la lluvia.

Mujeres de mi tierra,
dulces como los frutos
que picotean los pájaros;
orgullo de este suelo
de azahar y jazmines,
luna redonda y triste
de caminos perdidos
y tierra colorada,
de canciones nostálgicas,
de guitarra y guaranía.

Ida Talavera


Toviru Rekove

Yvyra rogue piru
ndereraháva yvytu;
yma nemitã aja
iporã pe nde roky,
nde pire rovy asy
omomimbi ysapy
oúrõ yvytu kangy
nde rovápe, neretữ,
neporã, nerendypu,
revava, rejeroky.

. Ha upéi katu mbeguemi
. oguahẽ ára paha
. nde rekovépe guarã,
. ndepiru, ha upéi re'a
. ha yvytu ndereraha,
. ha upe rire rehendu
. nerenóimaha nde sy.

Ama pytu ndejopy,
yvýre neakuruchĩ,
ho'a nderehe pytữ.
Vokóike tenonderã
yvyguýpe ndetuju,
yvy guive rejupi
yvyra rakã jyváre
ha hu’ãme remimbi,
overa ha hendypa
nde rova pytã asy
hu’ãitépe ndepoty
ha nde ári ojeroky
panambi morotĩmi.

Ida Talavera











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