Color plomo

Va un hombre solo por el campo:
las nubes son de plomo,
y son de plomo los olivos,
Todo es de plomo ante sus ojos:
el verde-negro de las aguas,
el blanco-verde de los chopos;
gigante muerto, la sierra
tiene las jaras de plomo.
(Dejó la ciudad dormida
bajo la noche del lobo
y partió sin saber dónde).
Va por el campo un hombre solo,
peregrino del tiempo de su tiempo,
a cuestas la pereza de los otros.
Se le durmió la brisa entre las manos
y el sol le puso un beso entre los hombros.
(Sonríe el hombre)
Pero los hombres le cargaron todo
su dolor a la espalda, y, con la pena,
se le ha teñido el beso color plomo…
Arrastra el hombre su tristeza,
se le ciegan los ojos con el polvo
y, oyendo siempre la canción del tiempo,
recuerda, caminando en campo solo,
que, allá lejos, al que dormita
le irán tiñendo el pecho color plomo.

Nicolás del Hierro


El hogar

Una casa modesta, de empleado
que se gana su pan de cada día;
y una mujer honesta que porfía
con el debe y haber de los cobrado.

Un pequeño que juega entusiasmado
con la reciente entrega de alegría
que le hiciera Melchor, en armonía
con su cerebro limpio y despejado.

Hay un mucho de paz y algo de vida
para mirar el mundo en su despliegue
hacia el mejor sentir de los humanos.

Y hay un mantel dispuesto, una comida,
con un trozo de amor para el que llegue
con la verdad abierta entre las manos.

Nicolás del Hierro

Esperanzado

Aguardaré en el campo de la espera
hasta encontrar la luz, hasta que pase
el viento de la duda, hasta que amase
la máquina del tiempo su quimera.

Nunca abandonaré mi sementera;
he de esperar tranquilo, aunque me abrase,
aunque el fuego del mal de mí dejase
el tímido rescoldo de la hoguera.

Y esperaré seguro, silencioso,
en el ir y venir de este mutismo,
hasta que haya una luz en cada frente;

hasta que, todo a punto, presuroso,
escape del vacío de mí mismo
para vivir mi sueño eternamente.

Nicolás del Hierro



Estoy en el lumbral

Estoy en el lumbral del libro,
en el preludio me hallo de su puerta
y franquearla quiero.
Mi esperanza,
ver el alma del alma que lo habita,
la noble luz que su vitral refleja.
Busco al dios que hay en él,
si es que lo hubiera, y coincido
con el andar oculto de su sombra.
Pretendo con mi yo, hacer un todo
de la razón que ofrezco, concederle
el capital que llevo en las entrañas,
ser vida en el discurso, rodearme
del sonido y la voz, de la verdad
si la verdad descubro por los campos
verdes de la expresión
cuando la sangre, fruye en su armonía;
pretendo ser el ser que prevalece
sobre el sello del alba que lo sella:
nota querría ser de cuanto sueño.

Nicolás del Hierro


Hoy estoy triste

Hoy estoy triste.
No me lo sé explicar, pero estoy triste.

Quizá la culpa...

Qué sé yo...

...Esta mañana de nubes bajas;
quizá esta mesa
no demasiado grande
para que coma el mundo;
quizá estos hombres
que hacen el hormigón para mi calle;
no sé si, acaso, aquel muchacho
que juega con la arena,
o la mujer que viene de la compra...

...No sé, sinceramente.
Es todo tan sencillo a simple vista...

Aquí, sentado, casi
pegado a mi ventana,
y la vida en la calle, como un río...
Y yo mirando, solo,
con la pluma en la mano
diciendo que estoy triste,
como 
si a nadie le importara mi tristeza,
como
si no fuera la vida una serpiente...

Nicolás del Hierro











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