"El año 1882 un mercante británico zarpó de Messina con una carga de frutos secos; 200 millas al sur de las Azores avistó, en aguas enturbiadas por toda clase de vegetales putrefactos, peces muertos y lodo, una isla no registrada en los mapas. A menos de 20 kilómetros de aquella tierra, la nave echó anclas sobre un fondo de 14 metros, donde las cartas náuticas señalaban no menos de 700 metros de profundidad. David Robson, el comandante, expidió a algunos marineros a bordo de una chalupa, a explorar la misteriosa isla. Descubrieron puntas de flecha de sílex, espadas de bronce, lanzas, arcos y una espectral figura momificada, depositada en un sepulcro de piedra, incrustado de lava y conchas marinas. Pero he aquí que se acercaba una espantosa borrasca. Robson, reacio, hubo de ordenar a sus hombres que volviesen a las chalupas y se alejaran de aquel lugar, contentándose con señalar su posición: 21° 25′ de latitud Norte 28° 40′ de longitud Oeste."

Gianni Settino
Sobre el avistamiento de una isla no identificada en el Atlántico, cerca de Canarias
Tomada del libro Seres y lugares en los que usted no cree de Jesús Callejo y Carlos Canales, página 225

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