1.

El declive de su pecho es una figura 
que su ánimo convoca para el sesgado
equilibrio de la cabeza: así el collar
circunda y cae sin dañar su fragil
idad: la fuerza.
De mirarla mirar: atrevimiento, le
dice, atrevida, y ella sabe que el crimen
se paga.
En lo breve de un anillo que desliza de
su dedo en el de él: el dedo en el anillo
como él en ella, simultáneos...en lo 
breve del doble anillo, doble misterio 
desenmascarado, su condena se cumple. 
Tanto cuerpo y tan poco, dice ella, y lo mira 
espiándole el nacimiento del lenguaje. 
El no tiene, allí, más que una leve 
septicemia de infelicidad.
Curaría ella su gravedad, haría de la
gracia el acto que entrara uno en otro,
como el anillo en el dedo elegido.
Atrevida en su falta de miedo, disfraza
la falta, se disfraza, a cambio de nada,
del fuego de la infancia, de nada, del
ardor y la risa sobre la piel desnuda.
En tanto, el cuerpo y la palabra son uno
para ella: dice dolor, y no puede 
soportarlo y amor dice y se le hace
agua la boca.
Atrevida, dice él, adorando lo oblicuo
a la altura de sus ojos, la cintura
con que ella le funda un lugar. “

Liliana Lukin


2.

El declive de su pecho es una figura 
que su ánimo convoca para el sesgado
equilibrio de la cabeza: así el collar
circunda y cae sin dañar su fragil
idad: la fuerza.
De mirarla mirar: atrevimiento, le
dice, atrevida, y ella sabe que el crimen
se paga.
En lo breve de un anillo que desliza de
su dedo en el de él: el dedo en el anillo
como él en ella, simultáneos...en lo 
breve del doble anillo, doble misterio 
desenmascarado, su condena se cumple. 
Tanto cuerpo y tan poco,dice ella,y lo mira 
espiándole el nacimiento del lenguaje. 
El no tiene, allí, más que una leve 
septicemia de infelicidad.
Curaría ella su gravedad, haría de la
gracia el acto que entrara uno en otro,
como el anillo en el dedo elegido.
Atrevida en su falta de miedo, disfraza
la falta, se disfraza, a cambio de nada,
del fuego de la infancia, de nada, del
ardor y la risa sobre la piel desnuda.
En tanto, el cuerpo y la palabra son uno
para ella: dice dolor, y no puede 
soportarlo y amor dice y se le hace
agua la boca.
Atrevida, dice él, adorando lo oblicuo
a la altura de sus ojos, la cintura
con que ella le funda un lugar.

Liliana Lukin



Fiesta

Vivir ardiendo y no sentir el mal
Gaspara Stampa

esto que apresura la penumbra no es un movimiento natural
determinado por la hora, el sol, las nubes, cierto aire de tormenta:
es la aflicción que vuelve y no tiene forma ni sonido, el derrumbe o
derrame de sentidos que imaginé más fuertes que la pena de los hechos:
actos pequeños, feroces, como de niños sin inocencia.

He disfrutado del poder de poder: asqueada me escucho gritar y
me padezco ante el oído ciego de lo hermanado que se desgarra.

¿qué importa lo que se dijo allí, contrastado en el ojo de un suceder
público y secreto, sus signos reptantes, su incontinencia mordaz?
Lo que se dijo no es mayor que lo que se hizo.

Alcanzar la calma, aceptar un vacío: limpiar un espacio en el pasaje
de las emociones: escuchar un silencio como ideas líquidas que cavan
el pensar, aceptar un vacío y ver con estupor que no hay vacío,
hay aflicción.

Liliana Lukin
Del poemario "El Libro Del Buen Amor".
Wolkowicz Editores
Primera edición, marzo de 2015
Argentina
Página 13



"Se acomoda 
como si fuera 
ella la que va 
a contemplarse. 
En esa creación 
de sí misma 
es más ella para él que cuando duerme. 
La mano con que protege su zona débil a 
la ternura vuelve de haber sido el hueco

para la mejilla oculta. 
Piensa en sentir como piensa en actuar: 
dando a su pensamiento el poder. 
Al verla espera que él tenga un vahído, 
que verla haga de su contención, de su 
entereza, desequilibrio y desazón. 
Está a la espera de ese pronunciamiento: 
cada parte de su cuerpo concentrada en

la corva, el cauce para escurrir un 
resto de figura y hacerse penetrar. 
Cuando eso suceda, él recuperará su 
centro, habrá tomado la entrega como 
quien recibe, y habrá dado todo, tanto al

mirar como al entrar. 
En el círculo de las sábanas el juego es 
profundo y sin final visible."

Liliana Lukin



"Uno de los círculos del infierno crece con su
cabellera, pero no es virtud, sino naturaleza.
De eso ella descansa. Anillada como un
ave, está presa de los pliegues del ojo
que no la ve.
Su dulzura permanece lista para volverse.
Soltando su cabeza, el equilibrio que hará
su corona con el encaje de la almohada
será un llamado, áspero en el aire, un
llamado a lo mismo de siempre, telas o
cobijas, transportada.
Lo que no hay, cuando destapa su piel
igual a todas, lo que no hay, si él la mira
a través, desaparece.
Iguales, se reconocen en el apretado fulgor
que provocan, en la duración que imprimen
a su propia comunión, en lo infernal
de un nervio tensado desde la felicidad
del arco y de la flecha.
Uno de los círculos crece con su cabellera.
Ella lo mira de través."

Liliana Lukin
Del poemario "retórica erótica"
Edición: Asunto Impreso. Buenos Aires. 2002









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