La muerte de la Señorita María Mercedes Videla

Pura fue, cual blanco lirio,
gentil como la palmera,
de la hermosa primavera 
la más perfumada flor

Del Choqueyapu en las ondas,
del Illimani en la falda,
en sus campos de esmeralda,
hallar la vida creyó.

Mas, ¡ay! que la impía muerte
en la edad bella y florida
cortó el hilo de su vida
marchitando su ilusión.

Una sola noche el cielo
de La Paz la cobijó:
mustio y triste contempló,
su hermosura y su dolor.

Tierna madre, vuestro duelo
mitigue el ángel que hoy goza
en la mansión venturosa
de una dicha sin igual.

No lloréis, que es egoísmo
retener en esta tierra,
do tantos males encierra,
a un ángel que vuelve a Dios.

No lloréis, que aquí una miga
sobre su tumba, afanosa
guirnaldas de gualda y rosa,
siempre frescas le tendrá.

Natalia Palacios


La rosa

Bella flor alejandrina y peregrina,
que al aura blanca remece,
y en tu cáliz aparece
una gota cristalina.

Es tu aroma delicado y perfumado,
el suave ambiente que exhalas,
pura ostentando tus galas,
descollando en verde prado.

Su ambrosía en el calor el picaflor
y la mariposa beben;
sus áurea alas embeben
de tu arbusto alrededor.

Sonrosado tu capullo, al dulce arrullo
del agua se abre y florece;
él tus hojas reverdece
y te aduerme su murmullo.

La madreselva aromada vive enlazada
hacia tu tallo, se aprieta.
También modesta violeta
tu pie besa enamorada.

Tímido el junco te nombra; su fresco sombra
te da el pino majestuoso,
y el musgo fino y vistoso
te sirve de rica alfombra.

Qué feliz, sin pena, vives; grata recibes
la brisa de la mañana;
siempre gentil y lozana
nunca el dolor apercibes.

Jamás de invierno inhumano el soplo vano
te marchite ni deshoje,
ni tu belleza despoje,
¡oh, rosal!, con dura mano.

Natalia Palacios


Primavera

Cubierta con el velo de la aurora
y entre nubes de nácar esplendente;
coronada de rosas su alba frente
ya desciende la reina de la flora.

Viste los campos y la flor colora;
púdico aliento, perfumado ambiente
juega en el prado, y doquier se siente
su majestad risueña, encantadora.

El tiempo su carrera no detiene;
no trinan ya en la selva ruiseñores,
que en pos de fresca primavera viene.

Calor que agosta las lozanas flores:
así la dicha al hombre placentera
la abandona cual flor de primavera.

Natalia Palacios
















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