“Los resultados de estos experimentos han sido espectaculares. En el interior del gel, los cuerpos embrioides crecen en tres dimensiones para formar bolas blancas de tejido que se parecen al cerebro de un embrión humano.”

Jürgen Knoblich
Tomada del libro El nuevo cerebro humano de Carlos Luis Delgado García, página 155


“Seguramente la idea de cultivar un cerebro en una placa de laboratorio hará que algunas personas se escandalicen. Nos vienen a la mente películas como Matrix (cerebros encubetados), que evocan fantasías sobre cerebros creados en el laboratorio que desarrollan pensamiento o incluso personalidades. Estos temores resultan infundados. La probabilidad de que un cerebro desarrolle una mente por su cuenta es nula. Un organoide no es un humanoide en un frasco y no lo será ni siquiera en un futuro lejano. Cualquier ser consciente necesita procesar la información procedente de los sentidos para desarrollar un modelo mental interno de la realidad. Los organoides no pueden ver ni oír, y no reciben ningún tipo de señal de los sentidos. Incluso si lográsemos conectarlos a una cámara y a un micrófono, la información visual y auditiva que les llegase aún tendría que ser traducida a una forma que pudiese ser comprendida por estas neuronas cultivadas. Tal y como están las cosas, llevar a cabo esa interpretación representa un desafío técnico insuperable...
Los organoides no son cerebros funcionales, sino tan solo una masa de tejido que imita el funcionamiento molecular y celular del órgano con un detalle espectacular. Se parecen a los fragmentos de un tejido que se extrae de una intervención neuroquirúrgica; no son en absoluto seres conscientes.”

Jürgen Knoblich
Tomada del libro El nuevo cerebro humano de Carlos Luis Delgado García, página 158






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