Ciegos hacía la luz

La mujer sin tierra tiene bajo sus uñas tierra de otras latitudes.

Por la mañana, con su pala a cuestas
abre un ojo en la roca para atravesar los iris
del sucedáneo de la noche.

Cava con ahínco, hiende el azul en la lluvia,
y cuando las pupilas se encarnan
se vencen los paralelismos en las sondas versales.

Un clavo ardiendo en el ojo que mira,
ojo que te ve desde su cristalino lunar.

Y habrá palomas blancas
entre las olas del mar de nieve,
ciegos que corren hacia la luz.

Montserrat Martínez


En el mismo agujero

Incluso antes de cavar
reconozco la profundidad del agujero
los litros de ceniza que amontonaré
junto a la noche en los suburbios 
de la templanza más inhóspita.

Antes de tomar el pico y la pala
me hago preguntas
se las hago al árbol seco
y nunca se le ocurre una respuesta
sólo está ahí plantado
con su carne de madera antigua.

Tengo los utensilios conmigo
si los miro bien no los comprendo
por qué tengo un hacha
por qué quiero hacer astillas
las flores de tus ojos.

El martillo está callado
ahora no dice nada y su ruido
me toma desde las piernas
en este matorral de ortigas
persiguiéndome desde una playa.

Ya veo el sitio idóneo
el de siempre
para qué buscar otro
aquí la tierra es mía 
y no dejaré huellas de sangre.

Me sudan las manos
la vista parece río
tanta agua en el hoyo
no impedirá que vea el cuadro
los huesos cuando escriben
no necesitan luz ni comida
el alimento son ellos. 

Cavo y cavo
soy mujer de arena sombra y lodo 
no me asusta la negrura
no me asusta encontrar vestigios
con larvas entre sus dedos
puedo matarlos con mi puño
hacerlos poema
seguir cavando 
siempre en el mismo agujero.

Montserrat Martínez

La curva del sueño

Y así, abrazada a la almohada, llega él, penetrando los escondrijos de mi mente.

Me abandono, me vacío de pensamientos, de voces, de todo lo que me daña, y dejo que, suavemente, el cuerpo se me vaya.
Camino hacia un lugar distinto, un sitio oscuro que no recuerda mi mirada, y allí, me fundo con su aroma, con su sabor irreconocible, fantasma.

La boca se me llena de colores, el cuerpo de silencios que palpitan cerca del agua, y siento que está conmigo y me posee, adueñándose de mi alma.

Él es quien me ama.

Montserrat Martínez



Y si no estoy

Me siento a deshojar flores con tu mirada.
Cada vez que cae un pétalo, cae una lágrima.
De pronto el suelo no es suelo
y es como estar nadando
dentro de mis ojos.

Entro y salgo del agua,
vuelvo a entrar,
otra vez,
nadie me ve arrancar las agujas
a los relojes de las rosas.

Es blanca la monotonía
y viaja en un tren de luto.

La lluvia,
esta lluvia que ciega cae,
y si al mirarla es hermosa,
por qué dentro mí esta duna inmensa.

Me bastaría con negarme,
descalzar alguna pregunta,
hacer como que no estoy,
decirle a la piel que me olvide.

Sale el sol,
es medianoche.

Tengo muchas ganas de mirarte,
ganas que son sombras,
ganar o perder la luz.

No sé si estoy despierta.

El techo, y sus bisbiseos;
puedes decirme, acaso tú,
por qué me miente
y su voz me lleva a la Luna.

La hora, es la hora,
la magia en el perfil de la palabra,
y si no estoy,
¿lo ves?,
no pregunta nadie,
nadie está aquí.

Montserrat Martínez













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