Lluvia en Buenos Aires

Todo Buenos Aires
era una lluvia lenta
guardada en mi pasado
en una luminosa cueva
llena de murciélagos blancos
y vampiros
bebedores de leche.

Después fueron glicinas,
delantales,
malletes y piedras sin tallar
Después fueron làgrimas
y este bloque de sal sobre mi pecho,
pero esa lluvia sobre Buenos Aires
en tonos de sepia y gris
sigue latiendo
sobre las calles extenuadas,
sobre el silencio y los abismos,
sobre los pétalos que se multiplicaron
en los techos de las auroras despeinadas.

Quizá llueva en Buenos Aires
cuando los versos apunten como dagas
al blanco corazón de las estrellas. 

Ricardo Iribarren

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