El anafre, la tinaja y el bastón

Como tanto me escuece el corazón
le he quitado su pulsada
lo he sacado del chaleco en que me habita
y una vez amonestado
ha seguido allí tan sosegado
que no siento los detalles de la música que lleva.

Orden tengo
de no estarme en el empleo
abriéndole las mangas al perdido
buscando en los archivos de los días
                                                             carcajadas
que remeden el compás del existir 
                                                         queriendo
componer para el que pasa
un ronquido
                     una mirada desde el pecho
un abrazo
                 un desahogo a media voz.

Ya sabe usted cómo pende el bienestar
de su peinado
                       el aseo
                                   las costumbres
y que el cliente es nuestra presa 
y bien sabemos lo que quiere o va a aguantar.

Es preciso
que quien sirva en estos nobles menesteres
se rasure hasta el envés de las axilas
se abotone sus corruptas oquedades
rebusque de memoria en nuestro libro
y no se rasque ni se suene el embrión.
(¡Qué van a decir si no los parroquianos!)

Si quiere usted permanecer en nuestra nómina
conviene que sepa fríamente
                                                que el trabajo
bien pagado
nos separa de la piedra 
                                      de la planta
                                                          el animal.

En fin
que todo se nos quiebra
porque olvidan los humanos
la parroquia
                     el documento
                                            su número de crianza
que le ofrecen la segura eternidad.

Por eso hoy
como todos los días en que arribo a mi jornada
he dejado el corazón en el garaje
lo he puesto en la trastienda
confundido en la antigualla

pequeñito

sin señal que lo distinga
del anafre
                 la tinaja
                               o el bastón.

Rei Berroa


Jardín prohibido

"Esta mano conoce.
Lleva en la memoria
la piel de un aire
que beso quiso ser.

Se sonroja esa cara.
Deseó vivamente caricias,
soplos olvidados, tal vez,
¿en qué surcos del tiempo?

Se mueve esta palma sobre el mar.
Apenas fue el tacto
de ese brazo a la palabra
y al ojo buscó por la rodilla.

Ahí termina ese muslo.
Más adentro hay canciones,
ríos en donde moja la alegría
sus raíces de cristal, a veces hojas.

Este hombre no se queda.
De lo alto viene al libro,
pintando estos desnudos
con la sangre en la cabeza.

Aún es temprano en ese cuerpo
y sus pétalos le son prohibidos
a esta edad de labio y levadura.
Como las rosas."

Rei Berroa


Un niño no es más que una paloma cuando anda

"Esas blancas alas
que vienen a posarse en el alero de la casa
a lo claro desafiando el leve
peso inconfundible
de la nieve interminable de estos días
y luego caminan con torpeza
y miran
a través de las ventanas,
se preguntan:
)cómo pueden los humanos
vivir allá adentro encarcelados,
sin nieve o lluvia en el invierno
sin verde y aire en el verano?

)Serán del mismo 
tiempo o de la misma geografía
esos seres pequeñitos
que salen tan alegres a la calle
y bajan y suben las colinas
nevadas de los parques 
y parecen imitarnos a nosotras,
las palomas, cuando andan?"

Rei Berroa



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