Bodas de oro

¡Que largo es el camino
para este tren tan viejo,
con cincuenta vagones
bajo el humo negro!

Cargado de ilusiones,
de sueños y recuerdos,
el tren gime en las curvas
y brama en los descensos.

Hacia un nuevo destino,
el tren sigue ligero;
una estación hay nueva
y en ella un beso nuevo,
que habrá de ser tan dulce
como lo fue el primero.

¡Dios mío que lejanos...!
¡Que lejanos están aquellos besos!
Los recuerdo entre ansiosos y robados,
por las calles sin luz de nuestro pueblo.
Cuando la noche se llenó de estrellas,
para vernos soñar con un “te quiero”.  

Ramón Sorribas Espinosa

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