Dedicatoria

"A Ti, la escanciadora de mis raptos de arrobo,
porque me diste el gusto de tu ciudad natal
para mi sed atávica; porque me hiciste probo,
te dedico estos versos de laúd y copal.
A Ti, Caperucita que dominaste al lobo,
óleo santo que aplica las borrascas del mal.
Para que nuestras vetas me perdonen el robo
de tu espíritu, “gallo” de su mejor metal.

Ahora que en la urbe desorbitada y loca,
mutilada en su centro fecundo —sin tu boca —,
se me ha vuelto la vida prematura vejez,

¡cómo añoro las noches blancas de tu ventana!
Inmóviles minutos en que lloró el Nirvana

mis odaliscas muertas ante tu sencillez."

Roberto Cabral Del Hoyo


La catedral

"Barroco mexicano y churriguera.
Con el milagro de su arquitectura
culminan de magnífica manera
los siglos de oro de nuestra cultura.

Audacia y solidez. Obra madura
de un arte en plenitud. En la cantera
que se yergue viril hacia la altura,
el genio de la raza reverbera.

¿Cuántos anónimos orfebres, cuántos
sabios artistas del cincel urdieron
el encaje divino de sus cantos?

En una greca musical vertieron
sus ansias de ser héroes o ser santos.
Y a la infinita sombra descendieron."

Roberto Cabral Del Hoyo



La ciudad

"Se apiñan, asimétricas cual baño agreste,
sus casas blanquecinas en loco desnivel.
Que entretejan con plata de sus minas la veste
de Atlante o que consumen la Torre de Babel.

Ha de lograr que Wagner redivivo la orqueste;
que la revele un nuevo López Velarde, fiel;
que estudie la paleta su tono azul celeste,
y en Nueva York conozcan el arte del cincel.

Calles que, dislocadas cual piernas juglaresas,
son aptas anfitrionas para nuestras tristezas
de raza que hace siglos le rinde culto al sol.

Partituras extrañas, en donde la andaluza
guitarra con el fósil teponaztle se cruza.
Amalgama de ensueños azteca y español."

Roberto Cabral Del Hoyo


Los mineros

"Gnomos de nuestro siglo que moran en la entraña
del mundo despojados de su parte de sol.
En sus ojos anida siempre la noche huraña.
En sus oídos zumba constante un caracol.

Cirujanos que extirpan a la vieja montaña
su apéndice de argento, deforme y tornasol.
Ungidos, en la crisis perpetua de su hazaña,
con la clámide olímpica del azul overol.

Epónimos y anónimos héroes de una moderna
Ilíada; si la luna se baña en la cisterna,
en vuestras negras manos se forja el porvenir.

Huérfanos de horizontes, como entre la caverna
de metálicos muros agitáis la linterna,
se agitarán mis versos entre vuestro nadir."

Roberto Cabral Del Hoyo


Mi casa

"Yo amaba la casona con un vivo
y prematuro amor; la blanca vela
del corredor, el pájaro cautivo,
las begonias, el Cristo, la cancela.

Pan y cajeta fueron lenitivo
a los justos castigos de la escuela.
Y enjuagaban mis llantos sin motivo
los flecos del rebozo de mi abuela.

—“Pobre Caperucita…” Daban luego
las ocho de la noche. Florecía
la sonrisa del íntimo sosiego.

Mi madre me besaba largamente,
y con sus dedos ágiles tejía
la “santa bendición” sobre mi frente."

Roberto Cabral Del Hoyo


Mientras enamorado

"Mientras enamorado me recreo
en el milagro de la dulce vida,
cantan otros su muerte apetecida,
juguetes del temor y del deseo.

Nadie responde a su cantar. Los veo
rondar la nube donde Dios anida,
y me conduelo del afán suicida
con que persiguen lo que yo poseo.

Pienso que, tras del biombo de la muerte
en vano creen, por merecida suerte,
hallarlo en los desiertos de la luna.

Porque el ciego y el sordo y el tullido
–¡amor les diera pies, ojos, oído!–
no lo van a encontrar en parte alguna."
  
Roberto Cabral Del Hoyo


No es contigo

"No es contigo, Señor, que con los brazos
inmóviles, abiertos, nos esperas;
a lo largo de playas y riberas
auxilias negligencias y rechazos.

Tú eres todo blandura de regazos
no importa para quien, y aún a las fieras
moribundas les brindas madrigueras,
tus vísceras abiertas a zarpazos.

¡Cómo vas a ser Tú! Si sólo sabes
de perdón; si quien sufre tiene llaves
para entrarse a dormir en tu costado.

No es contigo, Señor, no, no es contigo!
El pecador encuentra su castigo
en la ergástula misma del pecado."

Roberto Cabral Del Hoyo


Proemio

"Antes que la mordaza de la muerte
trunque mi voz, y rueden mis luceros,
en un canto permíteme envolverte,
vieja y triste Ciudad de los Mineros.

Te debo una canción, un himno fuerte
y sano como tú, por mis primeros
andares indecisos, que la suerte
condujo por la paz de tus senderos.

Toda ternura partirá la ofrenda,
hecha con este anhelo vagabundo
de levantar bajo mi sol tu tienda.

Argentífero alud, vientre fecundo
que en pretéritos siglos de leyenda
volcó su cornucopia sobre el mundo."

Roberto Cabral Del Hoyo


Soneto inédito a Reina Lupita de Fresnillo

No intente mi soneto la locura,
Pretender cantar, empresa vana,
Toda la gracia de tu frente pura
Todo el embrujo de tu boca grana.

Ya los serenos astros en la altura
Y la brisa, galante y cortesana
Te proclaman, Señora, Soberana
Del arte y la hermosura.

Conservaré la Rosa que me diste
En mis horas de soñar y de estar triste,
Como amuleto de poder arcano.

La tengo ya por mi mayor tesoro
Y he de lograr que sus pétalos de oro,
Conserven el aroma de tu mano

Roberto Cabral Del Hoyo






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