Las urnas

Sois como aquella caja que adoraba Pandora,
y como el fabuloso Vellocino de oro:
en vosotras el Pueblo deposita el tesoro
del sufragio que al Hombre su libertad valora.

¡Cuántas veces, oh cofres misteriosos, guardáis
el voto del cretino elector inconsciente
que vendió su derecho y votó por un ente,
a quien vosotras, urnas, la victoria le dais!

De una elección espuria surgen riñas sangrientas
que son para la Patria las terribles tormentas
que dejan indelebles manchas sobre la Historia;

y en ese remolino «la nada» se subleva
por el voto del paria, que no sabe que eleva
a Juan de los Palotes que sueña con la Gloria.

Pedro Duany Méndez



Sombra de los siglos

¡Triste sombra que vagas! ¿De qué Tártaro emerges;
hacia dónde caminas; fuiste el alma de Jove?,
¿padeces la mudeza de la fúlgida Niove,
o en qué piélago inmenso de dolor te sumerges?

¿Dónde está tu palabra, viste tú las remotas
primaveras de Cadmo? ¿Cuántas veces viniste
del abismo insondable donde Sisifo existe,
y dejaste tus carnes inservibles y rotas?

¿Qué imperfecta materia será, acaso, la tuya?
¡Ha de ser la tangible que la Nada construya
con el mísero barro, con la esencia del Todo,

para que recompenses las maldades que olvidas
en el mágico curso de millares de vidas,
y que sepas que el cuerpo torna siempre a ser lodo!

Pedro Duany Méndez









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