A Cádiz

"¡O Cádiz, patria mía!
Tú sola prepotente
doblarse viste ante tus altos muros
del fiero galo la orgullosa frente.
(…)
Mas luego ¡ay! luego desdorada y mustia
sin libertad lloraste
bajo el pie de tiranos prosternada.
Y pálida, expirante,
llorando al mundo tu funesta suerte,
aun en tus labios con amargo acento
clamar se escucha: ¡libertad o muerte!"

Antonio García Gutiérrez



"Berenguer. Señor, vuestra orden cumplí.
Alejo. (¡Era ella! ¡Deliro o sueño!)
Roger. ¿Y qué?
Berenguer. Puse en ello empeño, y es claro, lo conseguí.
Roger. ¿Quién es?
Berenguer. En callar se empeña; pero...
Roger. ¿No estás satisfecho?...
Berenguer. Tiene una herida en el pecho: no puede ocultar la seña.
Miguel. ¿Qué es eso?
Alejo. (¡Fortuna mía!)
Roger. En vano he solicitado hasta ahora, hallar al soldado, al defensor de María, y así, ordené al capitán Berenguer, que en el instante le buscase.
María. Es arrogante con extremo el catalán.
Berenguer. Esta noche no faltó del campo otro alguno.
Roger. Di su nombre.
Berenguer. Miradle allí. (Señala a Alejo.)
Gircon. (¡Alejo!)
Roger. ¿Tú eres?
Alejo. Sí; yo. ¿Mas qué singular proeza fue aquella para que asombre? ¿No es obligación del hombre proteger a la belleza?
Roger. Señor, es su condición más de lo que aquí parece.
Miguel. Tu acción es tal, que merece de mi mano un galardón, y yo a pagarle, obligado quedo, por ti y por quién soy.
Alejo. Yo, señor, de todo estoy muy largamente pagado.
Miguel. ¿Cómo?... (Con admiración.)
Irene. Dice bien, señor: no nos robéis nuestros fueros. Villanos y caballeros prefieren otro favor: y dama tan noble y bella, harto pagará esa hazaña si un lienzo suyo restaña la sangre que dio por ella.
María. (¿Qué dice?)
Alejo. (¡Me ahoga la ira!)
María. (¡Gran Dios!)
Miguel. Dice bien Irene: quien tanta nobleza tiene a recompensas no aspira.
Alejo. Pagué una deuda sagrada. (A María.)
María. (¡A mirarle no me atrevo!)
Alejo. Yo la vida también debo de vuestro esposo a la espada.
Roger. No, Alejo: engañado estás en eso: tuya es la palma. Yo te debo vida y alma, (Mirando con amor a María.) y tú la vida no más."

Antonio García Gutiérrez
Venganza catalana


"Leonor. Ya el sacrificio que odié mi labio trémulo y frío consumó; perdón, Dios mío, perdona si te ultrajé. Llorar triste y suspirar sólo puedo: ¡ay! Señor, no... Tuya no debo ser yo, recházame de tu altar. Los votos que allí te hiciera fueron votos de dolor arrancados al temor de un alma tierna y sincera. Cuando en el ara fatal eterna fe te juraba, mi mente, ¡ay Dios!, se extasiaba en la imagen de un mortal. Imagen que vive en mí hermosa, pura y constante... No, tu poder no es bastante a separarla de aquí. Perdona, Dios de bondad, perdona, sé que te ofendo: vibra tu rayo tremendo y confunde mi impiedad. Más no puedo en mi inquietud arrancar del corazón esta violenta pasión que es mayor que mi virtud. Tiempos en que amor solía colmar piadoso mi afán, ¿qué os hicisteis? ¿Dónde están vuestra gloria y mi alegría? De amor el suspiro tierno y aquel placer sin igual, tan breve para mi mal aunque en mi memoria eterno. Ya pasó... mi juventud los tiranos marchitaron, y a mi vida prepararon junto al ara el ataúd. ¡Ilusiones engañosas, livianas como el placer, no aumentéis mi padecer..., sois por mi mal tan hermosas! (Aparece Manrique, y al verle, después de un momento de dudar, se arroja Leonor en sus brazos.)
Leonor. Sueños; dejadme gozar... No hay duda... Él es... Trovador... Será posible... (Viendo entrar a Manrique.)
Manrique. ¡Leonor!
Leonor. ¡Gran Dios! Ya puedo expirar.
Manrique. Te encuentro al fin, Leonor.
Leonor. Huye: ¿qué has hecho?
Manrique. Vengo a salvarte; a quebrantar osado los grillos que te oprimen, a estrecharte en mi seno, de amor enajenado. ¿Es verdad, Leonor? Dime si es cierto que te estrecho entre mis brazos, que respiras para colmar, hermosas, mi esperanza, y que extasiada de placer me miras.
Leonor. ¿Manrique?
Manrique. Sí, tu amante que te adora más que nunca feliz.
Leonor. ¡Calla...!
Manrique. No temas; todo en silencio está como el sepulcro."

Antonio García Gutiérrez
El trovador



“Quien quiere acertar, aguarda.”

Antonio García Gutiérrez


“Y mi ardiente pasión murió de frío; que así muere el amor cuando no hay celos.”


Antonio García Gutiérrez

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