Desándame

"Si pudiera elegir sería madera para el invierno 
y nunca cerraría las ventanas de la casa, 
sé que me contradigo, soy yo, eso no cambia, 
pero puestos a ser, a existirte, amor mío,
deja que un hallazgo indeciso nos anuncie el día, 
que tus besos vencidos me desanden.
O acaso, sólo toma mi mano, esa que te ama 
y me devuelve inédita la sacudida del gesto que me abruma,
como si fuera, tal vez, un golpe de mar 
o una despedida."

Isabel Moncayo


La tristeza de las algas

Allá, a lo lejos, 
la silenciosa luz de un horizonte amurallado, 
y una nube vigía que aglomera en su manto de lluvia el olvido.

Soy la sombra del liquen con estambres de llama, 
la lentitud de lágrima salada 
que se enrama fértil a un lamento de hoja; 
entre mis brazos el mar, sumamente oscuro y mío, 
la desolada ola que tirita en las jarcias del destino. 

Ninguna posesión me sostiene 
y todo tengo, hasta los pies fríos. 

No soy mujer poema, -esa es otra, la que puede morir en tus orillas- 
Soy bejuco del norte, aunque amanezco al sur, 
soy el miedo con trenzas 
o azumbre de ventisca leve. 
Y hoy, sólo hoy 
me rindo a la tristeza de las algas.

Isabel Moncayo













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