Aún queda tiempo

¿Quién transita mis secos arenales
sin mirarme a los ojos, dulcemente,
sin aceptar mis penas ni mi suerte,
sin saberme siquiera y sin amarme?

Peregrino cualquiera que no sabe
ni entiende la raíz de mis vaivenes ,
estulto compañero, verso breve,
incapaz de sanar mis oquedades.

Hasta aquí he llegado en mi condena
de transitar al lado del silencio.
Lo que tanto esperé no ha acontecido.

Tan solitaria estoy en mi quimera,
tan mísera, tan rala y sin sentido
que tan sólo me escolta mi lamento.

Mas, aún queda tiempo
de vislumbrar la luz de un orto nuevo
que , sutil, me redima de este sino.

Candela Martí


Del mar de tus caprichos

(Seguidillas con eco)

Del mar de tus caprichos
vivo pendiente
y aunque siembres enojos – ojos
tuyos me pueden.

Cuando busco tus labios,
de forma urgente,
de su miel y vaivén – ven
a ofrecerme.

Sembraste por mi tierra
dulce simiente.
Amor, tú me regalas – alas
a mis placeres.

No puedo yo olvidarte,
aunque lo intente,
porque tienes poderes – eres
mi mejor suerte.

Candela Martí


Desierto

Inmensa playa de arena
que cobijas en tu seno
espejismos de codicia,
secretos de muchos tiempos,
dolorosas soledades,
culturas viejas, lamentos,
atentados criminales
con guerras, luchas y duelos.
Mas, eres la paz buscada
en este mundo sin freno,
balcón calmo y estrellado
en un cielo de deseos;
paraíso que aparece
en páginas de mil cuentos.
¡Desierto con voz de oasis,
eres mar de vida, eterno!

Candela Martí


Sólo él

Sólo él
germinó los eriales de mi alma,
dando luz a mis fueros más ocultos.
Y, una noche cualquiera,
mientras  la luna cantaba entre silencios,
se fue sin decir adiós.
No brotó rocío de mis ojos,
llorando su partida.
Suavemente,
di gracias a la vida
por el hermoso don de su presencia
en el cálido tiempo compartido.

Sólo él
atisbó lo preciado de mi esencia,
porque, sólo él
fue capaz de detener el tiempo
en los aljibes quebrados de mis ansias.

Y, ahora,
alzada sobre las bordes cansados de mis pies,
revivo sus caricias.

Candela Martí


Su presencia

"Olvido que me niegas, insolente,
y me postras, sin pausa, en la tortura
del constante recuerdo. Cruel hondura
en el alma, afligida y penitente.

No hay razón que acalle la agonía,
pues mil voces de besos invocados
azuzan la memoria. Demasiados
susurros me conmueven, día a día.

Cuando llegue, implacable, la inconsciencia,
en el oscuro pozo de la nada
se perderán, exhaustos, los momentos.

Mas, sentiré en mi linfa su presencia,
señora de mi albur y sentimientos,
hallándome la muerte en su ensenada."

Candela Martí




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