"El agua seguía cayendo sobre los cerros pardos. Algo la puso más nerviosa que nunca. Era como si rodaran barriles llenos de piedras. Sacudió al marido, pero el Nemesio gruñó, le dio la espalda y siguió durmiendo su borrachera. Se acostaban sin hablarse, sin contarse nada, sin recordar nada. Hacía tiempo que no lloraban ni se reían juntos. Casi nunca comían juntos y cuando comían sólo se oía el ruido de las cucharas en los platos. Cuando sus miradas se cruzaban sólo veían la sombra de un viejo rencor y el desprecio que mata callando. Un torrente de agua sucia descendió, furioso, por las calles inclinadas. Tronó el cielo encapotado y el estruendo reverberó en el aire de la cordillera, trepidó la tierra y todo pareció hundirse. La mujer se asomó a la ventana y vio cómo se deslizaba la riada, rabiosa y rugiente, arrastrando postes de luz, alambres, fierros y maderas. El aluvión de cieno bramaba, sepultaba casas, avanzaba arrasándolo todo como lava de volcán. De un salto, sin saber cómo, la mujer voló a la puerta y reforzó la cerradura. El Nemesio roncaba."

Pedro Shimose
Zona negra


Epigrama

Después de impresionar a las muchachas con nuestro ingenio;
después de quemar lirios, enterrar nubes e incendiar templos;
después de degollar vacas sagradas y asesinar dioses;
después de escribir sin mayúsculas y sin signos de puntuación;

después de dinamitar museos y bailar en los cementerios;
después de perseguir la gloria y soñar que nos acostamos con ella;
después de pelear con dragones, imperios y quimeras;
de gemir porque publiquen nuestro nombre en los periódicos
y de reunirnos por la madrugada para derribar pirámides,
¿qué nos queda?

un sillón en la academia
y una chequera.

Pedro Shimose


"La armonía conquista los espacios del tiempo inasequibles."

Pedro Shimose


La esfera y el río

"Se engaña y engañándose te engaña
sin querer. No ve más que el dolor lento
de las cosas. Ignora el movimiento
de la luz. El ve sólo la montaña.

Es su realidad una maraña
de símbolos, un puro sentimiento
o un sueño donde el sueño es pensamiento,
cristal de tiempo que la sangre empaña.

Ojo burlado y burlador, tu instante,
tu fragmento de certidumbre inerte
no ve sino diamante en el diamante.

Tú sabes lo que sabes al no verte
e ignoras lo que ignora el nigromante,
lo que ignora la vida de la muerte."

Pedro Shimose



Las hienas, siempre las hienas

Buscan tu papagayo, una chequera, algún discurso.
Exhuman tu uniforme, lo descuelgan del ropero,
fotografían tus huesos y analizan tus cenizas;
buscan un helicóptero con alambres chamuscados,
con jabalíes escondidos en tus botas, con buitres
y petunias florecidas en tus charreteras.
Registran tus mariposas, examinan tus radiografías,
hurgan tu basilisco, tu calavera y tus medallas;
revuelven tu gorra, tus calcetines, en busca de un poema,
buscan una llamarada y un paracaídas con nubes y aguaceros.

Pasan lista en los cuarteles, revisan los retretes,
registran parques zoológicos en busca de una espada,
mueven cántaros de chicha, remueven genealogías,
Dios los cría y tú los juntas, los reúnes y complotan
en congresos celestiales y conspiran,
marchan a la catedral, imprimen manifiestos contra el sueño.

No ha sido suficiente.
Las cacatúas alaban tus virtudes en violas paranoicas.
Tus queridas te recuerdan montando en nubes de amor y margaritas.
Los periódicos se suenan las narices con sus pañuelos sucios;
piden que vuelvas, ¿dónde estás portador de la paz,
regidor del orden, patriota virtuoso?
Las hienas piden al cielo que tú vuelvas del infierno;
los gorilas piden al cielo que tú vuelvas del infierno;
los cuervos piden al cielo que tú vuelvas del infierno,
pues tu muerte no ha sido suficiente.

Te buscan debajo de las liendres, en las alcobas y los supositorios.
Profanan tumbas, rompen espejos, patean puertas,
desflecan cortinas, rasgan alfombras, derriban monasterios,
hurtan tus galones, buscan tu papagayo, una chequera, algún discurso...

Pedro Shimose




Los camaleones invaden las catedrales

Conciben la vida como una partida de ajedrez.
La existencia es un cálculo. No duermen; no aman.
Nacieron con el corazón manchado, sin luz en la mirada,
y viven al acecho, welcome mister, congratulations!
y viven acosados por el color de las circunstancias.

Les sobra astucia, saben elegir el momento oportuno,
las palabras adecuadas, el tono conveniente, el ademán preciso,
halagan, mienten, se desprecian, estudian, aparentan,
buscan el fulgor de las cámaras, la estridencia,
flash sonríe flash posa flash
resplandor efímero okey! trepan peldaños, se van por las ramas,
buscan las lentejuelas de la fama, leen informes reservados,
sonríen, visten a la moda,
buscan sus nombres en las crónicas sociales,
corren, husmean el aire, por las dádivas trotan,
escriben en los diarios, avanzan, retroceden, sonríen,
son discretos,
solicitan audiencias, dan consejos, afinan la puntería,
disparan, van a misa, son como los gatos, saludan, dan la mano,
siempre caen de pie, aclaran la voz, ejem, la impostan, la modulan,
piensan dos, cien, mil veces, no duermen, como los búhos, piensan,
viven agazapados en el color, en catedrales sombrías y vacías.

A su paso se abren las grandes puertas de la nada.

Pedro Shimose



Los espejos llameantes

Toda grandeza tiende a soportar su horror,
su hirviente gusanera, el peso
de sus vicios,
oye su astucia y su perfidia
como golpes de martillo
sobre el fuego que se acaba.
La sangre
-de tanto amar el cielo-
negrea,
oscurecida de tanta soledad,
con la boca abierta en un grito
sofocado;
sus ojos vacíos miran mi nada
anochecida
en la tristeza de la tierra.
Yo sé
pero mi juventud no sabe.
Tienes que morir,
decrépito estertor,
charco de
llamas frías.

La carne ciega ve, por fin, su espanto.

Pedro Shimose



Manifestación

Con la rabia en el ají,
salgo con mi cóndor bajo el brazo,
cruzo la calle con una piedra en la mano,
camino con un policía vigilándome el hambre,
busco el oído y el ojo de la noche,
pego carteles, corro por las plazas,
grito con una brasa en la lengua,
pinto las paredes: “viva el Che”
me dan agua en manguera,

soy el fuego;
me dan relámpago en humo,
soy la tierra;
me abren una herida donde sea,
soy el pueblo;
me persiguen, me encarcelan, me torturan.
Canto mi libertad, muevo adoquines,
rompo maderas y cristales, canto,
voy a la huelga con mi miedo natural y un sorbo de café caliente;
vuelo por la ciudad, rasgo el aire, trizo las vitrinas,
golpeo las páginas de los periódicos,
derribo puertas, venzo máscaras y cachiporras,
traspaso los umbrales de la historia,
¡soy!

Pedro Shimose


Mecánica de los cuerpos

Acaricio tus formas
suaves
como dunas
que no hay;
beso tus pezones
                          enhiestos y rosados
como un amanecer.
Tu cuerpo, emblema
crepitante
              mi alma
                          tiembla
al puro estado de belleza.
                                       Tus ojos.
Reposa en ti el impulso
de una corriente
                        azul. Desciende
a mí 
tu voz.

La armonía
conquista los espacios
                                    del tiempo
                                                   inasequible.

Pedro Shimose







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