El límite del miedo

Tal vez no sea en vano
la herencia de una llaga púrpura
el límite del miedo pintado en espejos enfrentados
lamiendo tus paredes interiores.

Mi abuelo repetía
‘Siempre hay que mirar
el lado bueno de las cosas’.

Son ciertas sus palabras.

Si la muerte nos deja ver su rostro devastado
amaremos cada día abrir los ojos
y encontrar la mañana
deslizando sus horas.
O su dolor.

Olga Edith Romero


Los sin miedo

He sido la cautiva
de palabras hambrientas de justicia.
Pero no soy la única.

Los campos y el fondo del río
son calendario de huesos
de los sin miedo.

 Hierba de utopía.

Olga Edith Romero


Marzo

El otoño está cerca
nadie calla las chicharras
el mediodía se desliza en fuego
desde la espuma nacen lágrimas redondas
pequeños rubíes encendidos.

Ese grano de sal resuelve eternidades
la pequeñez se derrama
diluvio de amanecer
cardumen que remonta la vida.

Olga Edith Romero



Mutantes

Han salido los mutantes/
empujan carros de basura hacia la desesperanza/
comen lo no comible/ se visten con harapos/
esconden la vergüenza de no mostrarse humanos.
Los niños oscuros de frágiles extremidades
y abultados vientres/
suelen abandonar la suciedad de las esquinas
con alas de libélulas.
El sucio anochecer se levanta en vapores/
es el apocalipsis que ha llegado/
tiene la voz del viejo que cubre con cartones/
su figura de durmiente transitorio.
No te asustes viajero/
acá en el sur
ya se cumplió la profecía.

Olga Edith Romero



Niñez

Niñez sola,
con soledad absorta de quien no tiene hermanos.

Con escarabajos
surgiendo de la tierra
mientras se los espera
acostada, los codos apoyados
sobre el césped húmedo.
Nogal compartido con gorriones.
Pasajeros del cielo
en momentos de descanso.

Infancia feliz
con aroma de gato acariciado.
Pies descalzos
chapaleando el llanto del otoño
y la complicidad del viento
cuando corría sobre tapices de hojas
para sentirme pájaro luminoso y desnudo.

Niñez lejana
con miedo a los miedos.
Llantos y pesadillas.
Y el tiempo como capas de cebolla
dibujando la piel y exterminando monstruos
que habitaban debajo de la cama.

Olga Edith Romero
Apenas travesía, Olga Edith Romero, Cuadernos de Sudestada, La Plata, 2001.



Pensamiento
               
Y pienso qué será de vos cuando me vaya
como se fue mi madre
                 Quién te ayudará a recordar
que la vida hay que vivirla con espadas de luz.
Como si fuera una pausa de la muerte.

A cada ser le brotan alas o muñones.

Olga Edith Romero











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