Calle sin nombre

Nómbrame la calle abierta a la ciudad dormida,
la que recibe a diario un sol de sangre.
Ahí donde se hiere a juego de lujurias
y espejos de obsidianas orbitan
mis fallidos intentos por buscarte.

¿Quién vive en esa calle?
¿Quién mora tras altos ventanales?
¿Quién contempla los cuadros?
¿Quién invariablemente descorre los visillos
antes que se haga noche
y soñando ...me extrañes?

¿Quién vive a escondidas desnudo en los umbrales?
¿Quién espía tus pasos y es el mudo testigo
de soliloquios, cantos y medianoches?
¿Desde dónde te hundes a calles de granito
que asciendes a desgano,
ignorante de todo sin saber
si la cuesta volverá a ser trepada?

La soledad se derrumba en la calle sin nombre.
Mata opacidades del crepúsculo.
Impiadosa cuestiona.

Nómbrame la calle donde yaces oscuro.
Existes al lado sur y dueles.
Detrás de los abrazos, magmático rojo se desangra.

 Marisa Aragón Willner



Eres

Eres un mar profundo.
Madero de antigua barca.
Timonel al anuncio de llegada.
Sonrisa disipando las tormentas.
Cordel descansando en las amarras.

Me gustan esos tatuajes.
Tu tridente de Neptuno al gobierno de los mares.
En ellos, gloriosa me hundo y me rescatas.
A mí me gustan tus ojos besados por el linaje azul de todas las aguas.

 Marisa Aragón Willner


La modelo desnuda

Le cubres los ojos con un pálido lienzo
y descubres su pubis,
extiendes collares en su piel acerada.
Tu pincel arremete alquímicos rasgos,
invade de pasión con bermellones.

Sepia y añil, a contraluz,
el crepúsculo ve suicidarse a la tarde.

La modelo imagina,
atrofiada su visión con la atadura,
su boca entrecierra
y en su labio
el rubor muerde la carne que comulga
con el ojo diáfano de la tarde.

El carboncillo inventa cielos
que disuelven eclipses fugaces.

Hiere la mueca de tu boca
por evitar el pasado en su mirada.
Quieres ponerle alas a su espalda,
atrapar su ángel, la quieres sacra y pura.

Con escasa esperanza,
una mujer desnuda,
en tu atelier desangra su costado abierto,
salitre en su llaga.
Un Cristo se ofrece en una chaise longe sentada
y redime en la seda, tus oscuros pecados,
por una mala paga.
Una sublime ofrenda, si lo piensas,
en tu Gólgota cromático, otro Calvario.

En el lienzo, apogeo del color de su sangre.

 Marisa Aragón Willner


Malbec y tú

Agotada la instancia de la luna en su cuarto menguante,
y un bolero de Ravel entrecortado,
en rescoldos vi desaparecer despacio
aquello que la lumbre iluminaba:
tu cabello, el borde de tu cuerpo,
una mano tocando la guitarra,
la pierna sobre el vidrio,
sobre el vidrio, el vaso,
en el vaso, el vino
y al fin del vaso y del vino, una borra
—inigualable de morada.
Yaciendo ahí, como una lengua hambrienta
al fondo de un malbec sobre la mesa,
desencontrada, como una diagonal perdida
que invoca el aguardiente de un deseo /
balanceando su nota en el abismo /
pétrea luz ...final preanunciado.

 Marisa Aragón Willner


Mis guerreros vencidos

Desde que te marchaste
pinté una gigantografía de metales
púas inabordables
alambres en la llaga...

Desde el último beso
su humedad transfigurada
ha quebrado este labio
que cesó de llamarte.

Si hoy debo pintar mi risa
le colgaré esquirlas a los lados
con retazos de alientos
nunca jamás recobrados
de mis dioses guerreros
vencidos y estaqueados.

Mis Tupacs agonizan
desde que te marchaste,
sangra monótonamente
un costado...

 Marisa Aragón Willner


Poemas de la recámara del esposo

I

En la penumbra
sentados semidesnudos lloré
¿por qué lloras? -me preguntó
-tal vez seas mi último hombre-
Me acarició el cabello, consternado
como si de la niña salvaje que era hacía un rato
brotara de un pozo de verdades
una anciana mágica una noche cualquiera
con unas copas de más diciéndole brujerías.
Ah, el último es también el valioso eslabón
el eslabón terminal que nos recuerda que venimos
de una lluvia de estrellas
de una montaña impredecible de valles y escollos
de la voz del padre
del candor del niño recién nacido
del placer y la suma de locuras del amante
y de todos los amados
de la luz de los hijos de los hijos
todo sin orden preciso
guardados en la profunda hendidura del corazón
con gesto y nombres infinitos.
Con la lámpara en mi espalda
muchas noches hilvané eslabones de amor
y transparencia.
En mis manos la cadena terminada
de esos nombres resguardados
de esos hombres
era territorio de un corazón libre,
tal belleza así dispuesta
nunca permitiría adivinar a los extraños, por valía,
cuál es el primero ni el final.
Entonces ese, el último hombre
el de mis contemplaciones
y contradicciones
se hizo el primero en besar mis lágrimas hasta el amanecer.
No hubo otro ese día eterno.

II

Fuimos felices
colgaban cruces bendecidas sobre el tiempo juntos
fotos sepias nos pintaban con sonrisas
inalterables regalos se balanceaban frente a los relojes
obsequios repetidos de los que nos imaginaban
espejándonos con planchas en las manos
y farolas sobre las sombras del cuerpo.
Fuimos felices
intentando a prueba y error desvanecer los fallos
meciéndonos sobre las soledades
saltando las mentiras,
escondiéndonos las huellas delictivas
y otros juegos secretos
que nos prodigábamos
de modo adivinanza.
Felices como fuimos alcanzamos a jugar
en simultáneas
mirando de reojo las jugadas
frente al tablero donde la mano
movía los alfiles
y la otra hacía estragos al alma .
Haciéndonos trampa.
Aún así como chiquillos sin perder la transparencia
volver la vista atrás sobre los lánguidos jirones
y reconocer que juntos fuimos felices
tanto tiempo
que no nos pesa el albur de lo pasado.

III

Me pregunto si lo sabes
o lo ignoras
si adivinas en mí e indiferente
me dejas hacer y hacer sin decir nada ...
Ya no soy la de oscuros cabellos en tu almohada
ni perfumes de incendios en tu cama
y en mis cielos azules las estrellas del designio
olvidaron la molestia inoportuna de sus brillos.
Y en tus ojos, dime tú
¿qué nostalgia me guía a tu mirada
que rehúye sabiamente estos encuentros?
Si supieras cómo extraño lo que fuimos
pero el andar nos llevó por dos caminos.
Y de pronto estamos sin salida
Entre ambos se instala este silencio
como intruso que gobierna los sentidos
'Conformismo' parece decidido
a sostener con sonrisas lo vencido.
Me pregunto si  sabes lo que siento
o lo ignoras quizá con disimulo
si adivinas en mí o indiferente
me dejas hacer y hacer sin decir nada...
Tercia entre nosotros la Rutina
¡tanto fuego tornándose en cenizas!
(No mires corazón, no te detengas...)
Impecable se instala una tristeza
por lo antiguo que hoy vemos mutilado.

IV

Estas tertulias largas de familia
estas reuniones planeadas de etiqueta
donde entramos sonrientes de la mano
donde entre todos, invitados de piedra
impecables, nos probamos
resistimos miradas indecentes
miradas que entre velos nos provocan,
murmullos que se esconden entre tules
abismos que los otros quizá notan,
llevamos perlas en gemelos y collares
y una sonrisa que todo dulcifica,
descendemos escaleras de cristales
y elevamos las copas de la vida.
Al terminar de nuevo en nuestra casa
late mi corazón como al principio
rogando que tu mano me acaricie
y no sea un juguete versión Barbie
                      que duerme su resaca.
A solas con el corazón ,
se nos cae la bendita máscara
sabiendo o sin saber que huele a tarde.
Reconocer nos cuesta otra parva de silencios.
No es la luna aquella que ilumina las palabras
y en el lavabo caen con pesadez las lágrimas.

V

El hogar
tiene profundidad de nido
de polluelos crecidos, fugitivos.
La noche aloja canciones
caramelos de luna, cuentos de magia,
juegos de ven niño a mis rodillas,
niña te abrazo.
Los hijos nos crecieron
augustos con sus sueños, con sus alas.
Solo vendrán al cambio de estaciones
y veremos en sus rostros cómo se irán grabando
en sus ojos profundos, experiencias y amores.
Nos quedamos tú y yo
custodios de la caricia, piel de arrugas.
Pergaminos de historia, retacitos cuidados
por la mano amorosa que le hila nocturna
comprensiva puntada. No somos extranjeros
uno del otro, somos la misma tierra, bandera,
himno amoroso.
No es posible cambiarnos de rumbo,
aquí estamos amor, amigo, amante
compañero de luces y de sombras...
En las noches tus caricias de hombre
pasean en mi piel de nido abandonado,
vientre sin vástagos. Bocas musitanombres,
flores de mimosprimavera
cuelgan graciosas en los recuerdos.
Las ráfagas del viento saben a diario
que lidian con la fortaleza
de la casa del alma que forjamos.
En el camino andado sobre terreno nevado
           nos estamos acompañando.
      Qué gracia reírnos juntos sobre las lágrimas.

Marisa Aragón Willner


Tumbas y amores

I

Visité tu casa.
El Parque verdoso
acunaba tumbas. 

II

Había un banco.
Me senté,
besaba el aire
triste de la tarde.
Conversé
ociosamente contigo. 

III

Distante tú
O el otoño.
Jardines secos. 

IV

Me entiendes,
pero no asientes.
Miré tras el musgo
en la piedra,
tus ojos.
Sonreían. 

V

Mientras lo hacía
tomé una rosa,
el pétalo en la tierra
dibujó un beso. 

VI

Al partir,
Flores dejé brotando
Alguna crece.

 Marisa Aragón Willner


De magia y Pessoa

“Tenemos dos vidas: la verdadera, esa
que soñamos en la infancia, y la falsa,
esa que vivimos en convivencia con
los otros”.
Fernando Pessoa.

Invocábamos la magia como infelices
al estrenarse la noche o la mañana.
Servía para poco o para mucho
descubrirnos sonriendo,
desconocidos e ilusos.
Capaces de sobrevivir más tragedias
y resistir lo triste y lo parduzco.

Capaces de salir del laberinto
que sacude el rocío en la mañana
Capaces de esquivar como una chita
el mundo en llamaradas...
—ya Pessoa lo diría, se fundían
nuestras dos vidas difusas.

En el rito final al pie de los portones
cada Pasado bendecido
por alguna luz o una mirada,
una amapola roja se despedía sublime,
con su hato de dulces confusiones.

Tenía el perfume de tus manos
labradas con tantas emociones,
como pétalos
pequeños, desgarrados,
habitados por callados pleamares
tus sedientos labios en grito
¡“no te salves”, “no te salves”!

Arrecian ante las piedras
las aguas turbulentas de la Nada.

Marisa Aragón Willner








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