Atteriya (Reina de la noche)

Incluso a través de las ventanas cerradas se filtra en esta noche de Nikini Poya,*
un aroma tan húmedo que ahoga los sentidos. Abro la puerta
al jardín lavado de luna- Qué silencio bajo la luz dorada
de la inmensa luna Puya, las ramas y las hojas están todas inmóviles-
en busca de Atteriya, Reina de la Noche,
y la encuentran,enredada, al lado del muro, sus hojas en verde profundo
luminosas en la noche lunar y cubiertas con capullos
de pétalos blancos cuyos centros sostienen sus estambres de puntas amarillas.
El aroma fluye desde la boveda arqueada, ola tras ola
memoria fluyente, deseo que se despierta. Alzo mi mano para tocar
la tracería de hojas, y un aguacero de capullos llueve sobre mí:
la tierra está cubierta de nieve
y recuerdo las palabras de Asclepiades
que los gozos de la Diosa del Amor han de encontrarse sólo en los vivos
y que todos habremos de yacer sólo como polvo y huesos
en el lugar de los muertos.

Anne Ranasinghe

*Luna llena de agosto



Auschwitz desde Colombo

Colombo. Marzo. La ciudad fuego blanco
Que se vierte a través de árboles vehementes estalla en llamas,
Y sólo un agudo y desvanecido viento
Removiendo el polvo 
De reliquias de invasores extranjeros, arrojados
En este lejano litoral por casualidad o codicia. 
Su extravío conmemora la extraña palabra mal pronunciada.
Un libro de leyes
Una pila de piedras
O tal vez alguna acción vil.

Una vez hubo otra ciudad; pero allí
Hacía frío - los árboles deshojados
Y había ya una fina capa de hielo sobre el lago.
Fue aquel invierno.
La dura nieve sobre la calle en la madrugada
Y flores congeladas talladas en hostiles cristales de ventanas.
Fue aquel invierno.

Sin embargo tan sólo ayer
Medio mundo de por medio y veinticinco años después
Aprendo acerca del estrecho corredor
Y al final del agujero, cuatro pies por cuatro
A través del cual los empujaron a todos - a los niños también
Derecho hacia abajo por un pasadizo de hierro de trece pies de largo
Frío y oscuro
Hacia el piso de concreto de lo que llamaban
El salón de estrangulamientos. Dios mío, el salón de estrangulamientos,
Donde ellos fueron golpeados -los niños también-
Por pesados mazos de madera,
Apaleados, y luego colgados
En afilados ganchos de hierro.

Me alegro de la calle sin ecos
Incendiada de blanco al calor de muchos años tropicales.
Pues la mente, ya sin agudeza
Abrasada por el sol tropical
Roza sobre la superficie de las cosas
Como el viento 
Que remueve imperceptiblemente el polvo antiguo.

Anne Ranasinghe



Bueno, lo siento

Bueno, lo siento
No tengo respuestas para tus preguntas.
Existe la injusticia, el odio y la guerra
Y la igualdad es solo un slogan.

No tengo luz en mis ojos. Fue obscurecida
Por la nube hongo de Hiroshima
Y el humo esparcido de las chimeneas de Auschwitz.

No existe el pasado. Es una ilusión 
De rostros gentiles en espejos resquebrajados
Sus imágenes borradas por demasiadas lágrimas.

¿El futuro?—Yo parada en una estación del tren
Mi mano eternamente levantada en un adiós
Mientras parten los trenes uno tras otro. Lo sé

Sin seguridad ni refugio—El oro fluctúa
Y así los diamantes y las casas,
Los libros pueden ser quemados y los amores divididos

Y la tortura, la picota, la vara de hierro
Han sido todas santificadas en el nombre de Dios,
Ismos dividen al mundo entre ellos

Sus símbolos de puntas endurecidas chorrean de sangre-
La única certeza yace en la tumba
Donde no hay lugar para la perspectiva o la elección

Y el cuervo que no escuchaste antes
grazna oscuramente “nunca, nunca más”
Con un ruido sordo la puerta crujiente se cierra con estrépito.

Anne Ranasinghe
Traducción de Raúl Jaime




No llores

porque se ha roto la olla
llevaba mucho tiempo rajada
pero reúne los trozos
cava un agujero profundo
y entiérralos.
Y la lluvia alisará
la tierra removida,
el sol la endurecerá y el viento trazará
nuevas señales
hasta que finalmente ni siquiera
recordarás el lugar...

Anne Ranasinghe
Versión de J. G.



Yo hablo
no con el lenguaje de los
que conocen todas las respuestas
sino con las palabras de los desamparados
buscando imágenes
que derivan a través de la memoria
para hacer una llegada a casa
de la cautividad.
Porque incluso en la tierra prometida
soy una extraña.

Fugitiva eterna
de un paisaje nativo
Llevo conmigo
las marcas de todas mis estancias
la tensión
entre el pasado y el presente
y la culpa
que rompe la tradición:
traición a las generaciones.
Nadie puede restaurar
lo que se ha perdido.

Es olvidando
que podemos vivir nuestra vida diaria
pero debemos sobrevivir
con el fin de recordar.

Anne Ranasinghe
Versión de Hugo Zonáglez







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