De aquí a morir hay mucho trecho todavía

De aquí a morir hay mucho trecho todavía.
Y espero desde el canto la visita
de la que ha de llegar a cada cita
con un paso de triunfo noche y día.

Llegará como siempre, dura, impía,
a anunciar nuevas muertes cuando invita
a comenzar la marcha hacia la ermita
antes de abrir la sombra más sombría.

Algo queda invencible ante la muerte:
queda el canto, la danza y la guitarra
y la belleza queda y la poesía.

Que nunca cede nada y no es inerte
sino siempre que vive y nos amarra
el amor para siempre en su porfía.

Rafael Valera Benítez


El hijo del amor

"Impávido, el deseo me desnuda,
me da su plenitud, me torna huraño,
tan gozoso de siempre como antaño
el mar en su belleza testaruda.

Yo sigo su esplendor: me da su ayuda
con terrestre dulzura de rebaño,
de modo tan radiante, tan extraño
que el área del amor deviene ruda.

Soy todo de pasión en la medida
del tiempo enamorado, sin salida
entre el alba y la noche suspirando.

Entonces doy por puro lo que tengo,
y hallo, sin saber de donde vengo,
todo mi cuerpo en el amor temblando."

Rafael Valera Benítez


Se fue desnuda

Se fue desnuda, libre, por el viento
tan blanca como vino. Primavera
penúltima del sueño, luz primera
dinastía del arpa tras su acento.

Nunca probó la miel ni el alimento
del espejo del mar, del muro. Entera
su palabra nacía en la pradera
como el doncel más joven del lamento.

Vino y se fue su cuerpo: hervor, aurora
de todo amor yacente. Alta, a deshora,
volvió los ojos verdes tan callada

Que todo sobre el aire enamorado
menos del trino aquel y su armonía
el trino de su frente desolada.

Rafael Valera Benítez




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