Cuando yo era otra cosa diferente a la que soy

jugaba con mi hermana invisible a soñar
algo quimérico. Teníamos pesadillas incoloras en la cama de
un  hotel.  Hacíamos agujeros
en el techo
en el suelo
en las paredes

contemplábamos cómo era el  mundo de otros niños;
entrábamos en su cabeza
pedaleábamos hasta  su corazón.

A veces no nos gustaba lo que veíamos;
ni su cara
ni su sonrisa,
o el modo en que
dejaban colgada la ropa
en el radiador.

Los imaginábamos
en silencio, quietos
en una estación, donde no había
trenes
ni barcos
ni televisión.

Cuando yo era otra cosa diferente a la que soy
espiaba en las habitaciones desnudas de cada hotel
y encontraba alhajas brillantes que ataba a la cintura,
o hacía malabares con 
medallas de valor.

Cuando yo era otra cosa diferente a la que soy
 me tumbaba en la moqueta de ese hotel de Copenhague;
 me hacía la muerta un rato,      

¡ya está!

me costaba respirar.

Roxana Popelka


La pieza

Cuando nací me pusieron
una pieza de Lego
en mi mano
con una nota que decía:
sólo hay otra pieza
- de entre un millón -
 que pueda encajar con la tuya,
podrás encontrarla
a lo largo de tu vida,
o no.
Esa pieza
está hoy a mi lado,
eres tú.

 Roxana Popelka


Mis vecinos

Recuerdo a todos y a
cada uno de mis vecinos.
No sé sus nombres
pero sé cómo pisan.

Sé que tienen miedo,
sé que son unos cabrones
que llevan una vida
miserable, y
que no salen de casa.

Que tienen un trabajo
embrutecedor, y mienten
cuando dicen que
les encanta.

Mis vecinos son
una condena permanente.
Sé que cuchichean a
mis espaldas tratando de
averiguar cómo vivo.

Sé que me vigilan
cuando salgo del portal,
que fisgan por la
mirilla para saber
si vengo acompañada.

Que pegan el oído
a la pared del salón
y me oyen cuando
hablo sola.

¿Cuántas veces habré
mandado a la mierda
a mis vecinos?

Sé que sus vidas
se han acabado
- por completo-
y yo,
no voy a hacer nada
para cambiarlas.

Roxana Popelka





No hay comentarios: