Mamá, no pienses que he muerto, no, porque volveré a nacer en otro planeta. No creas que es mi imaginación o que me he vuelto loco. No, mamacita; ya me ha venido a avisar una pequeña nube y me ha dicho que me necesitan urgentemente en el planeta Sonolcuclo, que queda a tres siglos desde esta galaxia. La nubecita, al decirme que me necesitan en el planeta Sonolcuclo, no me ha dicho: «Te necesitan en el planeta Sonolcuclo», sino que hizo una señal de arriba. Entonces yo, abajo, le pregunté que si en ese planeta la comunicación era hablarse por sonidos, así como los que usamos nosotros, pero le pregunté que si me lo podía decir en nuestro idioma, y me fue dictado letra por letra, pero me pidió que te dijera que por nada de este mundo vayas a divulgar este secreto que descubrí sobre la vida y la muerte, pues si lo divulgas, la gente perdería su religión, la fe en sí misma, y empezarían a matarse todos y a pensar que así iban a corregir todos sus errores, porque al entrar inmediatamente, se borra todo lo que vivieron en este maldito planeta, y solo quedarán pequeñas chispas de memoria, como las que yo he tenido. Mamá, ahora sé buena con Juan y Verónica, trátalos con cariño y no juzgues por las apariencias nunca, como a mí siempre me juzgabas; o no siempre, pero sí hubo muchas veces que me juzgaste así como te dije. Compréndelos y comprende sus gustos o necesidades de niño para que no los tengan que llamar tan pronto a otro planeta como a mí. Quema esta carta después de haberla leído.

Te quiere, Sergio B. P.


Carta que el joven Sergio Bayardi dejó a su madre antes de suicidarse
Tomada del libro Los peligros del ocultismo de Manuel Carballal, página 91















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