Cinta de Moebius

Yo vengo de perder una batalla
de la vida
y otra más y otra más
y otra.
Pero mi espíritu está indemne
y aún puedo saltar sobre todas las pérdidas
aunque sé que sin más flexibilidad
y menos exactitud que
en los 20 ó 25 metros de edad que tuve
y ahora ya no tengo más que predicciones presagios
de lo que va a ocurrir
según veo a los tipos que se acercan a mis ojos
según huelo sus preocupaciones
según cómo sé empeñan en agradarme
o en desagradarme.
Eso veo. Ya lo tengo claro estoy preparada
para perder
y distinguir cuál será la ventaja que yo saque
o cuál la captura
qué parte de mi corazón se llevará
quien me persiga y observe
cuánto soy de vulnerable.
Lo tengo claro todo eso de las pérdidas y las
ganancias afectivas o las otras
y no me importa perder el beneficio
porque yo vengo de una habilidad de penitenciarias
y en los correccionales en dónde estuve
siempre me dejaron muy exactamente claro
que el modelo de mi conducta
iba derechito a los peligros y que ganar
en ellos
sería una suerte ingrata para mí.
De todos modos a veces he ganado
una chuchería una bola o la pieza de un zapato.
Y una vez sólo una vez gané
algo complicadamente bueno algo grande y
prodigioso que ahora con los años
valoro más que nunca.

Pero hoy ya sé que no volverá
la buena estrella
ni el azar
a mi vida
porque mi sublevación y mi trastorno están
conspirando para que
me hunda:

Y a eso no le pondré freno ni me doblegaré.

Ya tengo bastante con mi suficiencia
para el dolor
y una superioridad colérica
para subsistir y
todavía asombrarme de cómo

entre el perder y el ganar
he preferido siempre la sutil y
constante ingenuidad que producen las pérdidas.

Así como si esto fuera un dulce
me ahorro el terror
del desengaño.

Isla Correyero
Amor Tirano (2002)


Génesis

Bajo la yerta bóveda celeste
las bichas y los perros se aparean,
humos exhalan de las bocas ambos
y agrándanse los falos de los mulos.

Un líquido caliente enciende el fango
y de los termiteros surge
una vegetación salvaje de equisetos.
Rompen el mar las hembras del escualo
y los peces de luz se adentran en la sombra.
Arde el amor en los cañaverales
y en el iglú los esquimales arden.

El hueco del volcán precisa un órgano,
extremidad, vapor, espasmo y concordancia.
Una guarida el oso y un prado recogidísimo el antílope.
Preservad a la rana la intimidad del charco,
el grito sideral de los conejos,
la vigorosa sazón de los capullos
y la explosión final de las bellotas.

Bálanos, sangre,
cataratas de semen, corran en la Historia
por el peritoneo universal de las especies.

Un diluvio de leche y de semillas
exista para el toro,
el caracol, la mantis.
Caigan esporas, dispérsense vilanos,
que las danzas del sexo y el cortejo
despierten del sueño invernal con regocijo.

Estacas, árboles y alambres,
para todas las aves y sus huevos.
Vuelcos para las gatas, lentitud al arácnido.
Las vehementes efímeras hinchadas y sonoras
giren sobre la luz central del foco de la luna.

Las lunaciones muevan las aguas infinitas.
Frecen los peces y abaniquen los huevos.
Tenga la bonelia mil machos en su entraña.
El elefante marino, su báculo en las hembras.
La almeja, en soledad, jadeos y fusión.

En las exuberantes selvas de Tanzania
la elefanta se doble y caiga de rodillas.
El ácaro, en el útero materno, inserte a sus hermanas.
Desentierre la pallida a una recién nacida y la fecunde.
Salga el escorpión buscando amor y muerte
en el frío y nocturno burdel de los desiertos.

Germinen la cebada y las glicinas,
el pino y las higueras,
el baobab, el yaro, la cebolla,
el lino, el estramonio,
el liquen y los hongos,
la coca y el anís, la rosa
en las cales ruinosas de lo muros.

Galanteo nupcial, ayuntamiento,
en los vaivenes granados de la tierra.
Silvos y olor, penumbra,
territorios teñidos de polen y de orina.
Fornicación trasera en todo el orbe.

Floración inacabable de la savia y de las venas.
Canto de celo alzado por la vida.
Reserva, provisión, maná metálico
en el planeta preñado eternamente.

Isla Correyero
Lianas (1988)


Mi retrato a lápiz

Soy melancólica. Melómana. Trapecista en la cuerda de los sueños y el arte. Cumplo con mi destino de guerrera. Canto lo bello y lo perfecto. Bebo, fumo y esnifo. Mi mente es un río caudaloso que nadie ha dominado. Soy perversa, cruel y me bañan las lágrimas a solas. Adoro la justicia y los bienes perdidos. Bramo de odio en lo alto de las cumbres si no consigo lo que busco. Esquizofrénica, locuaz e impertinente. Me gustan los licores y las sedas. Amo el destierro, los bosques y la danza. Mis aventuras escandalizan a los necios y con el dedo me gusta tocar los labios de la noche. Idolatro la luz que expresa Kubrick y el tormento exquisito de Visconti. De mí se dice que no me harto de belleza y que bebo a destiempo de los cuerpos. Vomito internamente ante lo vulgar y lo ridículo y desgarro mi pecho ante lo feo. Me gozo en soledad como un diamante y brillo entre celajes como nutria. De niña coleccionaba tréboles y olores, insectos y lecturas. Nunca mi espada está enfundada y he aprendido el arte de la esgrima. Me gustan las hierbas y la magia y busco el Grial para mi amo. Soy heroica, altanera y distraída. Me cobijo en mansiones de alquiler y no obedezco leyes ni partidos. Me gustan los vaqueros y las pieles, el lino y los trajes ajustados. Mido uno sesenta de estatura y ochenta mal medidos de busto confidente. El tacto de la nieve me subyuga, oír a Bach me iza y me conmueve, oler a piel me excita doblemente; ver una toma en treinta y cinco de Murnau me hace comprender qué es la poesía. Como el Vesubio expulso lava incandescente al recordar la Italia. Llevo siempre carmín rojísimo en los labios y altos zapatos de tacón granate. Tengo arrebatos de amor hacia cualquiera y el sexo para mí es una sombra. 
!Y me gusta jugar a lo que sea!
  
Isla Correyero


Todos nosotros

Todos nosotros que debutamos
en la vida con una tara irremediable,
que deseábamos tanto y habíamos
obtenido tan poco, que con tan
buenas intenciones, tan mal
acabamos… Todos nosotros.

Jim Thompson

Todos nosotros.
Los que nacimos rechazando la política y las leyes.
Los orgullosos.
Los que sabíamos que extraían de nuestra percepción la
libertad.

Todos nosotros.
Que crecimos en pueblos y en ciudades aún azules.
Que fuimos incalculables niños instintivos y lunáticos.

Todos nosotros.
Viajeros.
Los que atravesamos la oscuridad del sexo y la habitamos.
Los buscadores de belleza.
Los que probamos las exóticas sustancias y vivimos en el
cine y en la noche.

Todos nosotros.
Generación, tribu, conjunto de perdedores que
imaginamos que la ruina era el más alto honor.

Todos nosotros.
Los desterrados ahora de aquel grupo.
Los olvidados, los oscuros, los ausentes.
Los abandonados y los destruidos.

Todos nosotros.
Los que ya no soñamos. Los que somos compradores de
todo.
Los arrasados por el dinero y por las guerras.
Los que ahora somos impenetrables asesinos blancos.

Los que contemplamos la luna desde el cielo.

Isla Correyero

Trío

Propuso un trío al festejar su vuelta.
Puse de lujo vasos y vajilla,
rosas y lirios en la mesa grande,
blanco mantel de acanalados pájaros.

Llegó preciosa cuando vino el otro,
los dos entraron juntos en la casa,
uno inflamó las velas y visillos,
la otra llenó mi copa de ginebra.

Bebimos sin comer, los tres a un tiempo,
la mesa se cubrió de fuego y hojas,
mi amada me ofreció su pan mojado,
y yo comí de él. El pan sangraba.

El afecto nos hizo inseparables.

Isla Correyero


Yo digo que el éxtasis que [ella] causa
no puede ser fulgor cosmético y vacío
no puede ser respiración de tigre hambriento o loco
no es impostura sus temibles rasgos
no lo es
no lo es
la encadenada raíz de su cabeza

Isla Correyero










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