El amor errante

Filas de caserones de vieja arquitectura
que en el portón ostentan el signo de la cruz;
sobre la calle hosca pasa la noche obscura
como un fúnebre paño. Ni una voz, ni una luz.

En esta casa tuya, quizás en las ojivas
entre el silencio grave de la calleja sola,
tejieron un murmullo de pláticas furtivas
un linajudo hidalgo y una dama española.

Mas, hoy es, ¡oh Señora! Un rondador nocturno,
un bardo trashumante de rostro taciturno
quien coloca la ofrenda de amor a tus umbrales.

Y quien, bajo la noche, frente al balcón florido
se angustia al ver el sacro blancor de tu vestido
que cruza vagamente detrás de los cristales.

Ramón Ortega


La convalesciente

Cuerpo de monja virgen, por el ayuno laso.
Yo vi sus ojos húmedos de inmaterial ternura;
y, de la piel suntuosa que envuelve su estructura,
miré, en aquella noche, más transparente el raso.

Pálida enferma llena de su melancolía;
cuerpo con el prestigio de los marfiles viejos;
era su voz tan tenue como un rumor de lejos;
toda ella era un perfume que se desvanecía…

Cuando marchó a su estancia me dió su mano breve
y yo la vi alejarse con un andar tan leve,
que era un frú-frú de alas el eco de su planta…

Y quise -en la suprema tensión de mi cariño-
mecerla entre mis brazos, como si fuese un niño,
para que se durmiese con una canción santa.

Ramón Ortega




Sensitiva

Mi soneto no es como las orquídeas triunfales
que se abren a la sombra de tus tibios salones,
ni cual los crisantemos de frágiles puñales
que decoran el Sevres azul de tus jarrones.

Es más bien una planta de marchita verdura,
que repliega sus hojas si una mano la mueve;
si un aurífero rayo del buen sol la tortura;
si la agitan los soplos de la brisa más leve.

Así cuando divaguen tus augustas miradas
por este libro lleno de rimas perfumadas,
entre las que mi estrofa se desenvuelve esquiva,

mi soneto, al contacto de tu mano armoniosa,
y al sentir que le baña con tu lumbre gloriosa,
recogerá sus hojas como una sensitiva.

Ramón Ortega


Verdades amargas

Yo no quiero mirar lo que he mirado 
a través del cristal de la experiencia, 
el mundo es un mercado donde se compran 
honores, voluntades y conciencias. 
  
Amigos... es mentira... no hay amigos 
la verdadera amistad es ilusión 
ella cambia, se aleja y reaparece 
con los giros que da la situación. 
  
Amigos complacientes sólo tienen 
los que disfrutan de ventura y calma, 
pero aquellos que abate el infortunio, 
sólo llevan tristezas en el alma. 
  
Si estamos bien nos tratan con cariño, 
nos buscan, nos invitan, nos adulan, 
mas si acaso caemos, francamente 
sólo por cumplimiento nos saludan. 
  
En este laberinto de la vida, 
donde tanto domina la maldad, 
todo tiene su precio estipulado, 
amores, parentesco y amistad. 
  
El que nada atesora, nada vale, 
en toda reunión pasa por necio; 
y por nobles que sus hechos sean, 
solo alcanzan la burla y el desprecio. 
  
Lo que brilla no mas tiene cabida 
aunque brille por oro lo que es cobre, 
lo que no perdonamos en la vida 
es el atroz delito de ser pobre 
  
La estupidez, el vicio y hasta el crimen 
pueden tener su precio señalado. 
Las llagas del defecto no se miran 
si las cubre un diamante bien cortado. 
  
La sociedad que adora su desdoro 
persigue con su saña al criminal 
mas si el puñal del asesino es de oro, 
enmudece... y el juez besa el puñal. 
  
Nada humano es perfecto, nada afable, 
todo está con lo impuro entremezclado. 
El mismo corazón con ser tan noble 
cuantas veces se encuentra enmascarado. 
Que existe la virtud... yo no lo niego, 
pero siempre en conjunto defectuoso, 
hay rasgos de virtud en el malvado 
hay rasgos de maldad en el virtuoso. 
Cuando veo en mi paso tanta infamia, 
manchándome la planta de tanto lodo, 
ganas me dan de maldecir la vida 
ganas me dan de maldecirlo todo. 
A nadie habrá de herir lo que aquí digo, 
porque ceñido a la verdad estoy. 
Me dieron a beber hiel y veneno 
hiel y veneno en recompensa doy. 
Pero si tengo la palabra tosca 
con estas líneas turbias y sin nombre, 
doblando las rodillas en el polvo 
pido perdón a Dios... pero no al hombre.

Ramón Ortega









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