El hornero

Aspiras el barro dulce
que se acumula lento:
el viaje de los días y la muerte.
Sobre el árbol
tu figura de fauno y dios del aire;
pontifical artífice
que modelas la tierra a tu imagen
y le infundes el viento
de tu vuelo.
No sabes —feliz— de los pasos
del que anda.
Ni conoces la angustia
de edificar la casa en las raíces.
Pero tu pura ciencia desconoce
la alegría
de los nidos sin techo:
desnudos en el cielo;
poseídos del aire.

Osvaldo Pol


La experiencia

La experiencia
Consiste
en intentar que el pájaro regrese
desde el extremo opuesto de la noche
y pose su cansancio
sobre tu abierto pecho adolescente.

Lo tomas en tus manos,
lo acaricias,
extraes de sus alas todo el viento
y mientras él se entrega a lo innombrable
tú te dejas volar.

Es fácil la experiencia.
Lo difícil
es dar con el momento
que te permita asesinar al pájaro
sin morir a su lado de tristeza.

Osvaldo Pol


Las aves no saben

Van las aves
sumergidas en el aire
volándonos a lo lejos.
Nos perciben tan densos. Y riesgosos.
Tan de aquí mismo y atenidos
a los goces primarios
que sólo engendran la melancolía.
Y nos saben astutos
pero necios,
capaces de agostar la distancia
antes de usufructuar el vuelo.
Quizás nos tengan lástima
y por eso
regalándose a nuestros ojos ávidos
algo nos permiten de su aire...

Osvaldo Pol



Oración

Sentir que el vuelo encuentra su sentido
dejando lejos la inquietud que ha abierto
tanto indagar la noche en el incierto
ir y venir del corazón dolido.
Dejar que el alma se remanse. Henchido
abrir el pecho hacia el seguro puerto.
Y sembrarme a la sombra de ese huerto
que para mí tan solo ha florecido.
Tocar a Dios. Sentirme de Él tocado.
Y comprender entonces boquiabierto
el por qué y para qué de mi latido.
Y descubrir que el vuelo se ha trocado
en un vuelo más alto. Y que el desierto
era el solo refugio apetecido.

Osvaldo Pol


Quebrada de los cuervos

Rincón de la ermitaña
comitiva
que viene de los siglos del desierto.
Relicario de nidos
y de cantos sujetos al crespón de las cuchillas.
Eres refugio de la primavera.
Y filigrana de la luz y los helechos
que todo lo acarician.
Tienes en ti la extraña condecoración
de muchos pájaros
que vuelan más allá de tu monte
y tu agua,
hacia el horizonte de las cumbres verdaderas.

Osvaldo Pol


Sólo una muerte. Sólo una vida

Sólo una muerte para tanta vida.
Sólo una noche sosegada y larga
para abarcar los días con su carga
de ansiedad y memoria sostenida.

Nos bastará una sola muerte erguida
sobre la luz que envuelve y aletarga.
Sólo una muerte aséptica y amarga
para esta fiebre que cabalga henchida,

para esta libertad irrefrenable,
para esta guerra a que la sangre llama,
para este ardido viaje de la suerte,

para este grito tenso, inabarcable,
para este hambre que devora y clama...
Sólo una vida para tanta muerte.

Osvaldo Pol










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