Guerra

Era un botín gastado y viejo
de niño caminante
rodeado por el polvo y el espanto,
que huye despavorido
hacia la nada cruel de su destino.
No comprende el porqué
de bombas y metralla,
lejano hoy para siempre
aquel piso seguro de una casa.
Eran un par, ahora ya está solo.
Los cordones que sólidos lo ataban
quedaron atrapados en el barro,
la suela se despega
estéril en su queja,
resignada a aceptar
la tétrica locura de una guerra.

¿Qué pasó con el niño
que guiaba su andar?
Lo divisa a lo lejos,
él también lodo y sangre,
él también mutilado,
él también soledad.

Olga Bressano de Alonso

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