A pesar de mí

"A veces me desnudo en llanto
y me resquebrajo en risa.
Me desvelo ante el viejo fantasma
atormentando del sin deseo
que genera en mi la ira.
Y me golpean las ondas feroces
de la impotencia infinita,
disfrazando mis sentidos de
viento huracanado,
de ansiedad nociva.

Intuyo que a veces me miento
y me levanto contra la corriente
en franco duelo,
a sabiendas de la escasez
militante en la voluntad
que me habita.
Me vuelco a los abismos
intentando vaciar la fetidez,
dejando espacios habitables
para las nuevas caricias.
Me ufano de los lauros
de cruzadas perdidas,
a cambio de arrastrar el lastre
o de de perderme en mí misma.

A veces,
sólo a veces dejo ser
a la cautiva,
la mujer que juega a elefantes rosados
con las gárgaras alcoholizadas de la inercia,
que se esconde en los callejones
tras barriles amontonados,
entonando un ruego silente ante el ocaso.
A pesar de mí
me pierdo,
y me reencuentro en la bruma,
desprovista de soles
para amaneceres nuevos,
y me hallo desnuda
nueva vez
ante mi misma."

Jael Uribe


En la brevedad del tiempo

¿Cómo hacerte corto y contundente?
engullirte en los trozos de metales 
en las sobras de silencio.
Besarte los relojes, las sombrillas de verano,
los sonidos de invierno.
En esta ola de otoño
ser lágrima de aguja y aspaviento.

Ser la prisa del hierro
cabeza de flecha y 
la piel adulterada del verbo.
Saberte cotidiano, etéreo.
Despojarte los juicios de amarillo,
pulirle los ojos al pasado
desmantelado tu nombre desde el féretro.

Hacerte, sabiéndonos.
Amanecerle las ganas al augurio,
a ese canto reposado que duerme.
Amarte con la niebla de los pasos,
con silbido de sepulturero.
Desparramar los adioses extintos
en la que agoniza silente.
Esa voz sangrando olvido, 
lloviendo sobre las sienes.
Vierte savia sobre el árbol 
tatuándote en el torso un vientre.

Hacerte corto
tras el lapsus moribundo,
el ahora florecido.
Un jinete cabalgando hacia la muerte.

Va acallando el gemido en la seda.
Una flor sobre la tumba clama el réquiem:

-¡Entierro!- Grita el eco de la hora
caminando despacio 
acelerando bocas, piernas, brazos, dientes.

Nos hacemos vaivenes en las puertas,
ida y vuelta en el minutero,
tintineo precipitándose en el viento.
Luz perpetua en la oscuridad infringida. 
Duelo.

Este hacernos negándose al exterminio,
ceniza y carne en los perfumes del tiempo.
Resucita entre líneas con las ganas repetidas
su grito sonámbulo sin pésame.

¡Esta brevedad de vida!
repleta de letras inertes,
hablará de las horas sin abrazos,
de los nombres silenciados,
de este hacer sin hacerte.

Jael Uribe
   El poema pertenece a la obra “De la Muerte al Fénix”, de 2016.



Mañana será tarde

Mañana,
hay que ponerle luces a las almas,
soplar los desconsuelos
y anidar en la constancia.
Exprimir el ocaso y
extraerle el jugo
bañarse en su sapiencia hasta
que trine el alba.
Se aproxima el tiempo de la huida,
de caminar el arco iris de cabeza
y reencontrarse con la casa dorada.
Han pasado los segundos mordidos
de indiferencia
nuestras horas como estrellas están contadas.

Mañana, hay que correr
para alcanzar el ayer antes que nazca
y ponerles los acentos a las letras que faltan.
Que un discurso sin vocales se enarbole
en el verbo.
Se requiere valentía
para amedrentar con silencio las palabras.

Mañana no habrá sol en la luna
si se apagan las sonrisas.
Si la huida nos sorprende con la autoestima doblada
y un Sur que apunta al norte
de una bandera blanca.
Mañana será tarde...
¡Mañana no habrá nada!

Jael Elizabeth Uribe Medina mejor conocida como Jael Uribe 


Yo también sé de otoños

"¡Yo también sé perderme, señores!
Arrastrarme
Doblarme
Partirme,
…levantarme…

Yo conjuro en la lengua las flechas,
y conozco la fe repentina en las miradas,
el amor repartido en burbujas de carnes
el dolor resucitado en la llama.
¡Yo conozco el azote, señores!

El sabor de los puños cerrados.
una espina cabalgando en mi frente
no claudica, no se cansa.

He visto horror en las bestias, señores.
la palabra indecisa mutilada.
el regreso del Norte ataviado de otoño
y el clamor de las alas apuradas.

Yo conozco las noches "castigo"
las orgías solitarias.
Orificios de lunas me redoblan las noches
laberintos de fuego gravitando en la fragua.

¡Yo conozco la niebla señores!
Yo también me he sentido olvidada."

Jael Uribe





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