A la luz del Candil

Esto me contaba mi abuelita: “Hace mucho tiempo, nuestros ancestros pasaban frío, y devoraban cruda la comida. Por eso, un día se reunieron, y decidieron arrancarle el fuego a Jaguar, dueño y propietario soberano de la candela. Sin embargo, había un problema muy grande: Jaguar vivía en la ribera opuesta del caserío y como era tiempo de lluvia, el río crecía mucho, y se hacía imposible vadearlo.

-¿Quién crees que podía cruzar el río sin ahogarse, y traer el fuego a nuestros abuelos?-me preguntaba mi abuelita, que aprovechaba la pausa de la narración para darle una chupadita a su tabaco.

Yo:-Lagartija de Río, pues…

Ella:-Perfecto: Lagartija de Río. Lagartija de Río se apiadó de nuestros antepasados, y hela aquí: se lanza a la corriente, y ahí va cantando en una canoíta hecha de espuma burbujeante.

-¿Qué quieres?- le preguntó Jaguar al verla entrar a su casa.

-Supe que estabas enfermo, y vine a cuidarte- le contestó Lagartija de Río.

Jaguar estaba tiembla que tiembla de escalofrío, a pesar de tener unos tizones debajo de la hamaca, en un brasero. La lluvia seguía cayendo. El viento violento violentaba la vivienda.

-Voy a mantener los carbones encendidos.

Jaguar oyó que eso decía Lagartija de Río, por eso le ripostó enseguida:

-Me parece una idea muy buena.- Y se echó a roncar con toda confianza.

Aprovechando el sueño de Jaguar, Lagartija de Río se puso a hacer pis sobre las ascuas. Jaguar, al escuchar el psss.psss-psss, se despertó. Miró hacia  abajo, y vio que los carbones  estaban por apagarse.

-¿Qué pasa con el fuego?- preguntó gritando.

-La lluvia se filtra por los agujeros del techo y algunas gotas ha caído en la vasija-respondió ingeniosamente Lagartija de Río.

Jaguar seguía temblando por la fiebre, y se echó adormir de nuevo. Lagartija de Río, entretanto, pescó unos destellos de la chispa y los escondió entre los repliegues de su cresta, y continuó con su lluvia sobre el resto de la lumbre hasta dejarla convertida en cenizas. Después salió a la aldea a toda prisa, camino del río.

Jaguar se despertó alarmado. El resplandor había desaparecido del recipiente. Lagartija de Río había desaparecido del lugar. Se levantó furioso, ruge que ruge, y rugiendo salió al solar y vio allá, distante, a Lagartija de Río surcando el trillo, yendo en volandas en dirección de la ribera.

En el camino, los micos aullaban para darle ánimo, para que corriera más de prisa y Lagartija de Río corre que corre, y Jaguar detrás de ella; en el camino, las aves trinaban para darle ánimo, para que corriera más de prisa, y Lagartija de Río corre que corre, y Jaguar detrás de ella…los micos aullaban, las aves trinaban ,y Jaguar corre que corre ,y Lagartija de Río que estaba en la orilla y los trinos que micaban y las aves que aullaban y Lagartija de Río (no mires hacia atrás, por favor) ¡ZAS! se lanzó al agua y comenzó a patinar mágicamente sobre las ondas agresivas de la corriente, en tanto que un halo rojillo le flotaba sobre la cresta que vibraba en el viento.

En este lado, estaban nuestros padres t…r, t…r, t…r…, tiritando de frío y con los dientes que les castañeaban, pero cuando vieron llegar a Lagartija de Río con el primer carbón encendido, diríase que el sol de la alegría se había reflejado en sus rostros.

Desde aquel momento, los hombres tuvieron luz en sus hogares y fuego en las cocinas para calentar la comida y ahumar la carne; y desde aquel momento también, los jaguares empezaron devorar la carne cruda. Además, por ello, y, desde entonces, la lagartija del río, conocida también con el nombre de meracho o  cachipolato, perdió su cresta.

¿Te gustó el cuento que me contaba mi abuelita a la luz del candil?

*Los nombres Jaguar y Lagartija de Río que aparecen en el cuento son sustantivos propios, por eso no llevan artículos.
*Las expresiones “los micos aullaban” y “los trinos micaban” son propios de la visión mágica de la cultura autóctona.

Arysteides Ikuaiklikiña Turpana



"El nombre de América, aplicado a nuestro
continente es reciente… En el idioma de la nación Dule,
se le conoce y se le seguirá conociendo por su
verdadero nombre: Abya Yala."

Arysteides Turpana
Tomada del poema génesis de abya yala de Giovanna Benedetti


La policía colonial

Desembarcaron los bárbaros…compañeros
la sangre entinta el Archipiélago
las pestilencias de estas bestias enlodan de luto los hogares
y mancillan a nuestras mujeres

Mírales
en medio de rifles y cervezas mastican como caballos viscosos
sus voluptuosidades no tienen límite
ni número sus horrendos crímenes
de la Patria nuestra una sola tumba
han llegado los asesinos
desembarcan los bárbaros…compañeros

Arysteides Turpana


Mi hogar queda entre la infancia y el sueño

En el pueblo donde nací
hombres y mujeres
se alimentan de peces y
mariscos
—dule masi—
en el pueblo donde nací
bajo pulsación de tinieblas
se oyen chirriar las hamacas

En mi pueblo marino
al llegar la pesca de tortugas
brotan flores en el cocal
y trae el Viento del Sur
perfumes de ciruelas:
así llegan las lluvias
allá en mi pueblo
junto al martes
más allá del arrozal devastado
por saínos

Un grito claro, fuerte:
hasta las cañas blancas
de mi casa llega
el viento

Podrá haber mil ojos saturando
la casa
Junto al fogón de leñas verdes
cuando mi sensual corazón
pagano
deje de latir para siempre
Pero apenas dos lágrimas
familiares
correrán sobre la tumba que
espero

Se apagó el farol de mi cayuco
cubierto de sombras, helado,
busco una voz humana
—sólo chapaleteo de remos—

Gitché Manitú se rodeó de violencias
y bajó de nuevo a las praderas fúnebres
fue juntando miembros al cuerpo
y al cuerpo otros cuerpos solidarios
y con señales de humo los despertó:
resurrección de bisontes

Arysteides Turpana


Para mis noches complicadas

Un templo de paz son tus labios
Ambos embrujados hasta el éxtasis
Nos fundimos tiernamente
En cuerpo y alma
Como un solo árbol
Mecidos por eléctricos vendavales

Arysteides Turpana



Wago

Wago. Me llamo Wago. El Espíritu Primero. El que al abrir los ojos y sin saber cómo, de repente, me encontré conmigo mismo, de pie, en medio de un ballet de jazminados perfumes.
Wago. Me llamo Wago. Hombre de Albahaca me llamo yo: El Espíritu Primero que vaga flotando como la brisa en la brisa; el Espíritu Primero, el Primer Aliento, el Primer contemplador de la Floresta, el Primer Habitante de la Foresta.
Wago. Me llamo Wago. El Rodeado de Luz. El Iluminado. El Resplandeciente. El Espíritu de las Dos Antorchas. El aliento de la Luna, el Aliento de las Estrellas.
Wago. Me llamo Wago. Al encontrarme conmigo mismo, me encontré con el regazo abierto de la madre, recibiéndome: oh mamatierra.
Wago. Me llamo Wago. El Espíritu Primero. El Primer Hermano del Río; el espíritu Primero entre el Viento de Oro; el Espíritu Primero entre el Viento de Plata, el Espíritu Primero en otear los valles y las llanuras, las montañas y los cielos, las nubes y los cerros: oh, Hermano Sol.
Wago. Me llamo Wago. El Espíritu Primero, El Primerísimo, que, alumbrado, iluminado y cubierto por los rayos de la luna fui descubierto por las estrellas.
Wago. Me llamo Wago. El Espíritu Primero, el Primero que se paseó en medio de las risas de las Flores; el Primeo que vio los árboles cubiertos en blusas multicolores y trajes silvestres y un collar de frutas rodeándoles la garganta
Wago. Me llamo Wago. El Espíritu Primero. El que al abrir los ojos y sin saber cómo, de repente, me encontré conmigo mismo, de pie, en medio de un ballet de jazminados perfumes.

Arysteides Turpana











No hay comentarios: