La habitación de la que no se habla

El hombre sin número y sin taza
no se quedará al desayuno.
El hombre quisiera ser niño y llegar
de la mano de la niña como se llega
invitado a una casa para un juego.

Pasar la noche entre pinturas de manos,
manchar la madera de ahí, y manchar
la chaqueta negra y manchar el cuerpo
de todo aquello que aún respira.

El hombre sin número es un niño.
Cuero, ideas, arrugas.

La niña es trampa.
En la cadera le pinta
una filacteria de prosa.

De lejos, sólo dos niños
dejando que todo suceda.
Como ríen nadie ve
la grieta que al fondo 
se expande.

Sofía Castañón

No hay comentarios: