El último viaje

Hemos vivido, mi Rose,
el sueño enloquecido que nunca más será.
Perfectamente desnudamos nuestros labios
dentro de un viejo atardecer;
fuimos, sin dudas, amos del mundo
en la proa de tu niñez.

Descubrimos nuevos nombres
cruzando la distancia hacia el oriente.
Aún huele a pintura fresca
mi flor en tu cartera, mi verso en tu bolsillo.

Pero, Rose, se va partiendo nuestro barco
sin promesas de saltar si el otro salta.
Nada queda ya sobre el nivel del tiempo.

Solo (suficiente, por cierto)
sobrevive a la tragedia
como bote entre mis venas
el desnudo cuadro de tu voz
brotando del océano.

Y el haberte conocido.

Orlando Pérez González

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