El Esoterismo cristiano

En Occidente, que hace veinte siglos que vive según los principios de la religión cristiana, no vamos a exponer sus dogmas. Trataremos solamente de esbozar los principales aspectos del esoterismo cristiano, sin abordar su modo espontáneo, místico y poético. Nos limitaremos a estudiar las principales organizaciones iniciáticas, cuya existencia está testimoniada sólo por pruebas indirectas, pero que gracias a circunstancias excepcionales se han podido sorprender.

Teniendo la filiación auténtica de la Tradición un valor decisivo, es necesario remontarse a la fuente de la predicación evangélica, pese a la oscuridad, sin lugar a dudas voluntaria, de que se mantiene rodeada. Entre los judíos piadosos que vivían en Palestina en los tiempos de Jesús, el testimonio de Flavio Josefo permite distinguir tres tipos de fieles: los saduceos, casta sacerdotal que interpretaba el Pentateuco literalmente, los fariseos, fieles a una Tradición oral de costumbre y finalmente Ios Esenios, unidos en una comunidad de tipo pitagórico y de una alta espiritualidad. Desde hacía tiempo se sospechaba que Jesús habla estado familiarizado con esta élite esenia. El reciente descubrimiento de casi seiscientos manuscritos del ler siglo en Qumrân conteniendo sus escrituras, transforma esta hipótesis en una casi certeza. Por estos textos sabemos que los Esenios formaban una congregación muy secreta. Se llamaban entre sí “hijos de la luz” y denominaban a su doctrina “la nueva alianza”. Llevaban vida de cenobitas en las riberas del mar Muerto en un convento del que se han encontrado vestigios. La comunidad comprendía una triple jerarquía de fieles, los postulantes, los novicios y los iniciados, a quienes estaba reservada, después de tres años de preparación, la revelación de una gnosis. El rito principal consistía en una comida sagrada, tomada en común, precedida de una purificación. No admitían mujeres, no utilizaban dinero y prestaban un juramento que garantizaba el secreto. El superior de ellos, un sacerdote de la tribu de Leví y del sacerdocio de Aarón, era llamado “Maestro de Justicia”. Uno de ellos, probablemente, fue ejecutado y condenado por orden del Sanedrín. Es fácil comprobar el paralelismo de estos caracteres y de estos episodios con los del Cristianismo naciente. El brusco silencio hecho sobre los Esenios a la venida de Cristo deja suponer que reclutó entre ellos a sus primeros fieles.

Sin embargo, la enseñanza de Cristo superaba grandemente el cuadro ritual del judaísmo, en el que los Esenios habían querido permanecer y que él había respetado. Por la fuerza de los hechos, sus fieles, una vez muerto, se alejaron insensiblemente del culto del templo, hasta el momento en que nació un nuevo exoterismo. Jesús se refería principalmente al sentido espiritual de las Escrituras como lo manifiestan numerosos pasajes de los Evangelios: “Que el que sea capaz de comprender... Que el que tenga oídos escuche... Diré cosas ocultas desde el comienzo del mundo”. La superación del orden social está claramente enunciada en la frase célebre: “Dad al César lo que es de César...”

Después de la pasión, la sociedad cristiana primitiva no se diferenciaba aún de la comunidad esenia. Las asambleas comprendían tres tipos de miembros, los oyentes, los catecúmenos (o competentes) y los bautizados. Los catecúmenos no eran admitidos al sacrificio eucarístico. Los candidatos al bautismo no recibían el sacramento hasta haber sufrido un examen. El hecho de que el bautismo y la confirmación no pudieran ser conferidos sino una sola vez abogaría por un carácter iniciático y permitiría hacerlos corresponder con el grado de los misterios menores, en tanto que el sacramento de la ordenación correspondería a los grandes misterios. Muchos otros indicios testimonian el esoterismo de la Nueva Alianza, y especialmente el hecho de que el sacramento de la comunión fuera conferido bajo las dos especies, aunque hoy las dos especies sean utilizadas entre los ortodoxos sólo para todos los fieles.

Otros rasgos de una enseñanza reservada se encuentran en las epístolas de San Pablo: “Yo os he dado leche y no alimento sólido... O cualquiera que sea alimentado sólo de leche no comprende nada de los discursos de la Sabiduría”. Los textos de los Santos Padres hacen alusión a una “verdad que no es permitido contemplar a los catecúmenos”. San Basilio habla con más claridad aún “de una Tradición tácita y mística mantenida hasta nosotros... de una instrucción secreta que nuestros padres han observado... ya que ellos habían aprendido cómo es necesario el silencio para mantener el respeto del misterio”. Poco después los escritos "dionisianos" hablan de un “secreto que nuestros maestros inspirados han transmitido a sus discípulos por un tipo de enseñanza espiritual y casi celeste. Los iniciados de espíritu a espíritu... no estando hecha la ciencia para todos”.

Pero, judía de origen, la nueva religión no podía extenderse en el mundo antiguo conocido si no era utilizando el vehículo de la lengua griega. Esta simbiosis con el helenismo decadente se realizó en Alejandría, primera capital moderna, punto de unión de tres culturas, la egipcia, la hebrea y la helénica. Fue allí en donde, sin duda, adquirió los principales elementos de su vocabulario y de su dialéctica. Por largo tiempo, los libros herméticos fueron considerados por los sabios como los monumentos auténticos de la teología egipcia, inspirados por Thot, dios egipcio de la sabiduría, asimilado al Henoch hebreo, al Hermes griego y al Verbo cristiano. Los libros de Hermes contenían pasajes sobre la contemplación dignos de Plotino. Clemente de Alejandría, luz de la Didascalia, que habla conocido los misterios antiguos antes de ser bautizado, usó la misma terminología para hablar de la iniciación crística: “He llegado a ser santo desde que he sido iniciado... El Señor es el hierofante... Él pone su sello al adepto. Estas son las orgías de nuestros misterios. Venid y recibidlas”.

Pero el Cristianismo no podía conservar este carácter esotérico más que manteniéndose oculto. Todo cambió cuando Constantino lo aceptó como la religión del imperio y trasladó su capital a Bizancio. Al surgir a la luz general, la nueva doctrina debió darse una base legal, sacando el derecho canónico del derecho romano. Los cuadros de la administración imperial fueron utilizados por la Iglesia. Esta socialización era fatal, puesto que Cristo no habla tenido en cuenta una aplicación práctica de su enseñanza que implicaba prescripciones inaplicables al "mundo" y que fue necesario aplicar como “consejos de perfección”.

Todo lo que en el origen era esotérico fue cubierto por un velo. Las parábolas se consideraron como simples moralidades. Las verdades interiores, poco comprensibles a los cerebros medios, se transformaron en misterios. Los sacramentos que conservaban su valor simbólico perdieron paulatinamente su carácter reservado. Al mismo tiempo la doctrina cristiana no pudo escapar a un desequilibrio que provenía de la confrontación de su alta espiritualidad, con las exigencias de la vida ordinaria. El camino de Cristo apareció como particularmente difícil para ser seguido exponiendo a los fieles a los riesgos de una hipocresía permanente, como lo comprobó Kierkegaard cuando declaró el Cristianismo “no vivible”.

Pero la razón exigía su parte; se apoderó de la filosofía griega y creó la escolástica con su culminación, el racionalismo cartesiano. Las aspiraciones del espíritu, fueron satisfechas al mismo tiempo por la iniciación sacerdotal, la espiritualidad monástica o las numerosas organizaciones iniciáticas herméticas, artesanales o caballerescas que aparecieron en Occidente.

Durante ese tiempo, la Tradición cristiana oriental, que no conoció la escolástica, ni la Reforma, mantuvo, por su lado, la cadena de una espiritualidad de la que es testimonio la brillante sucesión de los padres griegos. Ésta parece haber desarrollado el método más que la doctrina. En efecto, si la metafísica de una doctrina se mantiene teóricamente, el método psíquico y práctico, que es su doble, realiza necesariamente sus virtudes por el poder de sus ritos.

Luc Benoist



"El  verdadero  simbolismo  no  es  arbitrario.  Brota  de  la  naturaleza,  que puede tomarse como símbolo de las realidades superiores, como lo pensaban los hombres de la Edad Media. El mundo les semejaba un lenguaje divino o mejor, como  decía  Berkeley,  "El  lenguaje  que  el  Espíritu  Infinito  habla  a  los  espíritus finitos”.  Los  diferentes  reinos  de  la  naturaleza  colaboran  en  este  alfabeto expresivo.  Las  ciencias  tradicionales  como  la  gramática,  las  matemáticas,  las artes  y  los  oficios  eran  empleados  como  bases  y  medios  de  expresión  del conocimiento  metafísico,  además  de  su  valor  propio,  pero gracias  a  ese  valor. Toda  acción  podía  llegar  a  ser  el  pretexto  de  un  símbolo  adecuado.  Incluso  los acontecimientos  de  la  historia  testimonian  a  favor  de  las  leyes  que  rigen  la manifestación universal. Esta analogía está fundamentada sobre la que relaciona el microcosmosy el macrocosmos, sobre la identidad de sus elementos y de sus energías.
Agregamos  finalmente,  para  la  correcta  aplicación  del  simbolismo;  que todo símbolo debe ser interpretado en sentido inverso, en cuanto a su perspectiva formal y no en cuanto a su significación intrínseca, como la imagen de un objeto en un espejo o en una superficie de agua está invertida con relación al objeto que refleja, sin que el objeto haya recibido ningún cambio. Lo primero o lo mayor en el  orden  de  los  principios,  llega  a  ser  lo  menor  o  lo  último  en  el  orden  de  la manifestación, lo quees interior llega a ser exterior y viceversa. En una palabra, el simbolismo es la llave que abre los secretos, el hilo de Ariadna que relaciona los diferentes órdenes de la realidad. Por él razonamos, soñamos y somos, ya que lo  recibido  en  todos  los  planos  es  también  un  caso  de  simbolismo,  igual  que  la analogía de las leyes físicas y psíquicas. Toda manifestación es un símbolo de su autor o de su causa. De esta manera el simbolismo no es sólo, como se supone, la fantasía  poética  de  una  escuela  literaria  o una  cualidad sobreagregada a  las cosas.  Forma  una  sola  cosa  con  la  realidad  misma  a  la  que  se  esfuerza  en manifestar  gracias  a  su  elemento  más  esencial  y  oculto,  su  forma,  su  ritmo,  su ademán.  El  simbolismo  es  un  caso  particular  de  la  ciencia  del  ritmo  entendida ésta en su más amplia generalidad, actividad creadora que se coloca en el origen de las demás manifestaciones visibles, audibles y experimentables, y que intenta reproducir todo rito tradicional."

Luc Benoist
El Esoterismo


"Es bajo la progresión rítmica del tiempo como nacen las formas."

Luc Benoist
anotado por Pablo Palazuelo en su “Cuaderno de Paris” (inédito). 1953




"Si el hombre hace convenientemente su oficio, el oficio hará a su hombre… Haced vosotros mismos a ese hombre completo de los orígenes, esa obra maestra de los últimos días. O más bien, sedlo vosotros mismos. Sólo entonces seréis un compañero consumado."

Luc Benoist
Tomada del libro El mensaje de los constructores de catedrales de Christian Jacq & François Brunier, página 75-76





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