A una ausencia

"Tengo los ojos hechos para verte
y los labios compuestos para el beso,
y el corazón tan solo que no advierte
más que ese nombre tuyo en todo impreso.

Como si caminara hacia la muerte,
a tu memoria voy y no regreso
mientras este ancho mal de no tenerte
me amarra una tristeza a cada hueso.

Soy como el ave que olvidó su nido
y, herida por tu falta, en vano quiere
hallar el tacto amable de tu rama.

Tanta ausencia me ausenta hasta el sentido
y hasta la poesía se me muere
al saber que tu voz no la declama."

Ramón Graells Bofill


Juramento

Nuestros dos corazones estarán siempre unidos 
Por un imperceptible acueducto secreto 
-invisible para otros – con los que compartimos 
El río de las lágrimas que brotan de la vida. 
De la tuya o la mía, qué más da… Se confunden 
Las dos cuando hay tormenta, cuando toca a rebato 
La angustiada campana de la supervivencia, 
Cuando el viento contrario nos hace sentir frágiles. 
Lágrimas de calibres distintos, según nazcan 
De una alegría súbita que se entra en nuestras almas 
Caliente, embriagadora, como un sol repentino 
Que surgiera de pronto de detrás de las nubes 
Cuando somos felices y sentimos ardiendo 
Un gozo que nos llega muy dentro, hasta los tuétanos, 
O de esa agria tristeza afilada que emerge 
Siempre que tropezamos con la piedra imprevista 
De cualquier desencanto que nos hace inseguros, 
Vulnerables como aves en el ojo profundo 
De un huracán que intenta arrancarnos las plumas 
De la esperanza. Somos de los privilegiados, 
De los pocos que quedan ya sobre este planeta 
Practicando el oficio de compartirlo todo 
Mientras, en nuestro entorno, otros se despedazan 
En nombre de una ley más antigua que el mundo.

Ramón Graells Bofill


La casa

Hay grandes humedades de nostalgia        
en las paredes de mi corazón. Es como      
si una gran noria interminable, uncida    
al asno testarudo del recuerdo            
vertiera sin parar sobre mi sangre        
aguas pretéritas de aquel río umbrío      
que antaño navegué contra corriente.      
Y yo mientras,rogando, suplicándote        
que accedas a encalar los muros míos      
del corazón, a darles una mano            
de futuro. Pero no lo consigo.            
Entretanto, vuelven y se acomodan          
tranquilamente, sin impedimentos,          
las cosas del ayer en los estantes        
vacíos de esta casa hecha de sombras      
donde dicen que habito, donde siempre      
pasáis de largo tú y la madrugada,        
donde la noche crece y vaga, ociosa,      
por los largos pasillos de esta casa      
del brazo de tu ausencia. Y una mano      
que yo no sé de dónde habrá salido        
me reescribe en la frente aquel proverbio: 
“La casa es la tumba de los vivos”…

Ramón Graells Bofill


Soliloquio

¿De qué te habrá hecho Dios, soledad mía?          
¿De qué te habrá hecho Dios? Cuando se apague      
la tarde, tú serás en la tiniebla                  
una gota de luz en que buscarme.                  
Yo no sé si serás, soledad mía,                    
la dulce hermana del silencio grave.              
¿Qué tendrás? ¿Qué tendrás que me hablas siempre  
cuando ya nunca nadie quiere hablarme?            
¡Qué breve es la llamada del camino!              
¡Qué breve el peso frágil de mi carne!            
Más allá de mis noches no hay reposo;              
más allá de la vida... ¿quién lo sabe?            
Soledad, soledad, en ti me pierdo                  
para buscar mi lumbre en tus instantes.            
Espero. espero siempre. Y en mi espera            
dispuse un hueco para ti en mi nave.              
Y cuando surque yo el mar de la muerte            
y el postrer aire azote mi velamen,                
nada querré contigo en la otra orilla:            
contigo, soledad... ¡tengo bastante!

Ramón Graells Bofill



Tú:                                                
a veces me transportas de nuevo hasta la infancia  
del pupitre y la escuela, de lluvia en los cristales 
y del coro solemne de los niños leyendo            
en voz alta la Biblia. Por tu culpa rechina        
la herrumbrada memoria de este cristiano viejo      
que enmoheció a falta de lubricarla el uso.        
Tú:                                                
emulas las trompetas de Gedeón, con esa            
fuerza recóndita con la que cada día                
derribas las murallas que el mundo alza a tu paso  
esgrimiendo el ariete,demoledor y cálido            
de esa palabra tuya nacida de un coraje            
que hace de cada sílaba su mejor catapulta.        
Tú:                                                
como Moisés hiciera, partiendo en dos la mar,      
separas a ambos lados del camino las ruinas        
de esas murallas torvas que antes desmoronaste,    
extendiendo el cayado de tu voluntad.              
Luego,                                              
ya con el paso franco, reanudas la marcha          
para alcanzar cuanto antes la tierra prometida.    
Tú:                                                
sabes hacer del monte llanura en un instante.      
Multiplicas a diario tus panes y tus peces          
para saciar el hambre de los que van contigo.      
Resucitas a Lázaro cada vez que consigues          
que un alma se despierte y sabes como nadie        
andar sobre las aguas del lago de las lágrimas.

Ramón Graells Bofill


Ven a mi soledad

"Ven a mi soledad... que no hay espejos
en donde no me mire yo sin verte,
que es oscura la luz cuando te marchas
y sabe a pan el hambre cuando vienes...

Ven a mi soledad... Que tu palabra
descerraje el silencio para siempre,
que el arado temprano de tus besos
ponga un sueño de surcos en mi frente.

¡Ven a poblar la casa en que no habito
y aventa la ceniza de mis sienes,
que no quiero esperar toda una vida
a que se llame como tú la muerte...!"

Ramón Graells Bofill








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