A Leonida Lari

La desnudez del ser en lo infinito,
el viento,
el frío de lo absoluto,
zarandea los lirios en la noche.

Tañe la luna
destellos acerados en los árboles.
"Es ella, es ella..."
Dijo Erato
con los ojos cerrados.
Era ella,
musito la poeta,
yo tenía
el puñal del dolor
lleno de versos.

María García Romero



Noviembre

-Que nadie me mencione aquel salto mortal y tu silueta nítida cercada de ababoles-

Recuerdo,
sobre el gélido aliento de noviembre,
una ruta de flores en tu boca,
un perfume de sol,
una locura,
y mis pies suspendidos por encima del suelo.

Tu juventud tenía un cansancio de cruces,
una súbita urgencia
de vivir y matar,
los más amargos posos de mis labios.
Como un ángel caído, sin nada que perder,
de par en par me abriste la puerta de tu infierno.
Yo te amaba.
Yo te amé.
Yo te amo y bendigo,
el camino secreto de tus pasos.

Perdóname que grite este amor al silencio,
que sólo quede en mí ternura sin destino,
un suicidio en la noche, que devora,
la paz de mis abrazos.
Que no pueda olvidar,
la desventura, de que,
nunca jamás, habrá noviembres,
que nos hallen amándonos por sus calles.

María García Romero


París, 13-N

"Sobre París la muerte, la boca del gran Orco,
la noche interminable que no acaba en el alba.
Ojos, lirios abiertos al estupor del aire,
y un grito que es un trueno en la voz de los vivos.

Las rosas de la sangre, sin parar se suceden,
-demonios encarnados han tomado las calles-
se suceden los muertos con nombres y apellidos,
y es la luna una hoz extraña y asesina.

París, París, escucha mi verbo sin idioma,
mi lengua ametrallada que yace en tus escombros,
mi Dios no reconoce a esos viles sicarios.

Para la paz no existen caminos ni veredas,
la paz es el camino sin locura ni atajo.
Leed de pie mi esquela porque me llamo Francia."

María García Romero



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