"Yo mismo vi, en mi tiempo y en mi propia ciudad, a un hombre que era en esa época una gran celebridad, que iba, exhortaba y predicaba en muchas de las regiones de gente sencilla, y se exaltaba a sí mismo… por su sabiduría… hasta que casi imaginaba que sus declaraciones estaban inspiradas por el Espíritu Santo, profetizando e interpretando la Torah. Se llamaba a sí mismo Hijo de Dios, Mercurius Trismegistus, Enoch y Methuselah… Los eruditos sin embargo, le contestaron rigurosamente, como por ejemplo en Roma, donde fue puesto en prisión en mi presencia, como también en Bologna. Pero por el poder de su retórica, pues era verdaderamente elocuente, escapó y huyó con sus amigos, devotos de su filosofía y doctrina. Y así salió de prisión, él, y su comitiva con él, viajando y exhortando en varias tierras, vestido en harapos y atado con lazos, hasta el día de hoy, durante mi propia vida…"

Abraham ben Mordecai Farissol

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