"Así, el fuego, el sol, el cielo y el aire, van juntos, y la tierra, bajo la cual están comprendidos los elementos bajos, agua y seco, por su parte. Son el Cielo y la tierra de Moisés, y lo bajo y lo alto de Hermes, que se relacionan uno con el otro. Quod est superius, est sicut quod est inferius, et e converso, ad perpetuanda miracula rei unius, dice éste en la Tabla de Esmeralda. El Zohar, el mundo inteligible y el sensible, por la contemplación del cual vamos al conocimiento de las cosas espirituales, lo cual habría dicho ya antes el Apóstol en Romanos, I, Invisibilia ipsius a creatura mundi per ea quae facta sunt intellecta conspiciuntur. Pues todo lo que es aquí abajo en la tierra, lo es de la misma forma que allá arriba en el cielo. Pues Dios el Creador, hizo todas las cosas unidas las unas a las otras, lo cual no ignoró Homero en su cadena de oro, para atar este mundo inferior al superior, y para que se adhiriesen uno a otro, a fin de que su gloria se expandiera por todas partes, arriba y abajo. Y a imitación de esto, el hombre, que es la imagen del gran Mundo y la medida de toda cosa, fue por él hecho y formado de las cosas bajas y de las altas. Accepit Deus pulverem et ex eo formavit Adam, et insufflavit super eum spiritum vitae. La luz misma que luce en el mundo sensible, depende de esta luz superior que nos está velada, de donde proceden todas las facultades y virtudes, que desde allí se explican para nuestro conocimiento. Pues no hay nada aquí abajo que no dependa de allá arriba, por un poder particular que le es designado para gobernarlo y excitarlo a todos sus apetitos y movimientos, de modo que todo está atado y ligado entre sí."

Blaise de Vigenère
Tratado del Fuego y de la Sal



"El aguardiente, por otra parte, preserva mucho de corrupción como se puede ver por las cosas vegetales y animales que se conservan en él, por este medio, en su totalidad por mucho tiempo. Conforta y mantiene a la persona en vigor de juventud, que restaura de un día a otro; rejuvenece y refuerza los espíritus vitales, digiere las crudezas y reduce a una igualdad las superfluidades excesivas y los defectos que pudieran haber en nuestro cuerpo, causando diversos efectos según la disposición del sujeto al cual se aplica, como hace el calor del sol, que funde la cera y endurece el barro, y lo mismo hace el fuego. Y es este celeste espíritu que reside en el aguardiente tan susceptible de todas las cualidades, propiedades y virtudes, que se puede volver cálido impregnándolo de cosas cálidas, frío con cosas frías, y así con todo el resto; neutro como es, conforme a nuestra alma, inclinable al bien y al mal. Pues aunque consista de los cuatro elementos, están sin embargo tan proporcionados que uno no predomina en modo alguno sobre el otro. Por lo que se le llama cielo, al cual se aplican las estrellas que se quiere, a saber, los simples elementales, de los que él concibe las propiedades y efectos. Se le puede pues comparar a este fuego [con el] celeste del altar."

Blaise de Vigenère
Tratado del Fuego y de la Sal




"He aquí las diez sefiroth o numeraciones y medidas tan célebres de los cabalistas con los nombres atributivos aquí añadidos, por medio de las cuales, dicen aquéllos, Moisés y los otros Profetas alcanzaron el conocimiento de la Merkabah y de Bereshit, es decir de los divinos secretos y de la naturaleza; e hicieron cosas maravillosas que trascienden el alcance y el crédito humano. Estas Sefiroth se relacionan con la pluralidad de los Dioses en Orfeo, o más bien con los diversos efectos procedentes del gran Dios, así como del sol proceden todos sus rayos luminosos. También con la cadena de oro en [el capítulo] 8 de la Ilíada, por la que Júpiter extrae de sí todas las potencias celestes, y la tierra y el mar con toda la máquina del mundo. Igualmente la verdadera escala de Jacob, por la que ascienden nuestras meditaciones, nuestras voces, oraciones y ofrendas a lo alto hasta el trono divino; y ello por cuatro grados, a saber, el sentido, la imaginación, la fantasía y la inteligencia; y fluyen los divinos influjos descendiendo aquí abajo a través del cielo, como a través de ciertos canales y conductos, lo que es el verdadero matrimonio entre aquél y la tierra; en lo que se sustenta toda la magia natural de los antiguos Caldeos y Persas, muy versados y expertos en el conocimiento de las cosas celestes, y elementales, entre quienes esta palabra de Mago significa lo mismo que la de Brahman o Gimnosofista entre los hindúes, de Sacerdote entre los Egipcios, filósofo entre los griegos y Chacam o profeta para los hebreos."

Blaise de Vigenère



"He aquí los tres fuegos de los que pretendemos hablar, pues no hay nada más común entre nosotros que el elemental de aquí abajo, grosero, compuesto y material, es decir, siempre ligado a alguna materia, ni hay, por otra parte, nada que sea menos conocido: qué es, de dónde viene y a dónde va, volviéndose nada en un instante tan pronto como su alimento le falta, pues sin él no puede consistir ni un solo momento, sino que se va tal como había venido, y permaneciendo completo en cada una de sus partes. De tal modo que se puede multiplicar al infinito en un instante, pues una pequeña llama encenderá a placer fuegos tan grandes como uno no podría imaginarse, sin por ello perder ni disminuir en nada su sustancia. Mille licet capiant, deperit inde nihil. Y en Santiago, 3. Parvus ignis quam grandem succendit materiam! Podríamos ver una pequeña chispa inflamar de fuego en un abrir y cerrar de ojos todo este vacío inmenso del Universo, si estuviera lleno de pólvora de cañón, o nafta, y enseguida desvanecerse todo en la nada. De todos los cuerpos no hay ninguno que se aproxime más al alma como el fuego, como dice Plotino. Y Aristóteles en el 4. de la Metafísica, dice que hasta su época la mayor parte de los filósofos no habían conocido bien el fuego, ni tampoco el aire, por no ser perceptibles a nuestra vista y sentido. Pero se podría también decir que ni Aristóteles ni los demás griegos de su época conocieron tampoco muy bien el fuego y sus efectos, por lo menos tan exactamente como lo han hecho un tiempo después los Arabes por la Alquimia, la cual depende enteramente del conocimiento del fuego."

Blaise de Vigenère
Tratado del Fuego y de la Sal


"Los cabalistas, penetrando más en algunos misterios allí escondidos, meditan algunas sutilidades por una regla de la Guematría llamada ghilcal, que consiste en las equivalencias de los números, que los hebreos asignan a las letras. Las equivalencias de la palabra malach que significa sal, ascienden en su cómputo a 78, pues mem vale 40, lamed 30 y heth, 8. Y dividiendo del modo que se quiera estos 78, siempre resultará algún número que represente un misterio de los nombres divinos. Por ejemplo, la mitad, que son 39 suman igual que las letras de chuzu, la vaina o revestimiento del gran nombre, pues caph vale 20, vav 6, zain 7 y la otra vav 5. Si se divide en tres partes, cada una valdrá 26, que es el número del tetragrámaton Ihuah, valiendo yod 10, he 5, vav 6, he 5. En seis partes, sería 13 para cada una, que equivale a la numeración de la piedad. En trece, serían seis, que es el valor de la vav, letra que representa la vida eterna, aparte de que el seis es el primer número perfecto, porque sus partes lo constituyen, la sexta uno, la tercera, dos; y la mitad tres; y esta perfección no la tiene ninguno de los demás números, y en seis días fue terminada la estructura del Universo. Hay muchos otros misterios en la Escritura. En XXVI, será el número de la muy santa y sagrada TRINIDAD, pues tres veces XXVI, son LXXVIII. En XXXIX, dos, que es el valor de beth, símbolo del Verbo o segunda persona y la casa de las Ideas del Arquetipo, que Platón ha conocido tan bien, y Aristóteles no. Y finalmente los 78 denotan otras tantas unidades, en donde cada una representa la unidad de la esencia de un solo Dios. Lo mismo ocurre con la palabra lechem, pan, que es un anagrama de la precedente y está constituida por las mismas letras, pues no sin causa dice el proverbio: comer la sal con su pan."

Blaise de Vigenère



"Vosotros (benignos Lectores) no habríais seguido gozando de los triunfos y magnificencias que fueron realizados el año pasado en la muy noble y célebre ciudad de Mantua al paso de su muy cristiana majestad por Italia. Para representaros mejor los arcos triunfales, las puertas, las estatuas y otras bellas fantasías e inventos tan fastuosos, ha sido necesario hacerlos retirar, retratarlos al natural y tallarlos en planchas de cobre, como podéis ver aquí."

Blaise de Vigenère



 "Y las narraciones de las Indias occidentales incluyen que en México o Temestitán, cuando Fernando Cortés lo conquistó para el Emperador Carlos V, se encontraron ciertas memorias y pancartas que contenían las gestas de los Reyes de esta región, constituidas por figuras de hombres y animales…"

Blaise de Vigenère



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