Alter ego

Alter ego
Ella habla un idioma sin apóstrofes,
se alimenta del negro, vive
a veces,
en el sonido angosto del cuchillo
al penetrar el duelo
o la ceniza.

Otras veces la rosa, la maraña
de insectos
y el goteo del sol sobre las formas:

siempre llueve a este lado de la melancolía.

Muere sin hacer ruido, cuidadosamente
como mueren los lirios
y los pájaros tristes,
con la noche,
conmigo
sobre mi lengua extraña:

molde del corazón,
yo misma.

Sara Castelar Lorca

"Creo que todos somos en cierta medida esclavos de nuestras emociones, incluso de las circunstancias que nos llevan a ellas, por ello buscamos ese refugio en lo que creemos superior, o cercano a lo ideal, sin principios ni fines;  en el caso del que escribe poesía, el lenguaje es ese elemento necesario para sentirse completo, para liberar la emoción y tener una conciencia más plena de sí mismo, en definitiva, darle un sentido a todo lo que pesa. Creo que es algo muy parecido al acto religioso, y eso también me ha llevado siempre a pensar que debe ser por ello que poetas de hondo calado siempre han encontrado en la poesía mística un referente excepcional, un ejemplo sería José Ángel Valente con San Juan de la Cruz ,  Miguel De Molinos o Santa Teresa, y  aunque Valente no se acerca a dogmas religiosos, el discurso comparte la misma esencia y se desarrolla en el contexto de la soledad del individuo frente a aquello en lo que cree, a su sentir más íntimo. La cualidad siniestra se me antoja así por la ambivalencia en que discurren las emociones y por consiguiente el lenguaje, desde lo positivo, que abarcaría todos esos estados que nos dan felicidad, o lo negativo, donde entrarían temas tan recurrentes en poesía como el dolor, la muerte, la soledad o la frustración. No creo que moverse en esos parámetros presente grandes sacrificios  para un poeta, si no que requiere tan sólo el hecho de ser consecuente con eso en lo que cree y por tanto se asume de una forma voluntaria y libre."

Sara Castelar Lorca


El pulso VIII

Sí, perdóname el cuerpo,
perdóname la sangre que me late, roja y sucia
que me embiste por dentro y se contiene
para no salir de golpe hacia tu corazón dormido,
desnudo de niñez, ciego de árboles.

Haz de mí un animal sonoro
y dame la palabra para que la mastique
para hacer con ella ave funeraria o pedregal
donde el tiempo nombre sus raíces
y sume al alfabeto su condición de espora,
vida de cuantas vidas sucesivas leguen sus multiplicaciones.

Dame la voz enferma, mutilada
para que sólo yo la escuche y la consuele
y me inyecte en los años la mitad del dolor
que por tu faringe cruza
o cae,
como sonámbulo erial de invierno.

No perdones los ojos, los ojos de mi madre,
las colecciones de ojos que apuntan a la nuca,
los ojos de mis hijos, de los hijos varones de la noche
o de las hijas ciegas que cuelgan del deseo.
Marca con el dedo cada franja de blanco,
cada pregunta que en la luz detiene la retina
y en un himno carcelario condena la hermosura.

Derríbame en la rabia de mil generaciones
y sígueme desnudo, muerte adentro,
con la boca cosida de cadáveres
hasta poder fingir, como Pessoa,
que alguna eternidad nos alimenta.

Sé verdugo de todo cuanto nombre
y deja que me incline para morir despacio
mientras siembro naciones en el verbo,
hazme negación y tinta,
pero deja este armazón que late
y me sostiene
para que te columpie,
para que te resbale como gota incendiaria
y amadamente tuyo surja de tus huesos.

Ahora que caemos sobre el día
ya sin alas
y el corazón nos ata con el látigo agudo de la tierra,
haz con tu voz un nido

y perdóname el cuerpo.

Sara Castelar Lorca


El Ulises

“Mi infancia se encorva a mi lado. Demasiado lejana como para que yo la toque una vez o levemente. La mía es lejana y la suya secreta como nuestros ojos. Los secretos, silenciosos, se sientan pétreos en los oscuros palacios de nuestros dos corazones: secretos cansados de su tiranía: tiranos deseosos de ser destronados.” 

“Ulises”, James Joyce 


Y tú, que bebiste del cieno como un perro sediento 
y fuiste equilibrista del aire entre las balas, 
que caminaste bordeando el viento para acabar quemándote los ojos 
y forjaste el abandono de la noche en la tiránica desposesión del mundo. 

Sí, el perseguidor que se persigue solo y no se encuentra nunca, 
el que habla del mar porque la tierra cuenta verdades a los árboles 
y ellos saben crecer bajo los pasos para arañar el alma 
o aquél gris carpintero del insomnio 
que amaba las termitas creyendo en la madera. 

No vengas en la piel del mendigo a reclamar el pan de los que pierden, 
tú no naciste al rezo que se esconde bajo la lengua seca de los años, 
ni sabes en qué idioma se afilan las mentiras 
para clavarse al miedo, y suceder, 
y suceder sin más en las ventanas como un brote de muérdago, 
besado hasta el cansancio en corrillos de viejas. 

Ya se deslizó Penélope por la parte más blanda de mis piernas 
mientras Ulises mira el contorno de Ítaca en el mapa difuso de su ombligo. 

Qué tristeza de aquellos que nunca entenderán el norte de la brújula, 
qué tristes hijos sordos irán por sus herencias 
cuando acabe la noche 
y ya no queden débiles que les yergan estatuas, 
no, 
para la nada, sólo la nada es suficiente. 

Dime, dímelo tú 
que llevas en los ojos la confusión y el arco: 

¿Quién podría quitarme ahora 

este derecho mío a la tristeza?

Sara Castelar Lorca


Lisboa

Las calles de Lisboa se muerden las esquinas
y lamen en secreto la pobreza,
suena un gemido frágil que roza como un fado,
como lágrima dulce,
como un verso sanguíneo de Pessoa
fluyendo por la vena del farsante.

Caes sobre el mundo como un crujido obsceno,
niña de rodillas sucias,
arena penetrada de palidez y escombro,
las orillas del Tajo te escupen en las nalgas
cuando estás más desnuda,
cuando suenas a carne y a pendiente
y lésbica te agitas.

No hay palabras que toquen este silencio sucio
que brota en todas partes,
ese aroma lascivo de los perros subiendo por los muslos,
y tú, tan suya
balbuceas en la lengua del vencido toda oscuridad perversa
y ofreces al amor el esqueleto.

Vas a la noche azotada de cal, preñada de claveles,
y amas, amas como no es posible amar
sin la prolongación del ángel,
sin el tiempo que lentamente curva tu honda anatomía.
Tu desnudez ya no te pertenece
ni tus rezos
ni la espina cruel de tu blancura donde se rompe el aire.

Porque tú, niña despeinada de río,
con dulcísimo temblor de gorriones
has girado en el mar.

Sara Castelar Lorca
Del poemario "El pulso"



Mi voz no tiene fecha

Te hablo como si fueses a morir 
y mis ojos temblaran en presente 
agrupando sentidos al cansancio, 
como si fuese tarde 
y el mundo resumiera en mi garganta 
un sonido sin curso 
sin paradas que abriguen la impaciencia. 
Ya, ya lo sé 
cuando lloro soy más triste que tú 
y adelgazo el volumen de la lluvia 
para evitar herirme de promesas. 
Pertenezco a la etnia fértil de los vencidos 
y su idioma es un foso de silencio 
-pero resisto- 
mi voz no tiene fecha 
y tu muerte es un tiempo distraído. 
Que no hieran de pájaros la sombra, 
no quiero reclamarte 
en el trazo de un mar deshabitado, 
que se callen las páginas 
que duerman… 
sólo ha muerto un poema.

Sara Castelar Lorca



"Supongo que todos experimentamos un proceso de evolución personal en el que vamos definiendo el lenguaje que más se aproxima a lo que queremos expresar, en el proceso aprendemos de esos autores que nos tocan de forma especial y cuyo lenguaje nos arroja luz , para mí son referentes  Antonio Gamoneda, José Ángel Valente o Juan Ramón, también otros muchos poetas que a mi modo de ver emplean un lenguaje poético elevadísimo y se mueven en estratos muy distintos al lenguaje informativo, que yo asocio más a la prosa. No temo que esta elección me lleve a minorías o mayorías, escribo porque para mí es un proceso vital y para ello necesito moverme en esos parámetros de la imagen, del lenguaje desprendido de los significados asignados, no sabría hacerlo de otra forma. Creo que sólo a partir de una apertura del significado implícito de las palabras podemos acercarnos a ese lenguaje ideal, por llamarlo de alguna forma, el que yo ineludiblemente asocio a la expresión poética, y es a través de esos símbolos que me siento cerca de ese territorio de lo no visible, lo que llamaría Juan Ramón “lo absoluto”. Estoy convencida de que el lenguaje poético es un estado natural en el poeta a la hora de enfrentarse a sí mismo en el texto, de ponerse frente a sus propias emociones, y digo emociones, porque yo entiendo que el elemento informativo en el poema no es tan importante como la percepción, por tanto, la forma en que se dice, la visión crítica o reflexiva acerca del tema que desarrolla el poema  y el placer que ello nos arroja,  prevalece frente a la información,  abriendo el significado de una forma tan completa que puede haber uno por cada lector, digamos que se produce una comunicación implícita en un código casi puramente emocional y estético, y eso me resulta fascinante. Es que no entiendo que pudiese yo discurrir en el poema de otra forma, por lo tanto, lo único que realmente me produciría un temor sería que la poesía no suceda, que me abandone, precisamente ese lenguaje."

Sara Castelar Lorca


"Yo creo que en la actualidad hay demanda de poesía, o por lo menos hay un acercamiento de muchas personas a los actos poéticos, digamos que existe esa demanda de expresarse a través del texto y de relacionarse con personas que tienen las mismas necesidades, este tipo de poesía más coloquial, más cercana al lenguaje informativo, está consiguiendo muchos seguidores y supongo que las editoriales y las publicaciones también aprovechan el tirón de ese público. Yo creo que si las personas lo demandan está muy bien que se promocione y que se incentive, pero claro, no me parece bien que por ello se relegue a un plano secundario otro tipo de poesía, debería existir un equilibrio por parte de las editoriales y de las publicaciones literarias para que los poetas que trabajan otros lenguajes no queden como poetas residuales y en estos momentos, en el panorama actual no creo que ese equilibrio exista, ni siquiera creo que estemos cerca de tenerlo. Pero estos razonamientos no esconden un mensaje tremendista, hay muchos poetas de calidad actualmente, poetas que posiblemente no vean sus textos en las primeras filas de las librerías, o por lo menos no con tanta frecuencia como otros, pero algún día se producirán cambios en las tendencias actuales, eso es inevitable en todos los ámbitos y estoy convencida de que esa poesía tendrá el lugar que le corresponde y se podrá acceder a su calidad de forma más sencilla, aunque sea el tiempo el que se tenga que encargar de validarlos de algún modo. Pero en todo caso yo creo que hay muchas personas dedicadas al estudio de la poesía y al trabajo del verso,  de estos tiempos también partirán voces esenciales, porque en el trabajo, creo yo, se fundamenta cualquier evolución y la poesía requiere de él igual que cualquier materia, un ejemplo claro de ello serían autores vivos y en activo como son Antonio Gamoneda, Benjamín León, Chantall Maillard, Juan Carlos Mestre, entre otros conocidos y menos conocidos, que son un exponente de  la poesía asentada en un lenguaje poético muy desarrollado y estéticamente extraordinario, ellos son ejemplo de esa poesía de calidad incuestionable que también tenemos la suerte de tener en la actualidad."

Sara Castelar Lorca




"Yo creo que Internet es para los poetas lo mismo que para cualquier persona o colectivo, puede ser positivo o negativo dependiendo del uso que hagamos de él. Como vía de comunicación y de aprendizaje es increíblemente positivo, no sólo por el hecho de interactuar con personas afines a nosotros que pueden aportarnos enseñanzas y experiencia, también por los conocimientos a los que nos da acceso y que de otro modo sería muy difícil llegar a ellos. Por esa parte encuentro que es una herramienta de trabajo extremadamente útil, sin hacer de menos el alcance que puede proporcionar a la difusión de ese trabajo, infinitamente mayor que por cualquier otro medio.  Esto no implica que tenga también sus aspectos negativos, uno de ellos podría ser esa devaluación implícita que parece existir de los poetas que se dan a conocer fundamentalmente a través de Internet, pero en todo caso, a estas alturas, es posible que ya estemos superando esas etiquetas."


Sara Castelar Lorca







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