"Yo, personalmente, recordaré siempre una tarde de Vigo, acomodado en la singularísima taberna de Eligio, en la impagable compañía de aquellos grandes escritores que fueron José María Castroviejo y Álvaro Cunqueiro. Ambos poetas —que poetas eran, en verso y en prosa— comentaban cierta noche que habían visto juntos en no sé qué arruinado claustro románico, el silencioso y pavoroso paso de la Santa Compaña, procesión nocturna de ánimas en pena, según la arraigada creencia de las aldeas gallegas. A propósito de ello, Cunqueiro y Castroviejo se sumieron en una tensa controversia: según uno de ellos, aquellos mudos espectros iban cubiertos con sudarios blancos—, según el otro, vestían túnicas negras, la discusión parecía inacabable, avivada por las “cuneas” (tazas) del buen ribeiro de Eligio. Hasta que al final, uno de los dos, no recuerdo quién, halló una repentina solución al grave dilema—. “Ya sé lo que ocurre —dijo— tú los vistes vestidos de blanco porque siempre bebes vino blanco; yo, en cambio, las vi de negro, porque siempre bebo vino tinto."

Enrique Sordo
España, entre trago y bocado
Tomada del libro Seres y lugares en los que usted no cree de Jesús Callejo y Carlos Canales, página 104

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