ARS

No escribo sin vivir,
por eso cuando escribo
—si es que se forma en verso lo vivido—
verso de vida es
que no lo escribo.
Mas en la esencia fina
que mana de la flor
sobre la espiga
ya no está la raíz
que le dio vida.

Nimia Vicéns


Ciales... casi cielo

A mis padres
en la eternidad

Ciales...
           casi cielo

Cuenca de tierramante de luceros
entraña y corazón de Puerto Rico
Corazón de la Patria
                     nido y vuelo

Desde la austera meseta castellana
esta ocre luz en grises tamizando
velo de oro en la otoñal nostalgia

                         ¡altos los cielos!
                     secas vastedades... ...:
                     Por campos del olvido va el Quijote
                     las fablas de las piedras
                     recaundando... ... ...

Yo te recuerdo Ciales casi cielo...
Sueño tu noche de café y de luna
en lírica nostalgia estremecida
con tu Marzo embriagado de azahares
bajo el prodigio de la florecida.

Sueño tu aroma, tus campos y tus nombres
Frontón, Pozas, Caliche, Montebello
y... ... algún amor cantando en el paisaje
esta dolida copla del olvido:

                       Camino de la Florida
                       íbamos los dos un día...
                       en las altísimas copas
                       de los robles florecidos
                       ¡el amor se nos perdió
                       no encontramos más la vida!
                       quedó la rama llorando
                       y las ropas desprendidas.

En tajo vertical sobre el Cialitos
majestuosas montañas recortadas
levantan un castillo a tu paisaje
mansión de soledad y de hermosura.
Rubí de Octubre el cafetal se cuaja
bajo el sinfónico silencio de tus noches...
Bajo tu cielo —Ciales... casi cielo—
reposa un corazón... brava semilla
¡el más cialeño de los corazones
germinando los sueños y la vida!

Sí te recuerdo Ciales casi cielo
puedo tocar tus brumas... tus neblinas
tu atmósfera de fronda y de hoja húmeda
tu cielo bajo... tu tristeza amiga
y las estrellas silvestres a la mano.

Sentir la orquesta de La Sonadora
dispersando sonatas en la noche
mientras los ángeles custodios de las guabas
guardianes de tu flor y de tu fruto —
mecen la niebla bajo las estrellas.

Embriagarme en tierras de Castilla
con su trópico y flor, jazmín, gardenias
¡rosas de los jardines de la infancia!

La Voz de Dios en trinidad precisa
¡triple en la yerba—! suelta sus tres notas:
es el Coquí cantando desde Ciales
la unidad de hermosura borinqueña:
frondas de cafetal, aguas de música
luna sobre el castillo en Cordillera.
Monumentos de verde tus montañas,
ungida tierra de rocío y helecho.
Poetas contemplando tu hermosura
entraña y corazón de Puerto Rico.

Y el hombre triste se consuela y sueña
bajo el influjo del noble poderío
que da su tierra... su casa... su montaña.

Jorge Luis madruga en su ventana
y emite al aire de la Cordillera
breve discurso de morivivises:

               «La abeja liba la flor
               yo libo, Patria, tu amor»

En la Torre de Ciales, Juan Antonio
—varón de la Poesía y de la Patria—
clama en tierno rugido su alabanza:

               «Gloria a esas manos que trabajan
               esas manos negras, blancas, indias
               De entre esas manos nos salió la patria
               alabanza  alabanza  alabanza»

. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

Yo sólo tengo para ti —mi Ciales—
este verso de amor y de recuerdo
escrito en la nostalgia y la distancia...
¡Te salve Dios —mi isla—Ciales mío!

Yo te recuerdo Ciales desde España
como si dentro del corazón yo te tuviera
dentro del corazón de la Isla mía
¡tantos nombres clavados en tu suelo!
Isla de la Palabra y la Poesía

                 Puerto Rico

                     mi Ciales

                           casi cielo.

Nimia Vicéns



Del árbol y del hombre

Ahora estoy con el árbol
Besador de la brisa
Cazador de los pólenes viajeros
Mano en caricia abierta
de hojas hacia el cielo
desde su mundo exacto
circunscrito al rumor.

Sobre la superficie inmensa
de este mundo
                 —planta
                   piedra y ceniza—
cuán pequeño el espacio del árbol
Y qué alto de ramas
y verdad y poesía
Y de Dios...

Y raíces

dónde acunó en tersura la semilla
y arraigó de la entraña de la tierra
su proyectado mundo de frescura

Si casi cabría el corazón del hombre
con su semilla de trémula esperanza
con la raíz incierta de su pie descalzo

Pero... el hombre

El pobre hombre no es como el árbol
El árbol no conoce el dolor,
de la espera y la duda

Crece sin prisa
hacia la flor y el fruto

A esperar       la hermosura.

Nimia Vicéns



Es

Es como un siempre estar contigo
cuando la brisa me toca.

Es como el imposible olvido
de la espiga a la rosa.

Es como vivir de nuevo
en la caricia...

...la brisa

...la espiga mecida en la alborada.

¿ Sabes ?

Amor es como siempre estar contigo.

Nimia Vicéns



Nácete aquí mi niño
Si nacieras Mi Niño
aquí en Guaynabo...
Si tu Anuncio trajeran
los cucubanos

Si nacieras Mi Niño
entre las guajanas
¡qué mecida tan suave
flor te acunara!

Si en presagio de aroma
las sicilianas
crecieron todas juntas
donde nacieras
a la vera —a la vera
de la quebrada
que se rompe en mil cuarzos
por la mañana

Si nacieras Mi Niño
en Los Ruiseñores
¡qué flautas de rocío
para tus dones!

Si nacieras Mi Niño
en aquella loma
donde San Juan se mira
«como gaviota»...

Si nacieras Mi Niño
aquí en Guaynabo...
Caminitos de sueño
en las alboradas—
Manojito de albahaca
para tus plantas—
Pimpollitos de ruda
para tus manos...

. . .   . . .   . . .   . . .   . . .

Ya bajan los caminos
violeta y aire—
Ya bajan los caminos
rosa y arcángel—
       ¡bandadas de gabrieles
        los cucubanos!
¡Si el lucero del alba
fuera El Lucero—
qué de manos en vuelo
hacia La Mañana!

Nácete aquí Mi Niño
aquí en Guaynabo...

Nácete aquí Mi Niño
entre las guajanas.

Nimia Vicéns



Sueño del puerquito rubio

Un puerquito rubio
estaba muy triste,
echado en la esquina
de un sucio corral.
Estaba muy triste,
y su sueño era
que alguna mañana
le nacieran alas de cristal...

El puerquito rubio
no tuvo la culpa
de que lo dejaran sin poder volar.
Cuando repartieron aves para el aire,
peces para el mar
y conchas de nácar
para el arenal, al puerquito rubio
tocó el lodazal.

Cuando quieres trinos
el puerquito rubio
tiene que hozar;
y cuando se oye
su pru-pru tan trsite,
el sueña que canta
sobre el lodazal.

No le dieron nombre
para la poesía;
su nombre el poeta
no mencionaría
con las golondrinas, con las mariposas...
Nadie le diría:
—Puerquito de sueño,
puerquito de rosas,
eres de cristal.

Esta mañanita,
porque yo le canto
su sueño tan lindo
de querer volar,
el puerquito rubio
todo enfangadito
se ha echado a llorar.

—Puerquito, no llores,
si tú eres de sueño,
si tú eres de rosas,
eres de cristal.

!Que hermoso milagro
hace mi cantar!
El puerquito alegre
se ha puesto a jugar
en la triste esquina
del sucio corral:
hoza asombradito
estrellas de agua
sobre el lodazal.

!Sobre su lomito
parece que nacen,
parece que brillan
alas de cristal!
!Que hermoso milagro
en el lodazal!...

Nimia Vicéns



















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