El árbol oscuro

Yo apunté a un nido
Yo apunté a un nido y le di
e hice lo mismo que el tiempo hace con la risa.
Y lo hice sola
con una roca de hielo,
con una piedra de llanto congelado.

Luego, con el mismo escombro rasguñé mi cara.
e hice lo que un rastrillo con la arena.
Únete como a un recuerdo joven dije y labré la marca,
sin ventanas para mi rabia
labré la marca
dejé el vestigio de haber sido un instante tan vil como el tiempo.

Con una roca de hielo
Con una roca de hielo
derribé lo que flameaba en el árbol oscuro.
y todos los recuerdos sin sostén cayeron
mezclándose las filmaciones de unos rostros
con las grabaciones de otras voces
en un solo engrudo.

la mano de mi amante con cara de risa,
el pie de la muerte con aliento de pozo.
y mi padre con sus ojos en blanco.

El tiempo es un árbol oscuro
vive pensando el fruto que arrojará sobre tu risa.

Y el pasado,
el pasado es el nido
se piensa ausente pero se sabe de este lugar
como un destino circular que otra vida menciona
y tú atiendes pero lejos ya.

Pero esta vez lancé una piedra.
A fuerza de ser pájaro,
a fuerza de flamear sobre un árbol oscuro
al tiempo le di, al pasado le di,
derribé sus frutos, rasguñé mi cara.
Y todo eso lo hice yo sola,
con una piedra de llanto congelado... está perdida.

Laura García del Castaño



Cautiverio

Esta cueva es mi casa
esta lentitud y esta métrica
para caminar entre las cáscaras
es mi diálogo con el bosque
la forma de no olvidar el regreso.
El sendero original estará lleno de maleza
habrán levantado un templo, una fábrica
una antena provisoria
que baje el mundo a las alturas
Soy la bestia en un rectángulo
que podría ser la habitación de un hombre
donde entran él y su cama
y con suerte una silla
Dar el zarpazo a la mosca atraída
por la corpulenta pasividad y el encanto
de la antigua destreza
pensar en ella como en el salmón
que se entrega manso
lejos del chorro
Llueve en esta jaula
comida por los hormigueros
el agua del hipopótamo se ha llenado de hojas
una tortuga ha quedado suspendida
en lo alto del cemento
Quién dice que los animales no sufren senilidad
extrañeza, estreñimiento?
Qué hace a este lugar distinto a un cementerio
a un hospital, a una cárcel?
Quién puede asegurar
 que esa tortuga a la orilla del piletón
como ese viejo recostado en el arco del geriátrico
no esperan
a costa de ahogarse
la corriente milagrosa
que los devuelva al mar.

Laura García del Castaño
de El sueño de Sara Singer



Dicen que el miedo habla de noche

Dicen que el miedo habla de noche
que si lo escuchas
le crecen alas,
y se convierte en el pájaro de la inquietud

Dicen que el pájaro de la inquietud
canta a los muertos
que si lo alimentas
pide por ellos
les habla en su idioma

él te ofrece su perdón, su rostro,
un huesito para gastar a escondidas.
Te exige más semillas.
Y vos,
que no tenés más aliento que la fábula del poema
su dolor, sus contracciones,
que no recobras nada de la vida
tras el sueño,
Qué haces?
Salís a buscarle pan, resurrecciones.
algún alpiste.
Con ramitas de tu culpa le sueldas una jaula
para que no se escape.

Crees en él como en un dios
el señor que pastorea en tus entierros
y come de tu insomnio.

Le basta con que de vez en cuando
le converses,
le hagas escuchar de tus desgracias,
le subas el volumen por las noches.

Porque el miedo canta de noche,
con el idioma de los muertos
y vos,
lazarillo envuelto en la gloria de su amo,
por algo,
por algo le entiendes.

Laura García del Castaño



El simple gesto de irme

Esta noche en que todo es real, un estado del mundo,
Vivir es una palabra mal pronunciada pero bien escrita.
El silencio es la palabra más corta y el sentido más extenso de la verdad.
Tomo el vino que otro sirve,
la música insiste en su complicidad de beber.
Las horas pasan de una calma a otra
como de un túnel subfluvial a otro.
Viven y mueren en la misma calma.
La tristeza ha crecido casi a la par
es precaria e iluminada como una casa humilde,
es tranquila y espaciosa como la nada absoluta.
Yo me ocupe de esta ausencia, viví en ella.
En esta noche en que todo es infalible
como el cálculo mortal
de poner una piedra en el centro de una mesa,
la muerte es lo único pendiente.
Me siento en esa mesa que está detrás de todo.
La uso para llamar a mis muertos,
para rodearme de sus vicios,
para abrir la lluvia como el telón de un acto maldito.
En el centro de lo visible: lo invisible. Lo obstinado.
El que se dirije de todas partes, el bendito, el viajero
el que ensancha los caminos, el siempre mudo.
La piedra es blanca y está limpia
porque ha sido desenterrada de su corazón.
La tierra del corazón es antigua y es secreta.
Espero la herencia del padre,
montado sobre el león que mató al hijo.
El día es un animal sediento que viene a beber el agua
de mi corazón.
De dónde sacaré más agua?
De qué fondo o herida, de que hueco o trampa?
Brota como la sangre cuando es turbia y es lógica.
Me pinto, y mientras lo hago pienso
que este maquillaje también es mi fondo.
Que nada hay detrás de esta piel que estos rubores no griten.
Los labios rojos marcan el camino del odio
Los ojos están delineados pero la mirada sin delinear
Un hilo oscuro que separa un resto de ceguera
no despierta.
La sombra del mundo, su obstinado prejuicio empapa mis mejillas.
El tiempo es una injuria que ya no desmiento
Mis manos de trabajar están atadas
Mis manos de acariciar sin curtir
Mi historia es una desmemoria de lo que no incluí en ella
Mi nombre es la exclusión de los nombres
que no se atreven a nombrarme.
Esta noche, desde este centro y esta mesa
emprenderé el viaje,
pero no será más que un detenimiento,
una inmovilidad a cuestas
Esta noche
me iré por algo
que realmente me despierte
o por el simple gesto del irme.

Laura García del Castaño


Rastro de haber sido

Hay quienes golpean por entrar al lugar vacío,
al exilio de la desmemoria.
Hay quienes empujan por salir al artificio del mundo,
y otros por permanecer en la conspiración de la conciencia.
Hay quienes sólo se encuentran en los ojos de la culpa
los que se esfuerzan por ver todo pasar
y los que han sentido todo atravesarlos
Los que acaban su vida sin despertar de su sueño,
los que usan todas las palabras para el poema
y los que piensan que el poema habita una sola.
Los que meditan, los que se comparan,
los que no quieren verse en las fotos
y los que no quieren verse en ninguna otra cosa.
Los que se obsesionan con perder de vista
guardando todo bajo llave.
Hay quienes suman a todos sus muertos,
Hay quienes restan la fe de su olvido.
Los que esperan ver el humo del milagro,
los que buscan el oro a siniestra del mundo.
Los que sólo rugen, o se prenden fuego a si mismos,
los ciegos mirando el mar
Y estan los otros como vos, que se llevan el lugar,
y estan estos, como yo
que se quedan con la tierra
del haber estado en los zapatos
con el rastro de no saber a dónde.

Laura García del Castaño


Sobre el corazón más tierno

"Nadie te conoce
no saben cómo
dispones la risa, moderas el hambre,
controlas el celo,
la voracidad de la carne
desconocen con exactitud cuándo
clavarías la lanza,
si serías el primero o el último en beber del vaso
enemigo
lo inesperado es un mundo de ciegos mirando el mar
esta habitación, la ropa sucia, tu dolor de espalda
que rujas como un niño maldito
no sugieren nada
sobre el corazón más tierno
sobre el bonsai más soleado
se esparce el musgo
florece la catástrofe."

Laura García del Castaño



Un relámpago al menos

A veces la escritura te oculta
Eres su musgo, su porcelana
Voces crecen, locas de una gran euforia
entran con su lengua y rompen tu nombre.

Desde el inicio de la noche reina el dios de las palabras,
hunde su brazo y extrae
como de una máquina de peluches
lo liviano que hay en ti, tu falta de certezas.
(La certeza es un peso)
Todo lo que la noche me trae, alcanza también para el poema.
Trago sus semillas, siembro la duda.

Todo lo trascendental sucede en la escritura, allí acontece el incendio.
Luzco por fuera un rostro oscuro
que se quemó dentro del lenguaje.

Luzco una vida mal apagada.

Al principio tuve la inocencia, ahora permanece debajo
como un primer engaño.
De la inocencia no hay vuelta atrás, de su pérdida tampoco.
A la inocencia regresará todo lo revelado,
entre los dos fundan el futuro lenguaje, lo inevitable.
Para soportar la verdad del lenguaje, tuve que aprender a soportar
mi propia verdad.

Nadie nos libra de la verdad del poema, por ella desfilan
nuestras verdades menos puras, falsas interpretaciones,
participaciones del engaño de la inocencia.

No tengo una verdad sin rabia, ni certeza que no sea hija del rigor.
La verdad es sin palabras.
La verdad del poema es un límite, nos convierte en verdad, en espejo donde el resto de verdades vendrá a reflejarse.

sólo la duda nos confina al azar del poema
a lo liviano de la incerteza
eso que el dios de las palabras obtiene de nuestros fondos.

En el poeta, el tiempo encontró su dominio
No habita junto a él,

construye para él
su relámpago.
(ése donde la luz de la escritura dura menos que la escritura
pero es todo el esplendor de la tormenta)

Laura García del Castaño








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