Hombre de lejanías

"Ay, si fuera abrigo
el círculo de capas damasquinas que no vuelan,
como vientos internos y decadentes
sorda de mí
no puedo este silencio que tan hondo me castiga.
Deseo ardiente en los pájaros que migran
ocultos, hacia tu boca.
Crepitando llamas del ocre en mirada tan extensa y lánguida,
deshago un espacio de lirios pretendidos
en triste consumación
y escucho como cae el beso de invierno
conspirando
en esta interminable traslación de hemisferios, y muero en ti."

Rosa Buk


Los ciclistas blancos

Troquelan sus siluetas al abierto espacio
en plano rosa inclinado como sus cuellos,
y dejan huellas cíclicas,
que arañan la arena.

-Los ciclistas blancos llevan en su corazón las mareas-

Lucen trajes de seda, algodón y gasa
reflejando el atardecer,
la visión propone paletas impresionistas
recordando a Degas y Monet.

-Los ciclistas blancos tienen humo azul en sus cabezas-

La playa se plena…
los ciclistas desbordan las costas
salpican de espuma a gaviotas y estrellas,
la arena humedece de lágrimas
en bajante de rostros
hacia los brazos
hacia las ruedas
bautizando en piras de amor las almejas.

Nada los detiene…
paralelos al mar trepan médanos
y saltan olas gigantescas
las caracolas desfantasman las cuevas
y un perfume hondo a sal envuelve las piedras.

-Los ciclistas blancos cantan baladas viejas-
en lenguas que sólo entienden
los pájaros
los niños
y un delfín olvidado en fosa abisal, eterna.

-Los ciclistas blancos mueven en diagonal la Tierra-

La noche
la larga noche se quiebra.
Sus cuellos son divinas rectas
alzando sus miradas en claro de pez
se comprometen y sostienen los días.
Abandonan las bicicletas
corceles redondos de viento,
les donan besos de escamas
y avanzan sublimes hacia el mar.

La ciudad de metal ya no les pesa.

-Los ciclistas blancos danzan sumergiéndose,
Son noctilucas del ángel y del agua sus brisas-

Rosa Buk


Una bisagra ardida

"Nadie da crédito al ardor, rectángulo
de metal herrumbrado, a tu voz de óxido y sal
de las lágrimas desliz en tus enmarques
ah, de ti bisagra de nuestros pasos,
ah, de los vaivenes de las despedidas de él sin maletas.
Incrédula desmayo horas observando
esa mariposa metálica que no crece, que no muere,
olvido del capullo de seda
ay, tu beso encerrado,
mi corazón gira de espaldas esta vez, dejando atrás la puerta."

Rosa Buk





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